Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 28

   Así estaban las cosas, Danielle, estuvo recluida en su apartamento todo el día domingo, se encontraba muy adolorida, las heridas en sus pies, el golpe en su coxis y el esguince de la mano, como si le hubiesen dado una paliza digna de recordar..., sin apetito estuvo todo el día en la cama mirando por la ventana, el techo, dormitando y otra vez lo mismo, repasó la discusión con Amanda, eso no cambiaba, se sentía molesta con ella por exigirle ir a esa cena, estaba segura que había algo raro en su insistencia, había algo que no le estaba diciendo...

Y estaba la culpa, el error de haber olvidado la cita con Nicholas. Deseaba tanto verlo y que cumpliera con todas las cosas que le había dicho al teléfono que la única conclusión que sacó de la terrible noche que tuvo fue que era estúpida, se dejó llevas por lo tentador que sonaba un segundo trabajo, podría ahorrar y de una vez acabar sus estudios, es lo que ha deseado desde que consiguió el puesto en Imperio Co. Porque su plan de ahorro no le permitía ese gasto sino hasta dentro de 3 o 4 años, cuando la hipoteca del apartamento estuviese saldada. Que tonta..., hacerse ilusiones con algo que sabía sería imposible en este punto.

La mañana siguiente Danielle, llegó a la oficina una hora antes de su horario. Estaba nerviosa, pese a que lo pensó todo el domingo aun no sabía qué decirle a Nicholas, cuando lo viera. Llevaba la corona de la culpa y la palabra "Influenciable" escrita en la frente. Aunque Aaron, le dijo que podía irse, pero la ambición que le provocó este proyecto le nubló el juicio. Ahora con la mano colgando de su cuello con ayuda del cabestrillo inició su rutina diaria. Abrió la puerta del despacho de Nicholas, encendió la computadora, subió las cortinas con el mando a distancia, se fijó en la temperatura, siempre a 19 grados, revisó la bandeja de salida, había un par de documentos que debía enviar, los metió bajo su brazo y regresó a su escritorio, con una torpeza horrible manejó el mouse con la mano izquierda y le dio a imprimir al informe que Nicholas, había solicitado por correo el viernes por la tarde. Dejó la impresora con suficiente papel y se fue a verificar la sala de reuniones, organizó la gran mesa rectangular con sillas suficientes para la directiva y sus asistentes.

A las 9 de la mañana regresó a su escritorio para ordenar los informes y con eso iba a necesitar ayuda, no podía anillarlos con una sola mano, tardaría una eternidad y aun debía asegurarse que la empresa de catering acomodara todo en la sala de reuniones.

-Frida, buenos días

-Danielle ¿qué te pasó en la mano? –soltó al verla

-Me asaltaron, nada importante

-Qué horror ¿cómo te maquillaste por la mañana? –soltó con una mueca de desagrado

-Con mucha paciencia, solo conseguí ponerme máscara de pestañas y un poco de rubor –suspira cansada aun le quedaba mucho por hacer y estaba allí parada hablando de maquillaje

-Te ves fatal

-Gracias, pero no vine a eso, necesito ayuda con los informes, hoy habrá reunión de directorio ¿puedes encargarte de anillarlos? Ya están ordenados, revisé que ninguna página se repitiera ni que faltara

-Bien, pero tendrás que hacerte cargo de mi teléfono mientras yo voy a encargarme de eso

-Por supuesto, gracias

-Todo sea por escapar del genio del jefe, llegó con un humor de los mil demonios

-Oh..., eso no es bueno

-No, y cuando vea que te falta una mano se va a molestar más, lo sé

Sin mencionar una palabra más, Danielle, fue por los informes, separados en carpetas, le dio instrucciones de cómo debían quedar y dejó esa tarea en sus manos, ahora estaba nerviosa, quería hablar con Nicholas, quería disculparse.

Estuvo unos minutos en el puesto de Frida, antes que llegara el catering, les indicó cómo organizarlo todo en la sala, luego les dio indicaciones a las dos personas que se quedarían para servir el desayuno.

