Quemame con tu pasión romance Capítulo 57

—Si vuelves por el bebé, ¡te entiendo! Así que Carina, ¿puedo ir a visitarte más tarde? —Los ojos de Bruno se llenaron de tristeza.

Las lágrimas de Carina se cayeron en silencio. Dijo con voz temblorosa:

—Claro que sí, puedes venir a verme cuando quieras.

El corazón de Bruno se sintió al instante cálido, como si la luz del sol hubiera brillado instantáneamente en su corazón.

Cogió la mano de Carina y le dijo:

—No te preocupes, si eres infeliz por algo, siempre estaré ahí para ti, y eso nunca cambiará. Estaré a tu lado cuando más me necesites —Los profundos ojos de Bruno parecían brillar con la luz de las estrellas y estaban llenos de amor.

—Lo sé. Volveré entonces, porque mañana Daniel vendrá a recogerme. No te preocupes, me cuidaré bien —dijo Carina con una mirada firme—. Bruno, yo iré primero entonces. Tengo que hacer algunas maletas y te llamaré cuando llegue.

Bruno parecía ligeramente aturdido, y luego dijo:

—Bien, entonces deberías volver. Si no eres feliz donde estás, no dudes en volver, este lugar en mi corazón está siempre reservado para ti.

Carina asintió ligeramente con la cabeza y salió lentamente de la cafetería.

Bruno miró la espalda distante de Carina con sentimientos encontrados en su corazón. Estaba lleno de remordimientos por sí mismo, si hubiera confiado en esta chica o le hubiera dado más oportunidades para resolver el problema o incluso para explicarse, entonces se podrían haber evitado muchas cosas.

Carina se acercó a su puerta, sacó la llave y la abrió.

Entró lentamente en su dormitorio, rodeada de silencio. Miró el reloj de la cama, que marcaba las 6 de la tarde.

«No me he dado cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo.»

Sintiéndose física y mentalmente agotada, Carina se tumbó en su cama con la mirada perdida en el techo. Quería dejarse llevar, pero no podía, y la idea de volver a ese lugar la hacía sentir muy triste.

Sentía que estos cuatro meses habían sido más largos que cuatro años, durante los cuales había pasado por tantas cosas, de ser una adolescente ignorante a ser madre, y de perder a su querido novio en un abrir y cerrar de ojos.

Lo más especial era que tenía que casarse con una familia rica. Tal vez para otros, era claramente una Cenicienta.

Pero para Carina, fue un gran shock. Nunca quiso que le ocurriera este tipo de drama. Pero entonces sucedió.

Se tumbó tranquilamente en su cama y cogió con cuidado un vaso de vino de la mesa.

A Carina no le gustaba beber, pero en este momento sentía que sólo el alcohol podría adormecerla, aunque fuera temporalmente, y sería feliz.

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