Poséeme romance Capítulo 13

Suavemente y sin lastimarla, comenzó a desamarrarla, poco a poco cada una de sus extremidades, en tanto ambos guardaban un incómodo silencio.

Incómodo para ella, claramente.

Cuando al fin se sintió liberada de sus ataduras, él le aconsejó que permaneciera en esa posición un momento hasta poder recuperar el equilibrio postural de su cuerpo, dado que lo que acababa de suceder podría dejarla mareada y sin fuerzas por unos minutos.

Ella esperaba un ¿Cómo estás? ¿Cómo te sentiste? O quizás un ¿Te gustó lo que te he hecho? Pero no, su silencio comenzaba a incomodarla, más aún porque la ignoraba completamente.

En una de las esquinas d ella habitación, había una ducha y allí, sin mostrar ningún pudor, se metió a bañar. Ella volteó su cabeza para mirarlo y allí se detuvo a recorrer su cuerpo.

Santino no era el típico hombre musculoso de los raviolitos marcados en el vientre, de echo eran ausentes, pero si había algo que le cautivaba a Abril, era su enorme y bien redondo trasero y ni hablar de su espalda.

Su miembro tenía un grosor que le había hecho sentir la presión en sus paredes vaginales, y de tamaño no era mandingo, pero se defendía bastante bien.

- No me mires. – dice de repente tomándola por sorpresa y ella levanta ambas cejas y suelta una carcajada.

- ¿No me digas que te da pudor que te vea en pelotas? – suelta divertida, pero la respuesta de él, logra excitarla.

- No es pudor, es que si sigues mirándome así, tendré que volver a follarte y no debo hacerlo. – se detiene. – otra vez. – y se voltea, dejando a la vista su gran espalda y su redondo trasero.

Sin más, Abril logra incorporarse y sin que él se percata de su cercanía, se mete a la ducha con él, cuya primera acción, fue la de abrazar su espalda y besarla con dulzura, lo cual lo sobresaltó y enseguida se dio la vuelta para sujetar sus manos.

- No me toques. – le dice fijamente y ella sonríe de primeras, pero luego se da cuenta que le habla enserio y su rostro se endureció.

- ¿Está en el contrato que no puedo tocarte? – suelta de golpe.

- No. Pero no me gusta que me toquen, si no es cuando lo ordeno y dónde quiero que lo hagas. – entonces deja sus brazos acomodados a cada lado de su cuerpo, para poder apreciar su obra. En cambio ella, tenía su mirada perdida en él.

Por un instante él recorrió su cuerpo desnudo con la mirada y el tenerla tan cerca podía hacerlo apreciar los detalles de su cuerpo, sus marcas, sus estrías. Esa mirada suya ya la ponía nerviosa, peo no del modo de excitarse, sino del modo de estudio, de observación detallada de sus imperfecciones.

- Por favor, deja de mirarme así. – él levanta su vista y se encuentra con sus ojos que reflejaban incomodidad, al mismo tiempo que disimuladamente intentaba cubrirse su vientre.

- No te cubras. – le dijo dejando sus manos de lado. – toda mujer es hermosa. – fue lo único que dijo y ese gesto fue suficiente para ella. - ¿Eres acomplejada? – pregunta de repente.

- No… o quizás a veces. Tu mirada es diferente. – él hizo un gesto que ella interpretó como que no entendía por qué lo decía, pero ante cualquier cosa, Santino le recordó una de sus cláusulas

- No puedes enamorarte. – y ella se le rio a carcajadas en la cara.

- ¡Tan engreído eres! Tengo a mi novio al cual amo y esto es un trabajo para mí. Una vez que el contrato finalice, cada quien seguirá en lo suyo. – carcajeo y le dio la espalda. – hombres… - enmarcó esa palabra con una sonrisa.

Cuando ella le dijo que su mirada era diferente, se refería a que la sentía estudiarla, compararla y eso le incomodaba. Ella imaginaba que en la vida sexual de Santino hubo infinidad de mujeres al estilo modelo y ella no era de ese tipo, más bien era una mujer de cuerpo real. No es acomplejada, se gusta como es, pero ¿A quién no le incómoda que se la mire de esa forma?