Ahora debía hablar con Nicholas. El momento había llegado. Nerviosa se acercó a su escritorio, tomó el auricular y marcó a la línea privada.

-¿Qué pasa?

Fue todo lo que dijo y por su tono lo que decía Frida, sobre su humor era muy cierto.

-Buenos días señor Allen, la sala de reuniones está lista, los informes están siendo encuadernados y ahora estoy por imprimir la información del proyecto con Kobayashi ¿desea hacerle alguna modificación? –preguntó ansiosa por llegar a lo que realmente quería preguntar

-No, hazlo

-Enseguida... -suspiró insegura de pedirle hablar

-¿Algo más? –espetó de malas

-¿Es posible que hablemos un momento?

-No, estoy ocupado con la reunión

Y eso fue todo, cortó la llamada y la dejó colgada. Con los ojos cerrados contuvo las extrañas ganas de llorar que su rechazo le provocaba.

"Me lo merezco por burra. Me lo merezco por burra"

Se lo repitió unas cuantas veces antes de continuar con su trabajo y terminar de preparar la sala de reuniones. Media hora más tarde los informes del proyecto Kobayashi, estaban listos y en sus elegantes carpetas. Danielle ya se había rendido con el cabestrillo, no podía hacer prácticamente nada, así que en un arranque de frustración se lo quitó y lo tiró al piso, tomó las carpetas y se disponía a ir hasta la sala de reuniones cuando por el pasillo apareció Elías Allen

-Buenos días señor Allen

Lo saludó Danielle, con entusiasmo, pero la mirada que tenía en su rostro le causó tal escalofrío que no pudo más que quitar la mirada algo avergonzada.

-Buenos días

Ladró antes de entrar directamente al despacho de su hijo y cerrar la puerta con fuerza, para que no cupiera duda que se encontraba molesto.

Eso pasa cuando el padre de tu jefe los pilla besándose. Pensó Danielle, antes de encaminarse a repartir las carpetas en cada puesto alrededor de la mesa en la sala de reuniones, una vez acabada esa tarea regresó por la planilla con los nombres de todos los asistentes para asegurarse que no faltara nadie, pero antes que pudiese regresar Nicholas, y su padre salieron del despacho, faltaban solo 10 minutos para que iniciara la junta.

Nicholas, la ignoró por completo, ni siquiera le dirigió la mirada, caminaron frente a su escritorio en silencio, pero entonces Elías, se detuvo y sorpresivamente se agachó a recoger algo del piso

-¿Pero..., de quién es esto?

Entre sus dedos pulgar e índice sostenía el cabestrillo de Danielle, con una mueca de asco, como si fuese la cosa más sucia que ha visto en su vida.

-¡Lo siento, es mío!

Chilló avergonzada y sin darse cuenta alargó la mano lastimada dejándola a la vista de Elías y Nicholas..., bajando la mirada ocultó el cabestrillo y la mano detrás de su espalda esperando que siguieran su camino

-Ya deben estar llegando todos, te alcanzo en unos minutos

-De acuerdo, no tardes –le advirtió Elías, a su hijo con una mirada de hielo.

Ambos observaron cómo Elías, se alejaba por el pasillo dejándolos a solas.

-¿Se puede saber por qué no has entregado una licencia por sea lo que sea que le ha ocurrido a tu mano? –gruñó furioso

-No tengo una..., señor

-¡Ve al maldito doctor y utiliza el puto seguro médico!

Gritó tan fuerte que llamó la atención de Tamara, quien estaba en la entrada de la sala de reuniones saludando a Elías.

-Nicholas ¿todo en orden? –preguntó con cautela, lo último que quería era enfadarlo más

-No -de un tirón para nada delicado le quitó a Danielle, la planilla que sostenía en su mano izquierda (la buena) y se la dio a Tamara-. Dile a la secretaria que se encargue de esto, ahora.

-Por supuesto.

