Reconquistando a mi exesposa romance Capítulo 1

"¿Divorcio? ¡Yo no estoy de acuerdo!", Pascuala Basurto se sentaba en su sofá de cuero, hablando por teléfono con su nieto Macario Basurto, sin darse cuenta de que Ercilia Azul había salido de la habitación.

El rostro de la anciana se tornaba rojo de ira mientras reprendía severamente. "Este año te has ido con esa mujer al extranjero a vivir la gran vida, ¿has pensado siquiera en los sentimientos de Ercilia? Desde que quedó embarazada hasta ahora, ha estado sola. ¡Oye, esta vez tienes que volver y acompañarla durante el parto!".

Ercilia, con más de ocho meses de embarazo, estaba de pie ahí, palideciendo al instante, sus manos apretadas en puños. Desde que había quedado embarazada hasta ese momento, su esposo Macario siempre había estado en el extranjero; pensaba que estaba ocupado trabajando, pero nunca imaginó que era para estar con otra mujer. Y en ese momento, él quería divorciarse.

La voz de Macario se oía distante desde el teléfono: "Casilda tuvo un accidente, debo quedarme aquí con ella".

"¡Desgraciado! ¿Qué se supone que haga Ercilia y los niños que lleva ella?", Pascuala se irritaba tanto con las palabras de su nieto que le dolía la cabeza. "Eso es ser irresponsable, no permitiré que la descendencia de los Basurto tenga esa falta de carácter".

Macario soltaba una risa burlona: "Abuela, la irresponsable es usted, sabiendo que Ercilia no me gusta, aun así, manipuló la situación para que termináramos juntos".

Desde el momento en que se casaron, ya había pensado en cuándo divorciarse. Ercilia nunca fue la mujer con la que él quería casarse.

Ercilia, con su vientre abultado, parecía a punto de desmayarse, pálida como el papel. Durante dos años de matrimonio, Macario siempre había sido frío con ella, nunca permitiéndole acercarse a él, mucho menos tener un encuentro íntimo.

Ingenuamente creyó que había derretido su corazón de piedra, por eso esa noche se había entregado apasionadamente a él, sin saber que él había perdido el control por haber sido drogado.

"Macario, mis condolencias", Casilda, yaciendo en la cama del hospital con preocupación en su rostro, mostraba una sonrisa satisfecha cuando él no la miraba. Mejor muerta, en ese momento no tendría preocupaciones.

Luego Casilda bajó la mirada, aparentando remordimiento: "Es mi culpa, si no me hubiera distraído, no me hubieran atropellado, y tú podrías haber vuelto para estar con ella durante el parto".

Macario fruncía el ceño, su voz era neutra, imposible de discernir lo que sentía: "Descansa bien, he pedido a Urías Román que te acompañe", con la pérdida, no tenía más remedio que volver al país, pero viendo el estado de Casilda, sabía que no podría volver por ese momento.

Casilda asintió obedientemente y comprensivamente: "Sí, ve y arregla la situación, no te preocupes por mí".

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