Olivia usó mucha fuerza para soltar lentamente el vaso de leche y murmuró en voz baja:
—Dame la medicina.
Aunque Lucas no se lo dijera, ella estaba dispuesta a tomar el anticonceptivo, al igual que la primera vez que lo hizo y, a pesar de haber pasado dos años, ella seguía recordando el sabor amargo de aquella pastilla blanca.
Era Aurora quien debería ser la esposa de Lucas, así que Lucas no permitía a Olivia embarazarse, de esa manera era más fácil devolver el puesto a Aurora en el futuro. Así que cada vez que Lucas volvía a casa para acostarse con Olivia una vez al mes según la orden del abuelo, le obligaba a tomar anticonceptivos para evitar que tuviera su hijo y se enredase con la familia Montenegro.
—Señora Olivia... —dijo Gabriela tristemente con los ojos rojos.
Gabriela había estado viendo todo lo que Lucas había hecho a Olivia en estos dos años y se sentía muy angustiada por ella. No comprendía por qué Lucas la despreciaba tanto, puesto que Olivia era una persona tan buena y que se merecía ser amada.
—No pasa nada, ya estoy acostumbrada —Olivia sonrió como si nada, pero tenía el corazón roto.
Después de coger las pastillas, Olivia se las tragó lentamente con un sorbo de leche.
En ese momento, sonó el teléfono fijo de casa, entonces Gabriela se secó las lágrimas y se apresuró a contestar a la llamada.
Al contestar, Gabriela se pusó nerviosa y echó un vistazo rápido a Olivia.
Era Lucas, Olivia lo sabía.
—Sí, señor Lucas, la señora Olivia ha tomado las pastillas.
Gabriela apartó la mirada y le dio la espalda a Olivia por temor a ver sus ojos, porque sentía que estaba haciendo algo malo.
Olivia la escuchó en silencio y sonrió.
—Es eso, Yolanda, ¿por qué no pasas todas las acciones a Rolando? Me comprometo a cuidaros a ti y a Miguel en el futuro. Además, pagaré todas las matrículas de Hugo en el extranjero —persuadió Daniela Manzano, la mujer de Rolando.
—No... no... Ya tenéis a cargo la empresa, no os puedo dar estas últimas acciones... —dijo Yolanda suavemente.
—Yolanda, te pido que lo aceptes. ¡piénsalo, somos nosotros quienes estamos pagando el coste de hospitalización de Miguel y las matrículas de estudios en el extranjero de Hugo! —Rolando resopló con frialdad.
Olivia empujó la puerta cuando ya estaba en el límite y miró fijamente a sus tíos.
—Rolando, ¿a quién pretendes asustar? ¡Lo dices como si mi padre no tuviera hijos y tuviera que mendigar!
Rolando y Daniela eran una pareja perfecta, porque ambos eran despreciables. No se acordaban de lo bien que les había tratado Miguel, solo querían conseguir más beneficios y habían estado usando todo tipo de estrategias después del accidente de Miguel.
—Olivia, no seas presumida, ¿Te crees muy noble por haberte casado con Lucas? ¿Es que no sabes con quién se quiere casar Lucas? —Daniela miró a Olivia con desdén.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: QUIÉREME COMO YO TE QUIERO
Buenos días: cómo está? cuando subirán más capítulos. Saludos...