Quemame con tu pasión romance Capítulo 41

Al oír las palabras rotundas de la anciana y al ver la expresión tan seria de esta misma, María se dio cuenta de que ya no podía cambiar nada.

Aunque lo reacia que estuviera a dejar a esa Carina unirse a su familia, solo pudo asentir por el momento.

Ahora nadie estaba del lado de María. Además, era una verdad verdadera que Carina estaba embarazada del bebé de Daniel, por eso era casi determinado que Carina se casaría con Daniel.

«¡A menos que esta zorra Carina pierda su bebé! Carina, es por tu buena suerte que no ha perdido tu bebé esta vez, ¡pero, espera, la siguiente vez no serás tan afortunada!» Pensaba viciosamente María.

***

Carina llegó al apartamento de sus padres y llamó a la puerta:

—Mamá, he vuelto. ¡Por favor, abre la puerta!

—¿Quién llama? Espera un momento, voy ahora mismo —Amanda abrió la puerta y lo primero que vio era la cara cansada de su hija.

Al ver a su hija aparecer en su casa, Amanda se sintió naturalmente muy alegre, pero también algo sorprendida, porque su hija se llevaba consigo una maleta.

—¿Carina, por qué has vuelto tan repentinamente? ¿No deberías descansar en el hospital? ¿Qué pasa con tu mano? ¡¿Quién te ha hecho daño?! —Amanda preguntó preocupada al ver la herida en la mano de su hija.

—Mamá, ya no quiero quedarme más en el hospital, por eso he pedido el alta con anticipación. ¿Puedo pasar primero? Estoy muy cansada y agraviada, mamá —en los ojos cansados de Carina se podía percibir algo de tristeza y melancolía, que daba mucha lástima a la gente.

Amanda se apresuró a dejar a su hija pasar, quien puso a un lado su maleta y se recostó abatida en el sofá, mirando fijamente la mesa a su frente como si estuviera pensando en algo.

—Carina, ha perdido mucho peso últimamente. ¿No estás contenta? Cuéntame si tienes algo descontento. No lo aguantes todo por ti misma. Yo solo quiero que seas feliz todos los días —Amanda preguntó ansiosamente al ver lo mala que estaba la cara de su hija.

—Mamá, no debería yo quedar a este bebé, ¿verdad? Si yo hubiera elegido el aborto al principio, ¿a lo mejor no estaría en tantas molestias ahora y ya volvería a mi vida tranquila como antes? Ahora me he metido en numerosos problemas por haberlo quedado. Mamá, dime si me he equivocado o no —Carina miró a su madre con los ojos llorosos como si fuera una pobre niña que quisiera obtener algo de consuelo de su mamá.

—Carina, te he dicho que lo más que me importa es tu felicidad. Si de verdad te sientes infeliz, pues termina todo esto. Hija mía, te debo mucho. Si no hubiera sido por mis gastos médicos, habrías abortado, ¿no? —Amanda dijo con angustia, y las lágrimas no pudieron evitar salir de sus ojos.

—Mamá, resulta que ya lo sabes todo. ¿Cuándo estás enterada de toda la verdad? ¿Por qué no me has dicho nada? —Carina le miró con algo de sorpresa a su madre. Carina nunca le había contado esta cosa a su madre porque no quería que ella se sintiera culpable.

—Al principio, no quería decirte estas cosas. Pero ya que has vuelto a nuestra casa, supongo que seguramente no te sientes feliz estando en el hospital. Bueno, yo quiero hablar contigo de algo serio —Amanda le contestó a su hija.

Amanda le acarició suavemente la cabeza de su hija y siguió hablando:

—Ese día me topé por casualidad con la madre de Daniel en el pasillo del hospital. A lo mejor, los ricos siempre son tan arrogantes y altivos. Esa María es tan agresiva que me ha dicho que quieres pagarte una suma de dinero para que te separes de su hijo. En la pelea, ella me ha contado lo de mi enfermedad, por eso, ahora ya estoy enterada de todo esto.

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