PERVERSIÓN romance Capítulo 16

A lo mejor sí que habría tema esa noche me dije y me apresuré a recoger las cosas, no quería dejar que la cosa se enfriara y perder mi

oportunidad. No tardé mucho en recorrer el mismo camino que había hecho ella minutos antes, quedándome parado en la puerta mirando al interior de la habitación.Llegaba tarde. Sara dormía tal como se había metido en la cama, medio apoyada en el cabezal dela cama, sin tapar y con su camisón medio subido mostrándome buena parte de sus muslos. Incluso intuía su ropa interior al final de aquellos muslos apetecibles. Suspiré resignado, aquella noche no había nada que hacer.

La coloqué bien en la cama, la tapé con la sábana y apagué la luz dejándola descansar en paz. Yo me metí en el baño donde me cambié y volví de nuevo para meterme en la cama junto a mi mujer. Me giré hacia ella, observando la paz que emanaba mientras estaba sumida en su sueño, contemplando subelleza harmoniosa y dando gracias por tener la suerte de poder compartir mi vida con una mujer así.

Con esa visión me quedé dormido.No sé el rato que estuve durmiendo, solo que algo me despertó.

Abrí los ojos y la imagen que vi me impactó sobre manera.

A mi lado, Sara se estaba masturbando. Había retirado la sábana, una mano se perdía bajo el camisón y jugaba con su sexo mientras la otra acariciaba frenéticamente sus pechos por encima de la tela.Sus ojos estaban cerrados, imaginando vete a saber qué, sucuerpo se agitaba al ritmo del movimiento de sus dedos y su boca exhalaba gemidos ahogados fruto del placer que se estaba auto infringiendo.

Me quedé embobado mirando cómo se masturbaba mi mujer. No era la primera vez que lo veía pero sí que hacía mucho tiempo que no se me presentaba la ocasión de contemplar semejante espectáculo.Sus dedos pellizcaban sus pezones que estaban durísimos y los que estaban dándole placer en su entrepierna se movían cada vez más rápido, sus piernas instintivamente se abrieron más para facilitar su tarea provocando con eso que golpearan la mía. Rápidamente abrió los ojos buscando si con el golpe me había despertado y yo cerré los míos al instante, dándole la sensación de seguir dormido.

No sabía si me había descubierto o no, pero seguí simulando estar dormido hasta que el ruido de sus dedos penetrando su encharcado coño y los gemidos quedos que se escapaban de su garganta me animaron a volver a abrir los ojos.

La imagen era casi igual, salvo porque ahora el camisón estaba casi ensu cintura y sus braguitas casi en las rodillas, pudiendo ver perfectamente como sus dedos penetraban con saña su coñito que los tragaba con suma facilidad.

Sara estaba cachonda perdida y me empecé a plantear qué es lo que había motivado tal calentura. ¿Era por todo lo que estábamos viviendo los últimos días? ¿Era por algo que había sucedido en su trabajo y que no me había contado? Si era así, la única posibilidad que se me ocurría es que hubiera pasado algo con Roberto y solo de imaginar que mi mujer se estuviera masturbando pensando en él... no quería ni pensarlo.

Aunque claro, la alternativa era aún peor.

Sara había sido consciente de nuestras miradas en el gimnasio, tanto las mías como las de Rubén.

¿Y si el motivo de su paja era el monitor? ¿La habría excitado ver su cuerpo musculado y trabajado, sentir sus miradas lascivas sobre su cuerpo?

¿Estaría ahora mismo imaginando que ese cuerpo que yo había contemplado en la ducha estaba entre sus piernas?

¿Que ese pollón que tenía entre las piernas la taladraba sin compasión?

Unos sudores fríos recorrieron mi piel mientras veía como el cuerpo de Sara se agitaba fruto del orgasmo que la recorría entera, un largo quejido escapaba de su boca y de entre sus muslos fluían los abundantes jugos fruto de su corrida.

Cerré los ojos al instante, no quería seguir viendo aquello y, menos, que Sara me pillara haciéndolo.

Simulando dormir, sentí como mi mujer se subía las braguitas, se recolocaba el camisón y se cubría de nuevo con la sábana. Me pareció notar que me miraba, como para cerciorarse que realmente dormía y, al final, se dio la vuelta cogiendo la postura para volver a dormirse.

Al poco sentí su respiración acompasada que delataba que otra vez dormía. A mí me costó algo más.El sonido machacante del despertador me hizorecobrar la conciencia.

Alargué la mano para apagar aquel ruido ensordecedor que machacaba mi cabeza. Cuando lo conseguí, noté movimiento al otro lado de la cama. Me giré con algo de temor recordando lo sucedido la pasada noche.

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