Rechazada por mi alma gemela romance Capítulo 5

Sentí a mi alrededor. Sábanas. Sonreí y me subí las cobijas hasta la barbilla. Hacía tanto frío aquí, mis manos estaban heladas. Bostezaba y me frotaba los ojos, mirando alrededor. Estaba en mi habitación. No recordaba haber subido aquí, luego me di cuenta de que me había quedado dormido abajo. Uno de ellos debe haberme llevado hasta aquí. Miré hacia abajo y me di cuenta de que tenía una camisa abotonada y mis bragas.

Probablemente uno de los chicos me lo puso. Bostezo de nuevo y salgo de mi habitación y bajo las escaleras a la cocina. José estaba sentado a la mesa con un gran plato de comida frente a él. Me siento a su lado, agarrando dos trozos de tocino. " Buenos días a ti también, Cata." Me sonríe. "Buenos días," murmuraba, tomando un poco de uno. Se rio y tomó un poco de su comida. "Buen sueño." Preguntaba, con la boca un poco llena. "Claro, supongo. ¿Cómo estás?" Preguntaba. " No está mal, dormir sin soñar." "¿Qué planeas hacer hoy?" Me pregunta, tomando el otro trozo de tocino de mi mano y mordiéndolo él mismo. Frunzo el ceño. Culo. "Bueno, quiero ir a correr por el lago. ¿Querías venir?" Yo pregúntale. "Claro que sí. ¿Quieres invitar a Jaime?" Y asentí con la cabeza sonriéndole. "Podríamos ir a nadar." Me sonríe "Sí, me gustaría verte en bikini de nuevo." Me guiña un ojo. "Hm, parece que voy a nadar con una camisa larga y holgada entonces. " Bromeo y él se ríe. "Todavía te verías hermosa." Él sonríe y yo pongo los ojos en blanco, agarrando un trozo de su tostada.

Mi pecho comenzó a oprimirse en ese momento. Fue doloroso, muy doloroso. Empecé a gritar. Me tiraron de la silla y estaba apoyado en el regazo de José, agarrándome el estómago y el pecho. "¿Qué está pasando? Por favor, deténgase." Grito, mi voz se vuelve más débil. "Félix." José gritó, tirando de mí hacia el suelo con él. "Está bien, estarás bien, Cata." Murmuró, acariciando mi frente. Grito de nuevo y veo a Félix corriendo hacia la cocina. "¿Qué pasa?" Le pregunta a José. "Catalina, ¿puedes me oyes?" Y su voz es tan débil. "¿Qué pasó?" Escuchaba a Félix gritar y dejaba escapar otro grito, sintiendo sus manos en mis mejillas. "No sé, de repente ella sintió dolor. Félix, ¿qué está pasando?" José le grita. Y las cosas se están volviendo un poco más claro. Jaime lo jalaba hacia la esquina de la habitación. Gimoteaba y gruñía mi cabeza estaba empezando a sentirse tensa. "¿Puedes oírme? Catalina contó hasta diez, respirar."

Félix me dijo y empecé a contar en mi cabeza. "Uno, dos. Gimo de nuevo, relajando otro grito. Por favor," supliqué, mi cara y cuello empapados de lágrimas. "Empieza de nuevo, cuenta de nuevo." Félix me gritó. "Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis." Respiraba con dificultad, mi voz se apagaba, los latidos de mi corazón se ralentizaban antes de que me atravesara una última punzada de dolor. Abría los ojos lentamente, ya no sentía ninguna forma de ese dolor. Me escocían los ojos, estaba mojado por las lágrimas y el sudor. "Yo no." Tomo un respiro para calmarme. "Félix, ¿qué me acaba de pasar?" Le pregunté con los ojos muy abiertos y llorosos. La confusión se asentó en mi estómago. "Catalina, ¿estás bien?" Jaime corre hacia mí, arrodillándose a mi lado. Voy a ponerme de pie solo para tropezar con sus muslos. Quería levantarme. No quería estar en este piso. "No sé lo que soy." Miro entre Jaime, José y Félix. "Cata." Y me encuentro con la mirada fija de Félix. "Odio ser el que te diga esto, es tu pareja. Acaba de tener sexo con otra persona solo que esta vez, la marcó." Félix me dijo. Mi cara caída. Mis ojos se llenaban de más lágrimas pero no quería llorar más.

Recordaba todo el dolor que experimenté cuando Hugo tuvo sexo con otras chicas, pero nunca fue así. Nunca tan insoportable.