Les dio una última mirada, Danielle, seguía mirando el piso mientras que Nicholas, estaba tan furioso que lo creía capaz de asesinarla con la mirada.

-No te quiero aquí cuando acabe la reunión, no te necesito

A punto de echarse a llorar por la frialdad en su tono de voz y el modo en que le hablaba intentó contener las lágrimas todo lo posible, ni siquiera fue capaz de hablar solo asintió con la mirada clavada en su mano lastimada y esperó a que se marchara.

Y ya no pudo más, lo había arruinado todo y lo peor es que comenzaba a creer que ya nunca más volverían a lo que tuvieron hace solo unos días..., y todo por su culpa

-Dani ¿estás bien?

La voz de Tamara, la sacó de su trance y su llanto de culpa silencioso. Soltando aire con fuerza se obligó a levantar la mirada para verla a la cara

-Sí, estoy bien...

-Cálmate, no llores -intentó consolarla-. Será mejor que hagas lo que dijo o cuando salga de esa reunión las cosas serán peor

-No quiero perder el día...

-No lo harás, tranquila, vamos toma tus cosas y ven conmigo –le sonrió para que se calmara

-Pero...

-No es ninguna molestia

Accedió a ir con ella, tomó sus cosas y se fue hasta la oficina de Tamara, aceptó un vaso de agua y un pañuelo mientras la observaba solicitar hora en algún centro médico e imprimía toda la información del seguro médico que tenía la empresa para sus trabajadores.

Acabó llevándola ella misma pese a sus protestas, se encargó que no le cobraran un solo peso y que la atendieran como es debido, incluso la llevó hasta su apartamento para que no tuviera que ir sola por la calle con el nuevo yeso en su mano, decidieron cambiarlo por precaución y así poder tomar nuevas radiografías.

-Gracias por todo Tamara, yo..., estoy algo avergonzada, no suelo ser tan llorona pero hoy estaba particularmente sensible y..., no aguanté...

-No te disculpes, solo procura descansar y no te atrevas a regresar a la oficina hasta dentro de 7 días como lo recomendó el médico

-Pero...

-Yo misma hablaré con Nicholas -promete sabiendo que eso le preocupaba-. Pero nada más de salir sola de noche, lo que te ocurrió fue peligroso, podría haber sido peor, una mano esguinzada y los pies lastimados no fue nada, eres una chica linda

-Gracias.

-De todos modos échale un vistazo a tu correo, en caso que quien te reemplace necesite un poco de ayuda

-Cla..ro...

¿Reemplazo? No quería que la reemplazaran, ahora sí estaba preocupada, era su primer mes desde que Nicholas, le aseguró que el puesto era suyo y ya estaba faltando...

-Nadie te va a sacar, así que borra esa expresión de pánico

-Es que..., yo

-Todos necesitamos el trabajo, lo sé, concéntrate en descansar y recuperarte

-Lo prometo

-Creo que le harás mucha falta, eres un 10 en tu trabajo

Hablaron unos minutos más antes de despedirse. El resto del día, lo pasó igual que el anterior, acostada en su cama mirando el techo y la ventana por turnos.

La mañana siguiente Jazmin, llegó al apartamento preocupada, no esperaba encontrar a Danielle, pero desde el instante en que entró supo que su adorada sobrina estaba allí.

-Jaz... ¿qué haces aquí? –preguntó Danielle, sentada en la cama con un libro apoyado en las piernas

-¡Leo, me llamó para saber cómo seguías! ¡Niña! Que susto me ha dado cuando me contó lo que sucedió el sábado, SÁBADO..., hace tres días –acabó en un susurro a punto de echarse a llorar de la angustia

-Lo lamento..., pero estoy bien –cerró el libro y se movió para dejarle espacio a Jazmin, para que se sentara junto a ella

-Dani, entiende que me preocupo, sea lo que sea, hasta por un rasguño

-Lo lamento –susurró emocionada, estaba muy sensible

-Amor, esas ojeras no me gustan ¿has comido algo?

