El vergonzoso sabor de la humillación ¿Qué tal, Santino recibiendo un poco de atención? Si había algo que a él no le gustaba, era el ser expuesto ante sus colegas y eso era Andrés Ortiz, no solo un gran amigo de la facultad, sino un colega con el que ha llevado varios casos y no ha perdido uno solo.
Permanecía inmóvil en su sitio, no quería si quiera voltearse a ver a su colega, pero tampoco se iba a quedar mirando hacia la ventana todo el rato, más bien respiró hondo y giró sobre su eje, encontrándose de frente con el rostro de Andy, conteniendo la risa hasta que no pudo hacerlo más y rompió en carcajadas.
- ¿Qué es lo gracioso? – se queja rojo de la vergüenza, pero Andy levanta sus manos en demostración de derrota y de dar por finalizada la desagradable y humillante situación.
- Nada hermano, nada. - sonrió, aunque quería reírsele a carcajadas.
- Comencemos a trabajar. –
A Santino le habían asignado uno de los casos más importantes y ruidosos de todo el campo político. Hacía unos meses Arturo Seing, uno de los diputados más controversiales de la nación, había sido participe en un accidente de transito, resultando del mismo el fallecimiento de una pareja y las graves lesiones en la medula espinal de una de una niña menor de edad. En ese tiempo había conseguido estar solo dos meses en prisión, pero hacía pocos días el abogado de la familia había conseguido apelar la decisión del caso y el juez, de la cámara, que tomó resulto ser parte de la oposición, otorgándole el pedido y solicitando la prisión preventiva.
Se habían contactado con el Licenciado Rivas dado que era uno de los abogados más exitosos del país y sabían que con él como defensor sería fácil ganar el caso. Solo debían hacer ver el homicidio al volante como un accidente donde los únicos culpables fueron las víctimas.
Lo que Santino no sabía y siquiera se imaginaba, era que este caso pondría a prueba el sentimiento que tiene por Abril, porque Arturo Seing no era otro más que el asesino de sus padres y no solo Rivas lo defendería en el caso, sino que Andrés también lo haría y ninguno de los dos lo sabe. Aún.
Andrés conocía hace pocos años a Santino y pese a la amistad que los unía desconocía la vida sexual que llevaba. De echo fue una gran sorpresa el verlo besar a una mujer y más aun siendo ésta Abril.
Se sentía intrigado y aunque sabía que el preguntarle a él no le daría la verdad completa del chisme, dudaba que lo hiciera ella dado que, si en verdad guardaban una relación, lo hacían en secreto y conociendo lo reservado que él era y lo especial que podía ser, no le extrañaría que hubiera algún acuerdo de confidencialidad entre ella y él.
- ¿Cuánto tiempo más seguirás mirándome así? – le pregunta Santino mientras sigue escribiendo en la computadora.
La duda estaba, pero Andrés no se animaba a preguntar nada porque sabría que no había respuesta alguna. Pero Santino no era idiota como para no darse cuenta de la intriga, las decenas de incógnitas que divagaban por la mente de su colega y sabía que en algún momento saldría a flote la conversación sobre el beso y él ya sabía que contestar. O por lo menos eso creía.
- Lo siento. – dice y vuelve a ojear los archivos del caso, el mismo que ya tenía más de 800 hojas, pero por más que intentaba concentrarse le era imposible. - ¿puedo hacerte una pregunta? – él sin siquiera mirarlo le responde.
- No. – dijo sin titubear. – debemos preparar la defensa con carácter urgente para la semana entrante y aun no nos empapamos del caso. Así que, no. – sentencio tajante. Pero si había algo que no le gustaba a su colega eso era el quedarse con la intriga, por lo que insistió en su pregunta.
- No. – dijo molesto lo cual provoco que él levantara su mirada par observarlo atentamente. - ¿qué hay entre Abril y tú? – preguntó enfadado.
A Santino le molesto tanto el tono en el que le preguntó aquello, que respiró hondo para no dejar expuestos sus sentimientos que, pese a intentar ocultarlos hasta de sí mismo, cada día se dejaban ver un poco más. Dejó de lado los papeles, le puso el punto final a la oración en el Word de la computadora y le dedico toda su atención.
- ¿y eso a ti qué? – le dijo entrelazando sus dedos para dejar descansar su mentón en ellos. – la pregunta es ¿Qué tienen ustedes? ¿por qué tanta familiaridad para hablarse? –
Ni bien escucho el tono en el que Santino le hizo aquella pregunta, Andrés no pudo evitar carcajear ¿acaso estaba celoso? Lo cierto es que su preferencia sexual no la conoce y de hecho, si quiera su familia sabe que es homosexual por lo que tranquilamente puede “inventarse una relación” y nadie sospecharía que se trata de una mentira. Pero este no era el caso. No podía decirle que entre los dos algo había dado que se besaron en frente de él, pero le divertía verle la actitud al notar lo íntimos que él y Abril eran.
- Fuimos pareja hace algunos años. – soltó así sin más y pese a no decirle absolutamente nada, en los ojos de Santino se podía reflejar los celos.
- Pero ¿Cuántos años le llevas? – él sabía la edad de abril y la de Andrés, por lo que, calculando, dedujo que su colega y la Srta. Evans habían mantenido una relación cuando ésta era menor de edad.