Debía ser porque él la mordió, la marcó. Eso debe ser, me digo a mí mismo. "Él no es su pareja, y ella no es suya, son parejas potenciales. La conexión se puede romper en cualquier momento siempre y cuando cualquiera lo desee." Me dijo mientras José limpiaba mi frente con un paño frío y húmedo. "Ya veo," murmuré sin vida. Estaba haciendo todo lo posible por olvidarlo Hugo. Fue difícil. Y dolorosa, lo admito. Pero me estaba yendo bien hasta todo esto. Odiaba que me recordaran constantemente que mi pareja era una puta sexual falsa. Me limpié los ojos y forcé una sonrisa a mis chicos. Me negué a estar triste por más tiempo. "¿Puedo tener más tocino?" Le pregunto a nadie en particular, cada uno de ellos se ríe en respuesta. Sonrío y limpio mi cara con el dorso de mi mano, aceptando un trozo de tocino con la otra. "¿Cómo alguien puede pequeños comen tanto?", murmura Jaime en mi oído mientras pasa junto a mí para tomar asiento. "Muy felizmente, así es." Sonrío y muerdo dramáticamente mi pieza. Él pone los ojos en blanco y me río. José murmuraba algo acerca de que yo era bipolar con Félix, y recibía una mano por ello. Mientras se frotaba la parte posterior de la cabeza, él fruncía el ceño. La razón por la que estaba molesta antes le venía a la mente. Se vuelve y me sonríe tristemente. Coincido con su sonrisa, mostrándole que estoy bien.

Félix me ayudaba a ponerme de pie y me besaba en la mejilla. "¿Estás segura de que estás bien?" Me preguntó suavemente. Asentí con la cabeza y sonrío. "Estoy segura. Gracias." Actualmente, estaba en mi habitación buscando un traje de baño, ya no era gordita, no tenía absolutamente nada de grasa. Era pura piel y músculo, y aun así era consciente de mí misma.

Después de años de ser llamado vaca, una pérdida de espacio, un gordo, bueno, no debería sorprenderme lo inseguro que me vuelvo. Pero incluso hay momentos en los que trato de no comer, pensando que me ayudaría a perder peso como lo había hecho antes afuera en el bosque.

Cada vez que lo intento, Félix, Jaime o José me atrapan y me gruñen. Según ellos, mi peso es mi punto ciego. Me encontraba negando con la cabeza desdeñosamente ante el pensamiento. "Aja," dije de repente, alcanzando la suave tela de mi bikini azul marino. Movía mis caderas en señal de victoria, con una sonrisa impresa en mi rostro. Cerraba la puerta del baño detrás de mí mientras piso las frías baldosas del piso. Me ponía la camiseta sobre la cabeza y me vestía la parte superior del bikini. No tenía ningún diseño, al igual que la parte inferior del bikini que me puse. Até mi ropa anterior en mi mano y regresé a mi habitación, arrojándola sobre la cama y agarrando una toalla. "¿Estás listo para irte?" Preguntaba, encontrándome con ellos en la sala de estar. Hubo fuertes silbidos de lobo y me sonrojé, sentado al lado de Félix.

"No te pongas demasiado cómodo, estamos a punto de salir. Tan pronto como llegue Dolores." Jaime grita la última parte. Pongo los ojos en blanco. "Agradable. ¿Podrías ser más amable con la chica? Estás enojado porque te golpeó el culo en su primer intento." Le frunzo el ceño. Él se burla. "Ella es una chica, por supuesto que debería estar enojado. Soy así de infantil." Dice y fue su turno de poner los ojos en blanco. "No dudaré en lastimarte si eres malo con ella hoy." Le sonrío. "Oye, sé amable. Se comportará, estoy seguro." José me dice, mirando a Jaime y luego sonriendo en mí. Me río y sacudo la cabeza. Dolores bajó las escaleras con un bikini rojo brillante de dos piezas y una toalla negra colgando de su brazo. "Lista para salir." Ella sonrió. Corrí hacia ella y la tomé de los brazos. "Vamos," dije y miré a Jaime mientras todos se ponían de pie y nos seguían.

"Esa tiene que ser la peor parte." Ella murmura y se golpea el hombro de nuevo. "Al menos sabes que tienes un respaldo bastante bueno si algo sale mal." Lo admito y ambos empezamos a reír, sabiendo cuán cierto es en realidad. Nos volvemos a mirar a los chicos.

Están saliendo del agua y trepando por las rocas hacia nosotros, con sonrisas de oreja a oreja en sus rostros y su cabello empapado.

Félix me miró a los ojos y me guiñó un ojo. Rápidamente, giré la cabeza y miraba la vista.

Este es un día tan maravilloso.

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