-No tengo apetito..., me dieron unas píldoras que me ponen medio tonta, me mareo y tengo que estar aquí mirando el techo

-Eso es fatiga, voy a prepararte unas tostadas

-No es necesario

-Sí lo es Danielle Duncan Ross, no vas a dejar de comer porque estés deprimida –declaró Jazmin

-Solo una, no tengo hambre

-Ya lo veremos.

Jazmin, no se movió de su lado en todo el día, asegurándose de mantenerla distraída, le hizo las uñas e insistió en lavarle el cabello. Fue así por los siguientes cuatro días.

El viernes Jazmin, tenía un compromiso, así que la noche anterior le dejó el almuerzo listo a Danielle, para que no tuviera que hacer nada, solo calentarlo, se lo agradecía, que la cuidara tanto, pero tampoco le gustaba mucho, descuidaba a su esposo, entre el trabajo y mimarla a veces pensaba que era demasiado...

Ese día por la tarde Danielle, bajó al primer piso del edificio, en la entraba había una especie de recepción pero no tan lujosa como la palabra en sí. Trabajaba el de mantenimiento y estaban los anticuados teléfonos públicos. Necesitaba llamar a Leo, era el único amigo que no estaba enojado con ella, y Aaron, pero no se sentía cómoda pidiéndole favores.

-Hola Leo, habla Danielle –saludó al escucharlo recitar su contestación habitual

-Ruidosa hola ¿Cómo sigues?

-He tenido mejores semanas –suspira feliz de escuchar una voz amigable

-¿Va todo bien? ¿Te puedo ayudar en algo?

-De hecho si, lo haré rápido no sé cuánto tiempo tengo llamando de un teléfono público –explicó

-Suéltalo

-¿Me puedes prestar uno de tus antiguos celulares hasta que pueda comprarme uno? Necesito estar comunicada con Jazmin, está algo resentida porque no le conté lo del sábado

-Por supuesto, tengo varios para que escojas

-Gracias ¿a qué hora puedo ir a recogerlo?

-Cuando quieras, estoy trabajando desde la casa

-Iré ahora entonces

-Te espero, y ten cuidado

-Gracias Leo.

Subió a su apartamento a buscar su bolso y enseguida se fue a la parada del bus. Estaba impaciente por saber si Nicholas, había intentado llamarla en estos 5 días que ha estado ausente en la oficina, moría de ganas por escucharlo para así borrar el recuerdo de la última vez que hablaron. Una hora más tarde finalmente llegó a casa de Leo, él, la estaba esperando en la entrada y tuvo que darle una sola mirada para darse cuenta que no lo estaba pasando muy bien.

-Hola Dani –la abrazó con cuidado de no aplastar su brazo

-Leo, hola –le dedicó una media sonrisa

-¿Entramos? –sugirió señalando la puerta

-No yo..., vi el auto de Amanda, estacionado afuera y..., no quiero una discusión en este momento

-¿Siguen sin hablarte porque no fuiste a esa cena?

-Sí –se encoge de hombros

-¿Mika, también? –preguntó molesto

-Eso creo, debe haberme llamado el sábado

-Dani, no me gusta verte deprimida, no eres así

-Solo estoy pasando por un momento... "complicado", pero voy a estar bien

-De acuerdo, vamos a que recuperes tu número y luego te llevo a tu apartamento

-Leo, no tienes que hacerlo, puedo ir sola –lo detuvo, no le gustaba para nada esa arruga en su frente

-¿Qué clase de amigo sería si te dejo así? No me digas que no tengo que hacerlo, porque no tengo. Quiero hacerlo porque somos amigos ¿quedó claro?

-Me vas a hacer llorar, estoy hecha una llorona –toma aire intentado apartar las lágrimas

-Me gusta más cuando lloras de tanto reír

-A mí también...

-No se diga más, al auto señorita, ahora

Asintiendo fue hasta la camioneta de Leo, mientras él, entraba a la casa por uno de los tantos celulares antiguos que guardaba como pasatiempo, le gustaba renovarlo cada año.