Cuando ella se dio la vuelta, él no evitó mirarle los glúteos, rojos por las nalgueadas que le había dado y sobre todo, las marcas de sus dientes en uno de ellos se hacía claramente visible. La misma lo volvió a encender, lo puso duro y no esperaba para follarle el culo con tanta fuerza a qué le grite ¡Basta! Pero ya había cometido el error de follarla sin esperar los resultados del examen de sangre.

- ¿Cuánto más vas a seguro mirando el culo? – dice tomándolo pro sorpresa. – porque siento tu mirada allí. – y voltea su cabeza para encontrarlo con su visita fija en sus glúteos y su polla dura como la roca, con sus venas visibles. Ella sintió e hizo algo que él no se espero. - ¿Quieres esto? – hablo al mismo tiempo que se inclinaba y se abría ambos glúteos. El no pudo ni quiso contenerse y llevo su mano hacia en medio de ellos. – uff… - gimió con fuerza.- tócame así. –

Los dedos de Santino iban hacia su vagina, dónde hacía pequeños círculos y daba palmaditas, provocando que ella se contraigan, se relamiera los labios y los mordiera al mismo tiempo que sus ojos negros se clavaban en su cuerpo, tenso producto de la excitación.

Él llevo esos dedos, hacia la zona del ano y allí, intento enterrarlos. Ella era estrecha, por lo que le costó introducir el segundo. En tanto le ordenaba inclinarse más y tomarse con fuerza de la agarradera que se ubicaba a la altura de ella rodilla, esa postura le dejaba los glúteos bien empinados y él podría tocarla cómodamente.

- Estrecha. – dice de repente y ella, volteándose a verlo, sintiéndose deseada comenzó a exagerar sus expresiones faciales. Beboteaba mientras le introducía sus dedos en el ano y se mordía el labio inferior cuando el dolor la abraza.

- Me provocas mujer… - dijo utilizando su otra mano para apretar con fuerza uno de sus glúteos. – eres tentación pura. Quiero follarte el culo. – dice al mismo tiempo que siente en su dedo, como sus paredes anales se contraen, “lo comen” “lo succionan”

- Házmelo. – le dice mientras meneaba sus glúteos con su dedo dentro.

Abril era un fuego y Santino no había imaginado nunca que esa mujer podría intentar jugarle, dominar su deseo de follarla. Lo estaba haciendo tan bien, que por un momento sintió que el esclavo era él y que la de amo, era su papel.

- Alto. – dice él al mismo tiempo que saca su dedo desde dentro de ella. – no confundas los roles. – habla y ella lo mira divertida.

- Por un momento quise sentirme tu dueña. – dice intentando caricias su rostro pero él ataja el gesto con su mano, aprieta su muñeca y la voltea, dejando su brazo por debajo de su espalda.

- Voy a enseñarte tu lugar. – la lleva hacia una camilla que había en una de las esquinas, con una construcción un tanto compleja. La misma le permitía, tener bien extendidas y separadas sus puertas y sus manos unidos en lo altos e su cabeza. Solo pensarse en esa posición la hacían contraerse. – súbete. – y ella lo hizo. Ató sus muñecas al caño de la cama y ambas piernas, que estaban bien separadas, las engancho de las tobilleras de cuero. Y así la dejó par amor a buscar aquel aparatito color fucsia que sabría, sería lo mejor que usaría en su vida. - ¿Sabes que es esto? – le pregunta mientras le muestra un aparato con forma de huevo grande, que tiene una “colita” de unos 13 cm y finaliza en una pequeña bolita, que sería la antena. – es un vibrador por Bluetooth. – el solo imaginar lo que iría hacerle, sus partes íntimas ya comenzaban a lubricarse por sí sola. – pero no lo usaré ahora, es para decirte, ordenarte que mañana, quiero que lo lleves puesto a la oficina. – ella abre sus ojos ¿Puesto? – tranquila, quiero ver qué tan concentrada puedes estar en tu trabajo, que tan buena empleada eres con mientras estás explorando la excitación de tener un aparato que vibra dentro tuyo. – y de pronto se acerca a su oído Lu suficiente como para provocarle escalofrío. – y yo lo manéjate desde mi celular. Mañana, te quiero sin bragas, con esto dentro tuyo y abierta para mí. – y muerde su lóbulo de la oreja, provocando una corriente saltando en todo su cuerpo.

