Al ver la llamada entrante, el rostro de Pedro se transformó levemente y recibió la llamada.
—Pedro, la hora de la reunión en el Banco de Inversión Rentilla se aproxima, ¿cuándo podrás llegar?
Como el coche estaba en silencio, Bella pudo oír claramente la suave voz de Anna al otro lado de la línea.
Pedro, recientemente, había adquirido el Banco de Inversión Rentilla, con Anna como directora.
Bella recordó que, en su vida anterior, debido a su excelente trabajo en Rentilla, Anna había obtenido el título de la empleada más competente. En ese momento Bella no se resignaba a ser inferior a ella, por lo que también había querido trabajar en el Grupo Romero para demostrar sus habilidades, pero Pedro solo se burló de ella.
—¿Vienes a trabajar? ¿Sabes cómo sobrevivir en un lugar trabajo? ¿Sabes cuánto tiempo y esfuerzo dedicó Anna para obtener la aprobación de la junta?, ¿en serio crees que puedes conseguir lo mismo con unas pocas palabras grandilocuentes? Los antecedentes y recursos de Anna no son tan buenos como los tuyos, pero es progresista y trabajadora, además es muy sensata y leída. En comparación con ella, no puedes hacer otra cosa que intimidar a la gente cada día.
Aquel comentario, había dejado a Bella sin palabras.
—Bien, lo sé —le respondió Pedro a Anna, quitando a Bella de sus pensamientos.
Al ver el rostro de Pedro ante sus ojos, Bella sintió de repente que el aire del coche se había enrarecido y que el ambiente se había tornado, repentinamente, sofocante.
—Miguel, por favor, detente, voy a bajar —le indicó Bella.
—Señora, no es conveniente llamar a un taxi aquí, es mejor que vaya a la empresa con el señor Romero y luego yo le enviaré de vuelta...
—No es necesario, quiero bajarme aquí.
Bella no quería permanecer junto a Pedro ni un minuto más. Sin embargo, Miguel no paró el coche de inmediato, sino que miró a Pedro por el retrovisor, esperando sus instrucciones.
Cuando Pedro vio su cara de repugnancia, su ira resurgió en su corazón, por lo que le dio la orden a Miguel:
—¡Para el coche y bájala!
Miguel obedeció y aparcó el coche junto a la carretera.
Sin vacilar, Bella bajó del coche y dio un portazo.
—Bella, si te atreves a aprovecharte de mi abuela otra vez, ¡nunca te perdonaré ni te dejaré en paz! —le advirtió Pedro.
Ante aquella advertencia, Bella hizo oídos sordos y se adelantó sin siquiera voltearse una vez.
Pedro se atragantó debido a la furia, entonces giró la cabeza y gritó a Miguel con rabia:
—Vamos, ¿qué esperas, que se haga de noche?
Miguel no sabía cómo responderle, por lo que se limitó a guardar silencio.
Bella tomó su móvil y pidió un taxi. Pese a que había tenido que pagar un sobreprecio por la distancia, se sentía de muy buen humor.
Bella primero tomó un coche para ir al hospital, donde le hicieron un chequeo completo, especialmente en el estómago.
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