- ¿importa? – pregunto elevando una ceja y Santino sin titubear ni ocultar su molestia le respondió.
- Si, porque va en contra de nuestros principios… - en ese momento Andrés soltó una gran y sonora carcajada dejándolo aún más molesto. - ¿qué es lo gracioso? – quiere saber.
- ¿te oyes lo que preguntas? Cuando la conocí ella tenía 15 o 16 y mantuvimos una relación muy fogosa y apasionada por un par de años. – se detiene y piensa exactamente que más decirle, para continuar con su mentira. – dos años si mal no recuerdo. – sonrió, ocultando una carcajada por la cara de imbécil y celoso que estaba poniendo su colega y deseó ir más allá. – es más, yo fui el primero. – mintió y Rivas inmediatamente lo interrumpió.
- Bueno ¡basta!. – dijo expresamente molesto. – no quiero saber más ¡a trabajar! – pero era tan entretenida la situación que Andy no dejaría que esto acabara así.
- Pero tranquilo, ahora somos muy amigos por lo que si hay algo entre los dos no debes preocuparte por mí. – este comentario hizo que él frunciera su ceño y levantara su dedo para advertirle que si seguiría hablando idioteces pediría que le asignen otro abogado porque no trabajaría con alguien que pase distraído por tener que trabajar, también, con una ex pareja. – bueno, no te alteres. – dijo riendo.
- Y te aclaro, que entre ella y yo no hay nada. – no se lo cree ni él mismo lo que acaba de decirle a Andrés.
- ¿y por qué la besaste? – él no se quedaría con la intriga. Quería saberlo todo.
- Sí Abril, esta todo listo para que viajen el lunes próximo, pero debes realizar la paga a más tardar el viernes. – eso era en dos días, por lo que debía hablar inmediatamente con Santino para hacerse del pago y poder viajar a realizar el sueño de su hermanita, volver a caminar.
- Quédese tranquilo que antes del viernes estará el pago. –
Ese día se quedó a esperar a que Andrés junto con todo el personal. Deseaba hablar con Rivas y luego del desprecio que le hizo por el beso temía que tuviera alguna clase de represaría en su contra y que la misma tuviera que ver con el dinero. Lo cierto es que, si el mismo no podía durar más de un mes, ellos mantenían su relación hace poco más de un mes y medio, por lo que le corresponde el pago total del dinero, pero con él podía esperarse cualquier cosa.
Cuando el reloj marcó las 16:00 horas y se aseguró que no quedaba nadie en el edificio, a excepción del vigilador y Santino, de lo cual estaba completamente segura al ver que su auto seguía en el estacionamiento abierto y al aire libre, subió por el ascensor y al llegar al piso donde lo encontraría solo deseo no encontrarlo con nadie. Una parte de ella ya lo estaba extrañando, pero lo que tenían no significó más que algo así como un tramite para él, por lo que debía arrancarlo de su corazón y volver a empezar, porque si había algo que no volvería hacer, eso era acostarse con él.
Cuando tuvo su mano en el picaporte, respiró hondo y justo antes de moverlo lo escuchó hablarle y darle la orden para ingresar. Abril suspiro por segunda vez y entró.
- Sr. Rivas… - comenzó hablar pero él la interrumpió al ponerse de pie y tomar lo que parecía ser una carpeta en sus manos.
- Cierra la boca. – dijo tan frío y distante que ella guardó silencio temiendo decir algo que pudiera dejar las cosas peores de las que seguro estaban. – ¿crees que su intento de humillarme frente a un colega y amigo la dejara sin pagar lo que ha hecho? – dice con el ceño fruncido y decidido actuar.
- No.. lo que sucede es que… - por alguna razón sintió miedo de sus palabras. Para ella era tan importante el dinero que temía decir algo que lo arruine. Suficiente con haberlo dejado en ridículo delante de Andrés.
- Aquí se termina todo. – dijo y extendió el documento mostrándole lo que en su primera hoja decía.
- El acuerdo. – musito sorprendida ¿qué iría hacer? ¿porqué le hablaba así? ¿será que se ofendió al punto de destruir el contrato? Eso lo sabría enseguida.
- Eres libre. – y ante sus ojos lo rompe en mil pedazos y más que asombrarse, su corazón parece romperse en cada acción suya con el papel. Estaba tan shockeada que no podía decir una palabra, pero Santino no había dado su golpe de gracia. ¿Quería jugar a quien destruye más al otro? Para él no había más importante que su ego ¿y para ella? – y te cuento que lo que has hecho deja sin efecto el acuerdo. – y cuando ella iba a peguntar sobre el dinero, él le dio su respuesta. – y eso incluye el dinero. – dijo sin importancia.
- ¿Qué? – necesito saber que lo que escuchó era solo producto de su imaginación. Pero no, lejos de ser eso él repitió aquellas palabras terminando de matar sus esperanzas de darle a su hermana la posibilidad de que vuelva a caminar. – usted sabe que lo necesito para operar a mi hermana. – le dice ella con la voz quebrada y el vuelve a su escritorio y se acomoda frente al computador. – lo necesito… - y la interrumpe.
- Eso no me interesa. Retírese que tengo mucho trabajo. – dijo, terminando de matar sus esperanzas y la ilusión de una niña de 16 años que su sueño era poder volver a caminar.
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