La noche caía lentamente sobre esta ciudad y las luces neón empezaba a adornar toda la ciudad poco a poco.
Diana vagabundeó desorientada por la calle por mucho tiempo y entró inconscientemente en un bar donde nunca había ido.
Dentro de bar, había muchas personas sin llevar mucha ropa, hombres y mujeres, bailaban incesantemente en la pista de baile mientras bebían. Cada uno estaba embriagado en su propio mundo.
Diana, cuyo corazón se había quedado en pedazos por lo que le había dicho Daniel, naturalmente no tenía ninguna gana de entretenerse en este bar ruidoso. La expresión indiferente de Daniel no dejaba de aparecer en su mente y las palabras decisivas suyas también resonaban sin cesar a sus oídos.
De repente, Diana creyó que ella misma era la persona más miserable y ridícula en este mundo. Había creído poder conquistar el corazón de Daniel acompañándolo a su lado, cuidándolo y amándolo, pero la realidad le demostraba que ella estaba completamente equivocada.
Con tales pensamientos, se acercó a la barra y dijo en voz alta al barman:
—¡Por favor dame tres botellas de cerveza!
Después de que el camarero le sirvió la cerveza, Diana inmediatamente levantó la botella aún helada y bebió a tragos grandes. Sin embargo, se atragantó por beber demasiado rápido y tosió fuertemente.
Muy pronto, su cara se puso sonrojada porque no era tolerante al alcohol. Sus ojos también se llenaron de lágrimas por toser fuertemente y se le nublaron la vista. Entre las luces penumbrosas del bar, Diana creía haber visto la cara apuesta de Daniel.
Ella intentó acariciar esa cara que le gustaba tanto, pero tocó nada y se dio cuenta de que esa cara guapa solo era una alucinación suya. Después entrecerró ligeramente sus ojos lindos, dibujó una sonrisa burlesca y se dijo a sí misma:
—Diana, mírate a ti misma. ¡Qué miserable y ridícula eres! ¡El hombre al que has amado durante ocho años no siente nada por ti! Has hecho tanto para él, ¿pero qué has obtenido al final?
Dicho esto, tomó otra vez la cerveza y se la bebió de un trago. Ahora solo quería emborracharse para olvidar temporalmente a ese hombre. ¡Había amado a ese hombre durante tantos años!
Diana estaba sumida en su propia tristeza sin darse cuenta de que un hombre alto y fuerte la había estado observando por mucho tiempo en un rincón. Al asegurarse de que esta señorita estaba sola, el hombre entrecerró ligeramente los ojos, se acercó caminando lentamente a Diana y se sentó al lado de ella.
—Guapa, ¿no estás contenta? ¿Por qué bebes solamente? Puedes hablar conmigo si tienes algo descontento. Puedo ayudarte, ¿eh?
Diana, quien ya estaba casi emborracha, preguntó con la cara sonrojada:
—¿Quién eres? ¿Te conozco? Por favor no me hagas caso. Solo el alcohol puede hacerme olvidar el dolor temporalmente... Ay, me gusta estar emborracha...
—Todavía estás preocupado por mí, ¿verdad? Sientes algo por mí en el fondo del corazón, ¿verdad? Estoy en el Club Estrella y estoy un poco borracha, por favor, ven a recogerme —dijo Diana con un tono débil.
—Bueno, espérame un momento allí y voy ahora mismo. Siento mucho haber hablado contigo con una actitud tan mala hoy, espero que no te lo tomes en serio. Pero lo que he dicho hoy es verdad y espero que no causes tantas molestias para Carina después de que ella vuelva.
Después de para un rato, Daniel siguió diciendo:
—Eres mi buena amiga de la infancia. Es natural que me preocupe por ti. No es seguro para una chica estar afuera a medianoche. ¡Tu mamá casi está loca por no poder ponerse contacto contigo! —Daniel dijo con un tono plano, sin mostrar mucha emoción.
—¿Eso es todo? ¿Me llamas solo porque mi mamá está preocupada por mí y te ha llamado? Si no fuera por mi mamá, no me habrías llamado, ¿verdad? —preguntó Diana con tristeza.
Daniel no dijo nada por un buen rato y Diana siguió interrogándolo:
—¿Es tan difícil que digas que me quieres? ¿No puedes intentar amarme? ¿En qué aspectos soy inferior a esa Carina? ¡¿Por qué eliges a una mujer que solo tuvo una aventura de una noche contigo como tu esposa, pero no puedes aceptarme a mí, quien ha estado contigo durante 8 años?!
—Diana, no hables más y espérame un momento allí. Voy al club a recogerte ahora mismo —dicho esto, Daniel colgó.
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