La sola idea de tener algo con qué amenazar a Aria, o mejor aún, torturarla hasta que deseara no haber nacido, llenaba a Delsa de una alegría perversa. Aunque estuviera pálida y débil en la cama del hospital, no podía ocultar la sonrisa maliciosa que asomaba en sus ojos.
Delsa le envió un mensaje de voz porque le costaba escribir: "¿Te registraste? ¿Con quién, con algún pobre diablo que no sabe que eres una descarada, desesperada por afecto, que has llegado a amenazar a un vagabundo para tener un encuentro íntimo con él?"
"Aria, en realidad mi enfermedad no es tan grave como parece. Podrías esperar a tener el bebé, pero, simplemente, no quiero darte ese gusto."
Al recibir el mensaje de voz de Delsa, Aria no sintió ni el más mínimo deseo de escucharlo. Pero a pesar de eso lo oyó, mientras soltaba una risa de desprecio.
¿Ah, sí? ¡Pues que espere sentada!
¿Acaso pensaba que Aria seguía siendo la misma pobre chica a la que todos podían pisotear?
Antes, cuando estaba completamente controlada por la familia Ibarra, verdaderamente no tenía cómo escapar de su influencia, ni podía dejar de depender de ellos económicamente.
Así que, en cierto modo, debía agradecerle a Delsa por todo su plan, que la había empujado directo a los brazos de Patricio, permitiéndole convertirse en la flamante Señora Beltrán.
Durante el camino de vuelta, reinó el silencio entre Aria y Patricio. La realidad de estar unidos por un bebé y un contrato igualmente les impedía sentirse realmente cercanos.
Sin embargo, cuando Aria revisó por enésima vez su acta de matrimonio, Patricio no pudo evitar lanzarle varias miradas.
"¿Te arrepientes?"
Admitía que casarse había sido algo precipitado, pero, ¿qué podían hacer si el bebé ya venía en camino?
La voz tranquila de Patricio no era precisamente tierna, pero para Aria sonaba increíblemente reconfortante.
Ella presionó el acta de matrimonio contra su pecho, sus ojos eran brillantes y llenos de alegría.
"Para nada, me siento muy segura."
Lo que Patricio le había dado no era solo un acta de matrimonio y un contrato de prueba, sino un hogar.
Si la vida antes de Delsa era un paraíso por ser la heredera de los Ibarra, luego de su aparición se convirtió en un infierno.
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