Cuando Leo, subió al auto con la caja de su último celular y miró la expresión de Danielle, supo que había algo más, así que no arrancó el auto hasta que ella le dijera lo que sucedía

-Yo..., me siento algo avergonzada de tener que admitir esto pero no tengo dinero para pagar un nuevo chip o nada en realidad..., aun no me pagan en el trabajo, he estado toda la semana en reposo y debieron haber hecho el deposito hace tres días

-¿Qué le pasa a esos idiotas? Eso es una falta terrible a los derechos del trabajador, puedes denunciarlos por eso –gruñó molesto

-No quiero perder mi trabajo –susurró con miedo a que así fuera en cuanto regresara de su licencia

-Si pero... -se detuvo al recordar algo-. Sanes, nunca llegaste a decirme dónde trabajas

-Imperio Co.

-¿Secretaria?

-Asistente de un hombre complicado y temperamental –suspira, le gustaba hablar de Nicholas, aunque no pudiese hacerlo

-¿Te trata bien?

-Normal, creo –se encoge de hombros, no iba a decirle nada sobre Nicholas. Leo, es abogado y conoce a mucha gente, puede que incluso al mismo Nicholas, y no quería meter la pata

-Sí, señor

Guardó silencio esperando un "hasta mañana", pero Nicholas, solo se giró y alcanzó a Vanessa, en el ascensor, había regresado el endemoniado niño rico de hace 7 meses...

Hasta las 10 de la noche estuvo trabajando en los informes, se encontraba angustiada y se sentía miserable, entendía muchas cosas ahora que tenía claro que si existía una novia, bueno no es que creyera que un hombre como él, fuese soltero o que no tuviese a quien llamar cuando quería sexo, pero fue lindo creer que se interesaría en alguien como ella. Una chica común y corriente.

Mientras dejaba los informes en las bandejas de cada asistente antes de marcharse decidió que era hora de llamar a sus amigas, no soportaba que estuvieran enfadadas por algo que ella creía era una tontería.

Primero llamó a Mika, saltó el buzón. No dejó mensaje.

Luego llamó a Amanda, y nuevamente saltó el buzón de voz.

Algo colapsada en sentimientos revueltos, caminó a la parada del bus, la calle estaba bastante silenciosa y quizás sea paranoia suya pero un escalofrío le puso la piel de gallina, la última vez que estuvo sola de noche la asaltaron, no dejó de mirar a su alrededor en busca de algunos ojos ocultos en alguna esquina, sentía que la observaban, pero no había nadie.

El bus tardó otros 15 minutos en pasar y abordo fue lo mismo, desconfiaba de todos los pasajeros que subían.

Media hora de viaje después una notificación en el celular la sacó de su ansiedad por llegar pronto a casa

De Leo [22:47]:

Estoy furioso, le dije a la tonta de mi esposa y a la princesita Amanda, que se dejen de pendejadas y hablen. No me gusta que te dejen de lado. Háblame si lo necesitas Ruidosa Leo..., suspiró agradecida por su preocupación, necesitaba algo de eso para estar tranquila.

De Danielle [22:49]:

¡Eres un encanto cuando quieres! Gracias Leo, lo necesitaba Al siguiente día tampoco le pagaron y ya comenzaba a desesperarle no tener luz y no sabía cuánto más podría mantener a su tía Jazmin, lejos del apartamento. Lo último que quería era que le pagara las cuentas, ya había hecho suficiente por ella y sentía la necesidad de en algún momento hacer lo mismo, ser su apoyo no su carga.

