Poséeme romance Capítulo 20

Santino la besaba mientras sus manos apretaban sus pechos y en tanto Abril estaba más confundida que antes. ¿Cómo era posible que la estuviese besando cuando hace 24 hs. Casi se infarta por eso? Definitivamente Santino estaba loco.

Abril no podía negar que la manera tan inexperta de usar sus labios, le estaba quitando la posibilidad de disfrutar la boca de Gabriel y no solo eso, quería únicamente intimar con él. Ella estuvo por años, luego de la secundaria, obsesionada con él y tenerlo fallándola mientras otro la besa no le dejaba disfrutar nada.

De repente ella no quiso tener la boca del Sr. Rivas besándola, por lo que corrió su rostro y buscó los labios de Gabriel, recibiendo la con ganas al mismo tiempo que se abraza a su cuello y realiza un movimiento para que él la alce en sus brazos y comience ordenarle, cómo quiere ser follada.

- Hazlo duro. – ordena dejando sus labios para volver a besarlo.

Ellos estaban follando, gimiendo entre gritos mientras Santino no salía del asombro respecto a la soltura de ella. La dejó, Le permitió ser dueña de la situación con aquel hombre, de quién desconocía la cercanía que ambos tenían. Por haber compartido en la secundaria.

Ella movía sus caderas mientras Rivas bebía su licor y se masturbaba. ¿A caso no se daba cuenta que ella estaba disfrutando más con Gabriel que lo que hasta ahora le había dado Santino? Él solo sonreía idiotamente mientras ella le sonreía en los labios al muchacho y le susurraba en la boca o en su oído.

- ¿Te gusta? – quiso saber Gabriel y por primera vez quiso ser sincera con él y con ella.

- Tu me gustas. Desde siempre. – Y esa era la verdad. Abril había deseado tanto ese momento que solo debía conformarse al verlo “comerse” a todas las del colegio excepto a ella.

- Tu también. – contesto y sonrió, para ubicarse de costado, apoyando sus glúteos en la barra, a pocos centímetros de “su dueño” y seguir penetrándola.

En ese momento fue que él se dio cuenta que el disfrute de ellos pasaba por otro lado. Dejo de tocarse el miembro y comenzó a prestar atención a sus gestos, a su manera de besarse, a como ella parecía estar disfrutando más que con él y a como sus manos atrapaban el rostro de quién creía ser un extraño y la conocía más que él.

Santino comenzó a experimentar un fuego en su cuerpo que no se relacionaba al de la excitación que le provocaba estar dentro de ella cuando de miembro a otro, se incorpora y posa su mano en el hombro de él, haciendo que inmediatamente se detenga.

- Déjala. – le ordena, pero sin esperarse la respuesta de ella.

- No. – y mueve sus caderas, pero Santino no iba a dejar que ella lo desautorice, cuando bajo su mano y sacó la polla, de ese hombre, desde dentro del cuerpo de Abril e inmediatamente le dio una advertencia en el oído a Gabriel.

- Te quiero lejos de ella. – él solo pudo sonreírle a “su chica” y guiñarle un ojo. ¿La dejaría? ¿Obedecería su mandato? Quizás no lo haría.

En cuanto él se alejó, Abril se ofendió y comenzó a abrocharse cada botón, enfadada pro “haberle cortado el polvo” con un hombre como Gabriel y sin responder a cada una de sus preguntas.

- ¿De dónde lo conoces? – insiste nuevamente. – contéstame.- habla enojado ante la indiferencia de ella, pero como no soporta que siquiera le preste atención, la toma del brazo realizando un movimiento y pegándola a su cuerpo. – mírame. – ordenó, pero ella solo miraba a Gabriel, quién ya se encontraba con otra mujer follando. – mírame. – insistió pero está vez le tomo el rostro para obligarla a mirarlo.

- O me sueltas o te monto un numerito aquí mismo. – dice enfadada entre dientes.

- Pues si lo haces, puedes ir despidiéndote de los 250 mil dólares. No puede infringir la cláusula… - y justo es allí donde ella da vuelta a su favor la conversación.

- ¿De qué cláusula me hablas? ¿De las mismas que tú mismo has infringido? – y cuando él quería hablar, ella lo vivió atacar. – “ yo no quiero que me besen, solo quiero follar” – habla imitando su voz. – “ follarlas con quien yo te ordene, eres de mi propiedad y yo soy dueño de tu vida sexual”- dice y él solo puede estar callado escuchándolo. – te bese, te ofendiste, te compórtate como un completo idiota ¿Pero ahora me besas? ¿Cómo se entiende eso? Encima Un beso espantoso, peor que la lambida de un perro. – si buscaba reír su virilidad, lo había logrado. - ¡No me beses! Está en el contrato, no lo haga. – está vez es ella la que le ordena.

- No, no lo está. – dice frío y distante y ella se acerca lo suficiente como para hacerle entender sus palabras.

- No quiero que me vuelvas a besar ¿Lo comprendes? Y no puedes obligarme a no hacerlo con quién quiera y menos con Gabriel. – los ojos de él se abrieron como platos. Efectivamente se conocían. – me arte. Me valen madres tus cláusulas y prefiero buscar otra manera de conseguir el dinero. – y para que le quede claro, lo vuelve a repetir. – NO QUIERO SER MAS TU JUGUETE. – entonces él la suelta y dice algo, que si bien no sabía si en verdad era eso lo que esperaba, sentía que podía ser lo mejor.

