¡Mierda! Mi cabeza duele como los mil demonios. No quiero ni abrir los ojos del dolor que sé que vendrá después. No sé dónde estoy, pero siento mis sábanas bajo mi cuerpo y mi pijama puesto.
¿En qué momento fui a casa?
¿Cómo llegue aquí?
¿Qué pasó anoche?
Sinceramente no entiendo ni recuerdo nada de lo que pasó anoche. Tampoco entiendo cómo y cuando me puse el pijama... ¡Qué mierda pasó anoche!
Después de unos minutos decido abrir los ojos a pesar del dolor que siento en la cabeza. La luz me ciega y siento unas puntadas gigantes en esa parte de los ojos y la cabeza. Creo que fue mala idea abrir los ojos tan de pronto, pero ya lo hice. Si los cierro la próxima vez que intente abrirlos será mil veces peor.
Cuando mis ojos ya se habitúan a la luz matutina puedo ver que estoy en mi habitación como pensé. Solo que no estoy sola. Sentado en una silla a mi lado se encuentra Sergio, durmiendo, y con unas ojeras que me dicen que no durmió en toda la noche. Intento levantarme de la cama con el mayor cuidado posible, pero el mareo que se produjo me hizo volver a acostarme en la cama.
-Siento que me voy a morir- digo para mí misma y vuelvo a cerrar los ojos.
-Tranquila- escucho la voz de Sergio e inmediatamente vuelvo a abrir los ojos- Solo es una resaca. Las primeras son las peores así que entiendo cómo te sientes.
Sergio se levanta de la silla en la que estaba durmiendo y se va al baño para volver con un vaso, o más bien un jarrón, lleno de agua el cual me ofrece y yo le agradezco con la mirada y una pequeña sonrisa. Él simplemente se da media vuelta y comienza a irse.
-Hey- lo detengo y él solo para de caminar, no se da vuelta- ¿Puedes quedarte y explicarme que pasó?
-Averígualo por ti misma- me dice Sergio completamente frío.
-Eso intento- le digo ya enojada- Pero soy una maldita imbécil que tomó demasiado anoche y que no recuerda que es lo que ha pasado.
Por fin Sergio se digna a darse vuelta, aunque hubiera preferido que no lo hubiera hecho. Su mirada es fría, seria y para nada comprensiva.
-Solo sé que Katherine me llamó anoche porque estabas haciendo ridiculeces y me pidió que te fuera a buscar. Cuando llegué allí, vi que tenía razón. Estabas haciendo muchas estupideces y ahora concuerdo contigo... eres una idiota.
Estoy comenzando a reaccionar por las palabras que me está diciendo Lianna. Me acerco a ella lentamente y comienzo a abrazarla. Para mi sorpresa, Lía me deja abrazarla. Pensé que me golpearía o me alejaría de alguna manera, pero me deja abrazarla. Pongo una mano en su espalda y la otra en su cabeza, haciéndole cariño, acariciando su pelo e intentando relajarla. Sé que todo lo que está pasando es mi culpa, que lo que sentimos cada uno por el otro nos está matando por dentro... pero creo que lo que más nos está matando es no poder besarnos cuando queremos, no poder ser como fuimos aquellos dos días.
Tomo su cabeza por entre mis manos. Junto su frente con la mía. No puedo besarla, pero mierda quiero hacerlo... Sus labios están demasiado cerca. Al diablo la moral, ambos lo necesitamos.
Comienzo a besarla y ella al principio no responde, pero tampoco se aleja, pero luego de unos segundos sigue el beso, lo que me hace ser el ser más feliz de este mundo. Es un beso tierno y salado por todas las lágrimas que Lianna ha derramado, pero eso es lo de menos. La quiero, amo besarla y siento que mi estomago va a explotar de todas las abejas asesinas que se instalaron de repente en mi interior. La deseo demasiado...
Pero no haré nada. No a menos que ella de el primer paso. Y es justo en aquel comentario que se estaba formando en mi cabeza que fue cuando Lía acelera el beso y lo hace más apasionado. Pasa sus manos por mis brazos y comienza a acariciarme. Luego, con fuerza, me junta con ella y entiendo el mensaje. Ambos queremos lo mismo. Ambos deseamos lo mismo. Lo necesitamos.
Y comenzamos a sacarnos la ropa, para disfrutar de un buen momento juntos, tal y como lo hicimos aquel día, olvidando preocupaciones y todo lo demás.
-Lía- le digo mientras lo hacemos- ¿Para qué quieres alcohol para olvidar tus problemas si tenemos esto?
Ella solo se ríe y continuamos...
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Por qué eres mi hermanastro?