- Soy tuya papi… siii ummm ohhh… tuya solo tuya baby… ahhhh – Y cuando se quiso dar cuenta, estaba quitándose el preservativo, para dirigirse donde su rostro y ponerle la polla en la boca y hasta el fondo.

- Tómalo.. tómatelo todo. – le ordenó mientras eyaculaba en su boca y seguía metiéndole el dedo en su trasero.

- Ohh siii… ummm… siii… - podía exclamar entre gemidos y con su polla en la boca, tragando la gran cantidad de semen liberado dentro de la misma. Y así quedaron, él extasiado mirando las expresiones faciales de ella, satisfecha y ella aún queriendo más.

- Eres digna de llamar zorra en la intimidad. Me encantas – confesó clavando su mirada en los ojos de ella mientras ésta seguía meneándose y gimiéndole, lamiendo de sus labios el resto de semen en ellos.

- Sabes rico. – dijo dedicándole una sonrisa coqueta.

- Tu eres toda rica. – dijo acercándose a su rostro, lo suficiente como para que ella haga el balanceo para delante w intenté besarlo. – no. Nunca beso a mis esclavas. – y ella solo sonrió.

- Yo voy hacer que desees hacerlo y cuando lo hagas, te volverás adicto a ellos.- habla con una seguridad que podía envolverlo, que lo seducia, pero tenía una cláusula que si bien no puso en el documento lo tenía como regla número 1 y fundamental “queda terminantemente prohibidos los besos con sus esclavas” Santino no sabía qué era el amor y cómo se sentía, solo sabía que se sentía excitarse y follar y para eso vivía.

Cuando su auto se detuvo a unas cuadras de la casa, él le recordó cómo debía irse vestida y lo que debía llevarse puesto dentro suyo cuando se apersonarse al trabajo y le dejó en claro que no volvería a llevarla en su auto hasta su casa o de la oficina al lugar de donde venían, sino que le daría coordenadas dónde encontrarse y desde allí lo harían, la recogería, dónde nadie los viera, rumbo a esos lugares donde explotar al máximo la pasión.

- Srta. Evans, recuerde mañana la quiero con esto en su vagina. – y le entregó la caja con el aparato. Cuando ella se bajó del auto, ella quiso saber algo que no estaba explícito en el acuerdo firmado.

- Por cierto Se. Rivas ¿Cuál es la duración del acuerdo? – y él se la quedó viendo.

Santino no había olvidado el plazo, porque siempre los hacía por un termino de 3 meses, pero Abril era más que esos 90 días y solo dejo abierta la extensión del tiempo. No pretendía fecha de caducidad del acuerdo, más bien era hasta saciarse de ella.

- ¿Cuando le dijo el médico de su hermana que debían operarla? -suelta de golpe.

- Cuanto antes – dijo con tristeza.

- Averigua una fecha y tendrás el dinero. Respecto a la fecha de caducidad, serás mi esclava hasta que me cansé de ti, porque pretendo costearle el tratamiento los operatorio de su hermana, tiempo suficiente para seguir disfrutándola.

Solo 250.000 dólares costaba la operación, el viaje y la estadía y los primeros tratamientos de recuperación, pero aún faltaba más porque al volver a Buenos Aires, ella debía seguir en tratamiento y aunque su salario no era lo suficientemente alto, podía pagarlos.

La realidad es que se habían vuelto tan adictivos el uno al otro, que terminaría por romper cada suma de sus cláusulas, empezando por la discreción, Porque en el momento en el que Abril pasó la puerta de su casa, le contó todo a Erika.

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