- Entonces, acuerdo… ANULADO. – y la deja en ese sitio, sola pero antes de retirarse, le dice algo que la deja pensativa sobre todo lo ocurrido – tienes la libertad de follarte a cuántos hombres quieras en este lugar. Ya no eres mía, Abril. –

Y ese “Ya no eres mía, Abril” se sintió tan extraño en su cuerpo, que no supo que hacer y solo se marchó rumbo a su casa.

Cuando Santino llegó a su casa, realizó la misma rutina, irse un rato a la cocina a beber vino antes de tomar una ducha.

Se puso a pensar en todo lo ocurrido y por primera vez en su vida, comenzó a experimentar algo parecido a los celos ¿Por qué parecía preferir a Gabriel antes que a él? ¿Por qué se miraban con tanta complicidad? ¿Por qué sus gestos eran más frescos con ese hombre que con él? La rabia comenzó a subir por sobre su cuerpo y situándose en su mano es que arrojó con odio la copa con vino al sueño, ensuciando y rompiendo el cristal en varios pedacitos.

- ¡Que me has hecho! – grita frustrado.

Estaba asustado, frustrado sin comprender lo que estaba pasando dentro suyo y el sentir estar perdiendo el control de las cosas lo enfadaba al punto de terminar por canalizar rompiendo todo a su paso.

En su vida había experimentado un sentimiento que lo acogía y no sabía cómo debía actuar.

Por otra parte, estaba cayendo en la realidad de que Abril dio por acabado el acuerdo y pese a aceptar que había infringido algunas reglas, por su parte, decidió que era lo mejor. Además, comprendió, al fin, su necesidad, su verdadera razón en aceptar el acuerdo y por primera vez, también se dio cuenta que quizás el que en verdad estaba cómodo con la relación, el que de verdad la estaba disfrutando era él y no ella como aparentaba ¿Por qué le hacía sentir algo en el estómago al pensar que ella quizás podría haber estado experimentando rechazo al acostarse con él? Y ¿por qué estaba pensando e interesándose por esas cosas? Como sea, debía sacarla de su cabeza, donde ya se había aferrado desde el incidente con el auto.

No pensó en más de una posibilidad para dar por cerrado esa relación intima que llevaban y se decidió por enviar aquellos dos mensajes que le ayudarían a volver a ser el Santino que nunca debió dejar de ser.

De: Licenciado Santino Rivas

Fecha: 07 de Abril de 2021 03:34 p.m

Para: Abril Evans.

Tomó el ascensor hasta el piso donde lo encontraría y al abrirse las puertas, unos gemidos la tomaron por sorpresa.

Su estómago se estrujó y el corazón comenzó a latirle de manera lenta y espaciosa y cómo si todo ocurriera en cámara lenta, caminó hacía la oficina, encontrando a Santino teniendo sexo con una rubia, a quien identificó como una de las secretarias del estudio jurídico. Pero no solo la estaba penetrando, sino que la estaba besando.

¡la estaba besando!

¡la estaba besando! Y cuando a ella se lo prohibió, esa mujer estaba aferrada a su cuerpo, como coala a un árbol, besándolo y él no sólo estaba haciendo lo mismo, sino que mantenía sus ojos cerrados.

Ella no supo hacer nada más que quedarse petrificada observándolos sin darse cuenta que sus ojos se le llenaron de lágrimas y la visión se le comenzó a nublar.

¿Sentía cosas por Santino?

Cuando él abrió sus ojos y la descubrió delante suyo y notó aquella lágrima que se escurrió de sus ojos y su cambio de actitud para con la mujer que estaba montando cambio absolutamente y dejó sus labios para penetrarla tan fuerte como podía, tan fuerte y violento como a ella jamás le había hecho, pero en ningún momento dejó de mirarla, de atravesarla como daga lastimándola, cuando dirigió sus ojos al suelo, justo a un costado de ella, unas cuantas veces, y cuando Abril se dio cuenta que le estaba invitando a mirar hacía ese lugar, se encontró con una carpeta que decía “ANULACIÓN DE ACUERDO” y enseguida, sintiendo una puntada en su pecho, es que lo alzó para no detenerse a leer nada y poner su firma donde le indicaba y seguidamente tomar la decisión de abandonar el barco. En el momento en el que Santino volvió atacar su boca y cerrar los ojos, ella tomó de su cartera un papel que creía de poca importancia y escribió una leyenda, que cambiaría sus vidas para siempre.

“RENUNCIO”

Y dejó su credencial encima de la carpeta que firmo, la nota de renuncia, aunque iría al correo hacerla como corresponde y se la haría llegar por el cartero para no regresar nunca más y enterrar en el pasado a Santino Rivas.

En el momento en el que él volvió abrir sus ojos, divisó que el contrato lo había dejado sobre el escritorio y que encima de él había algo, lo cual creía reconocer, pero no quiso pensarlo ni por un segundo.

- Vístete y vete. – le ordena a Clara, la secretaria del estudio jurídico y el se incorpora del sillón guardando su miembro en su bóxer y subiendo el cierre de su pantalón.

Santino no se detuvo a mirar el acuerdo, más bien se quedó inmóvil con la credencial sobre el mismo y aquella nota que no solo lo tomaba por sorpresa, sino que le provocaba una sensación extraña en el pecho.

Sin pensarlo dos veces, salió de la oficina tras Abril ¿por qué? Ni él lo sabía, solo se dejó llevar por el impulso. Pero no logró alcanzarla, porque cuando llegó a la calle, ella se subió a un taxi y se alejó ante sus ojos.

- Abril. – susurró para sí mismo. – Abril. - repitió.

Ella no lo sabía, pero ese “insignificante papel” no era más que el resumen de la historia clínica de su hermana, que el traumatólogo le había hecho, con los datos del lugar donde se trataba Catalina.

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