Jueves. Ya eran 8 días de retraso, así que armándose de valor para enfrentar al "hombre de hielo" se levantó de su silla, se acomodó la manga de su blusa, la doblaba para tener comodidad al trabajar con la muñequera y no quería que Nicholas, se la viera. Con decisión caminó hasta la puerta doble, tomó aire y tocó. Ya estaba harta de sentirse miserable, sin luz y culpable por haber arruinado la buena relación que llegaron a tener en cuanto al trabajo, ahora volvía a ser nadie y era la sensación más deprimente que ha llegado a experimentar, quería llorar cada vez que le levanta la voz o cada vez que no se despide. Estaba convertida en una magdalena y en lo único en qué pensaba era en disculparse, en pedirle perdón personalmente, sin ninguna doble intención, ahora que sabía que tiene novia no esperaba nada, pero estar bien en el trabajo era esencial. Volvió a tocar, y una vez más hasta que escuchó un seco "adelante". Tomando aire para enfrentarlo abrió la puerta y nada más dar dos pasos en el interior espetó

-Estoy ocupado ¿qué quieres?

Soltó en cuanto la vio entrar y sin despegar la mirada de la pantalla del computador.

-Seré breve -anunció y se preparó para no titubear-. Mi paga está retrasada en 8 días y usted es quien debe aprobarla

-Ah, se me traspapeló -continuó sin mirarla

-¿Es posible que se solucione hoy? Necesito el dinero -preguntó al ver que no le prestaba atención

-Tengo que descontar el celular que estás utilizando para el trabajo -comentó con calma y esta vez sí levantó la mirada

-¿Qué? No puede hacer eso, yo no acepté nada parecido -chilló preocupada

-Lo estás utilizando -arquea una ceja de modo acusatorio

-Solo lo toqué para encenderlo, dejó muy claro que es solo para el trabajo, no lo uso para nada más, ni para mirar la hora..., es, es muy costoso para mí -confesó preocupada era el último modelo de iPhone

-No me sirve una asistente incomunicada -continuó mirando la pantalla y unas hojas sobre el escritorio

-Pero..., no puede descontármelo así como así, cuento con este dinero -tenía que estar de broma estaba a punto de echarse a llorar

-¡Y yo con que contestes el maldito teléfono! –alzó la voz disgustado con la conversación, siempre se hacía lo que él, decía, detestaba este tipo de "enfrentamientos"

-Pero...-

-Si no tienes nada más que decir, retírate -la interrumpió dando por terminada la conversación

No daba crédito a lo que a este hombre respecta, cuando pensaba que no podía ir más lejos, abría la boca y se superaba. Alucinada regresó a su escritorio, se sentó en su silla y llevada por el coraje que le provocaban estos desplantes de superioridad cargados con una pisca de abuso de poder, guardó el hermoso iPhone pink gold en su caja con todos los accesorios, se negaba a usar el aparato, ni loca iba a permitir que se lo descontara..., y llevada por una amarga sensación recordó que en su cajón "privado" donde mantiene sus cosas con llave, estaban el iPad y los pendientes de diamante, nunca tuvo la intención de conservarlos de todos modos, solo los usó para la gala, si creía que el darle aquellos artículos le sumaba poder para tratarla como quería entonces estaba muuuy equivocado

Con todo aquello bajo el brazo volvió hasta el despacho y sin tocar, ni decir una sola palabra invadió su espacio y avanzó decidida hasta el escritorio de Nicholas, dejó las cosas en una esquina y le dijo muy seria y enserio mirándolo a los ojos en todo momento:

-Para que no se preste para malentendidos le estoy regresando todas las cosas que me ha entregado, así luego no me las tiene que descontar

Nicholas, paseó la vista por el iPad, fue un regalo en agradecimiento por todo lo que le ayudó mientras estaba en el extranjero. Lo del celular, puede que esperara aquello, pero ver los pendientes de diamante que le dio no le gustó para nada, había ido personalmente a una joyería a comprarlos para ella...

Al ver que Nicholas, solo observaba los artículos con esa expresión tan arrogante, decidió que era mejor regresar al trabajo, sabía que tendría problemas por haber entrado sin su permiso, así que dio media vuelta y caminó a la salida

-Danielle, detente ahí mismo -ordenó con voz neutra, algo abrumado

Pero ella no dio la vuelta, ignoró las órdenes de regresar y salió de allí a toda prisa, estaba furiosa y muerta de miedo, ahora sí que se había buscado los problemas.

