ROMANCE ALOCADO romance Capítulo 24

María lloraba mientras maldecía. Lo pateaba con piernas y rascaba con manos a Isaac. La chaqueta de este último incluso se quedó rota por el agarre de María y se veía unos rasguños de uñas en su cuello. Algunos bien intencionados en la multitud se adelantaron para aliviar la tensión entre la pareja, pero María, como si se volviera loca, no les hizo ningún caso y siguió haciendo lo suyo.

—¡Loca, deja de hacer más ridiculez! —Isaac no pudo más con la irracional María y le dio una pesada bofetada en la cara.

María se sentó con desesperación en el suelo y miró aturdidamente las baldosas limpias y claras. Fue la primera vez que Isaac la golpeó y al instante una furia extrema y un agravio interminable le invadieron la mente. María se levantó bruscamente, sin hacer caso a los susurros de los espectadores, y empezó una nueva ronda de golpes y regaños.

María, dominada completamente por la furia, soltó groserías a Isaac incesantemente mientras lo rascaba ferozmente en la cara, agarrando su cuello.

Isaac, a su vez, se quedó totalmente irritado por la provocación de María, empezó a defenderse y gritó en voz furiosa:

—¡Eres una puta loca!

Esta pareja empezaron pelearse violentamente. María lo arañó con fiereza a Isaac en la cara con sus uñas largas. A su vez, este último la agarró del pelo y lo arrancó con toda la fuerza. Los dos se volvieron como locos, perdiendo completamente la razón.

Todos presentes, incluida Catalina, se quedaron estupefactos por la escena ridícula a su frente. En este centro comercial de siete pisos, había mucha gente apoyaba en las barandillas de cada piso, mirando con curiosidad e interés este «buen espectáculo».

Para ser honesta, además de regocijo, lo que Catalina sintió más era angustias en el fondo. Ella había conocido a Isaac durante 10 años y había estado con él por 7 años, por eso se creía conocer muy bien el carácter de este hombre: era una persona introvertida y buenaza en la vida cotidiana y siempre trataba a los demás con mucha amabilidad. Catalina no sabía qué tipo de conflictos que había entre Isaac y María había dejado a un hombre tan gentil como él volverse tan violenta e irritado.

¿Y María, con quien Catalina había pasado 4 años inolvidables de la universidad, no siempre había sido una chica tierna y amable con todos? ¿Qué la había cambiado tanto que ahora se convirtió en una loca irracional?

La pelea entre los dos se volvió más violenta y la seguridad se apresuró a detenerlos. Por fin, con la ayuda de los bienintencionados, los guardias de seguridad separaron a los dos que se peleaban juntos.

Emanuel miró esa escena disparatada y suspiró desde su perspectiva como espectador:

—¿Para qué todavía están juntos si se odian tanto?

Dicho esto, giró la cabeza hacia Catalina y preguntó bromeando:

—Mi amor, no me tratarás así, ¿verdad?

En este momento, toda la atención estaba en Isaac y María y el ambiente estaba muy ruidoso, por eso no oyó en absoluto lo que le dijo Emanuel.

Emanuel le pellizcó suavemente el brazo de la mujer y preguntó:

—Oye, estaba hablando contigo. ¿Qué haces aturdida aquí?

—¿Eh? ¿Qué me has dicho?

Emanuel le puso los ojos en blanco y su tono se volvió serio:

—Nada. Volvamos ya.

Catalina se quedó sin palabras al instante. Ella descubrió que este Emanuel tenía un «vicio»: él se volvía descontento si los demás no prestaba atención a las palabras suyas.

Al ver que el hombre caminó a grandes zancadas hacia la puerta principal del centro comercial, Catalina se apresuró a trotar para alcanzarlo.

—¡Loca, tengo que divorciarme de ti! ¡Me divorciaré de ti mañana! —Isaac lanzó tales palabras, apartó la multitud y caminó apresuradamente a la salida.

Tal vez incluso el Dios quisiera castigar a Isaac por su traición a Catalina. Antes de llegar a la puerta principal, Isaac, quien estaba en su plena furia, chocó sin querer contra Emanuel.

—Lo siento mucho. Por favor, déjeme pasar —Isaac se disculpó sinceramente con la cabeza gacha.

Emanuel asintió levemente con la cabeza y dio un paso atrás para cederle el paso. En realidad, él sentía mucha simpatía por este hombre miserable.

—¿Qué te pasa?

—No te mueves. Déjame abrazarte así por un momento —Catalina le dijo.

Esta vez fue la última vez que ella lloró por Isaac, y por sus sentimientos de siete años. De ahora en adelante, empezaría su nueva vida con todo el corazón con Emanuel.

El hombre se quedó bastante confundido sin saber qué le pasaba a esta mujer sensible. Y se avergonzó bastante al ver que había peatones que pasaban por ellos, por lo que la consoló con un tono muy tierno:

—No llores, ¿vale? Si sigues sollozando, los que no saben la verdad pensarán que te estoy maltratando, ¿eh?

Catalina se quedó mucho más calmada después de desahogarse. Secó las lágrimas y dijo:

—Ay, lo siento mucho. He manchado tu traje por descuido con mis mocos...

Emanuel se dio la vuelta bruscamente y dijo desagradablemente:

—¡Catalina, pareces tener muchos mocos! ¡Qué asqueroso!

Luego, se quitó el traje y se lo arrojó:

—¡Lávalo por mí!

Catalina frunció los labios y contestó con una voz agraviada:

—Bueno.

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