Con ambos furiosos y un Nicholas, que echaba humo solo podía resultar en una discusión. Y cuando Danielle, lo vio aparecer frente a su escritorio lo supo, estaba en problemas.

-No vuelvas a ser tan maleducada como acabas de serlo, si te hablo tu obligación es prestarme atención, no hacer berrinches de niñita. Recuerda tus modales SIEMPRE que te dirijas a mí

-No se volverá a repetir señor -murmuró con pesar

-¡Sí! Si quieres seguir trabajando aquí será mejor que lo pienses DOS veces antes de desafiarme

-Mi intención no era desafiarlo..., pero mi comportamiento estuvo mal, y no volverá a ocurrir

Reuniendo todas sus fuerzas levantó la mirada y lo enfrentó, estaba con su ceño arrugado pero en cuánto vio la ira y la tristeza mezcladas en su azulada y dulce mirada, cambió la expresión. Se arrepintió al instante de lo que había dicho, pero aun así no dijo nada para retractarse, regresó a su despacho y la dejó sola.

Danielle, nunca había estado tan furiosa con nadie, ni siquiera por el hecho que sus amigas le hicieran la ley del hielo le molestó tanto como la frialdad con la que le hablaba Nicholas.

La mañana siguiente tomó una decisión, no iba a presentarse a trabajar. Ya estaba siendo demasiado, la venganza de Nicholas, se estaba excediendo y no lo soportaba más..., era cruel, no era justo, estaba mezclando las cosas y evitando pagarle, así que si creía que podía controlarla al no darle su salario, estaba muy equivocado. Le envió un mail a Tamara, explicándole los motivos de su falta y le confesó no tener electricidad en su apartamento por culpa de su jefe, por supuesto que le pidió que no lo comentara con nadie, pero ya no podía seguir así.

Estaba muerta de miedo, faltar no era algo que le gustara, podían despedirla, aunque era injusto lo que su jefe hacía con ella.

Estuvo dos horas haciéndole compañía al pequeño vecino y esperando que Nicholas, la llamara para obligarla a trabajar, apenas a las 8:10 de la mañana fue Tamara, quien finalmente llamó.

-Buenos días Danielle

-Tamara ¿estoy despedida?

-Claro que no, estás en todo tu derecho, sabes cómo es Nicholas, cuando está molesto, no escucha razones

-Lo sé...

-Dijo que quiere hablar contigo hoy, te va a dar un cheque y el día libre para que puedas cobrarlo y pagar tus cuentas –explicó comprensiva

-¿Estoy en problemas?

-No Dani, creo que se dio cuenta de lo mal que estuvo

-¿Dijo algún horario?

-No, pero te espera durante la mañana

-Estaré allí lo antes posible, gracias

Emocionada se dio una ducha, se vistió casual, jeans negros, botines de tacón bajo, una blusa y su abrigo rojo preferido. No se molestó en intentar maquillarse, era imposible hacerlo con la mano izquierda cuando eres diestra.

Llegó a la oficina a las 10 de la mañana, Frida, como siempre estaba metida en su celular cuando se presentó frente a su escritorio.

-Buenos días Frida

-Apareciste, tu jefe anda como ogro –protestó ignorado su saludo

-No es "mí jefe"

-Eres la única que lo soporta

-Le avisas que ya llegué, me está esperando -ignoró su comentario

-Sí señora –se quejó mientras tomaba el auricular

Siempre lo mismo con ella, pensó Danielle, mientras la escuchaba hacer la llamada.

-Que pases, no es necesario que toques a la puerta

-Gracias

Le sonrió a esa cara de fastidio que ponía Frida, cada vez que alguien que no fuese su jefe le pedía que hiciera algo.

Con un nudo en el estómago caminó hasta el despacho de Nicholas, no estaba segura de lo que fuese a ocurrir, optó por tocar una vez antes de abrir la puerta para entrar.

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