ROMANCE ALOCADO romance Capítulo 25

Tal vez fuera porque Catalina había dejado completamente pasar ese pasado triste, esa noche ella durmió muy bien. Cuando se despertó por la mañana, vio ese traje colgado en el balcón y no pudo evitar esbozar una sonrisa leve en los labios. Emanuel a veces tenía un temperamento extraño. Por ejemplo, anoche solo por un poco de mocos en su traje, se volvió muy molesto. Pero aún sí, Catalina le lavó el traje con mucho gusto.

De hecho, esto era lo que quería ella: pasar tranquilamente el resto de la vida con una persona que era adecuada para ella.

En este momento, Alonso apareció de repente en el balcón. Los balcones de sus habitaciones estaban conectados, por eso Alonso podía venir al balcón de ella si quisiera. Catalina se sobresaltó, inmediatamente se incorporó en la cama y se puso casualmente una chaqueta.

Alonso parecía estar muy curioso por este traje de hombre colgado en el balcón. Poniéndose en jarras, él lo miró atentamente por un buen rato.

—Fonsi, ¿qué haces aquí tan temprano en la mañana? —Catalina habló primero.

—¿Qué? ¿No puedo estar aquí? —Alonso señaló el traje con un dedo— ¿De quién es esta ropa?

—Es el traje de mi novio. Lo llevé de vuelta anoche para limpiar.

Alonso se rio levemente y dijo:

—¿Quieres demostrarnos que ya tienes novio colgando solo este humilde traje en el balcón? Caty, realmente no eres buena en mentir.

—No te miento. Es verdad que este traje es de mi novio.

—Anoche, mamá me dijo que habías ido a cenar con tus colegas. ¿Cómo es que saliste con tu novio? Caty, no inventes una mentira tan mala.

Catalina no pudo evitar suspirar con impotencia:

—Fonsi, realmente no tengo el porqué para mentirte. Mi novio se llama Emanuel Moruga y es un soldado de 32 años. Si no me lo crees, puedo llamarlo ahora mismo.

Dicho esto, Catalina se dio la vuelta con la intención de recoger su celular, pero Alonso la agarró del brazo y dijo:

—Tan pronto como me mudé de vuelta a casa, me dijiste que ya tienes novio. Aunque no quieras aceptarme, no hace falta que inventes una mentira tan ridícula para engañarnos a todos. Mamá y papá te aman mucho y siempre quieren que seas feliz todos los días. Si ellos saben que les estás engañando, sin duda alguna se sentirán muy tristes, por eso, por favor, Caty, deja de mentirnos más.

Al ver que su hermano era tan obstinado, Catalina supo que era imposible que lo convenciera con palabras.

—Fonsi, quiero mostrar algo, pero espero que puedas guardar este secreto por mí temporalmente porque quiero decírselo personalmente a papá y mamá.

—Pues muéstramelo —Alonso la soltó.

Catalina entró en la habitación, sacó su propio certificado de matrimonio y el de Emanuel y se los mostró a Alonso.

—Ahora debes de creer en lo que te he dicho, ¿verdad?

Alonso miró con asombro e incredulidad a estos dos certificados.

—Fonsi, admito que es mi culpa por no haber consultado la opinión de papá y de mamá antes de casarme con él, pero esto es mi propia decisión, espero... ¡Ah! ¡¿Qué haces, Fonsi?!

De repente, Alonso le quitó los dos certificados de la mano y los rompió en pedazos.

Catalina miró atónita los certificados en pedazos dispersos en el suelo e interrogó en voz alta a su hermano mayor:

—Alonso, ¡¿estás loco?! ¿Cómo puedes romper mis cosas? ¡Los certificados son muy importantes para mí!

Catalina, quien se quedó tan nerviosa que casi rompió a llorar, se inclinó para recoger sus certificados rotos.

—¡Levántate! —Alonso la agarró de la muñeca y pisó un certificado roto para impedirle que lo recogiera— Catalina, ¿cómo podías ser tan impulsiva? ¿Conoces suficientemente a ese hombre? ¿Cómo te atreviste a casarte con él tan precipitadamente? ¡¿Acaso has perdido la cabeza por la traición de Isaac?!

—¡Vete! —Catalina apartó con toda su fuerza a Alonso y recogió los pedazos de sus certificados de matrimonio, que ahora no solo estaban rotos, sino también estaban llenos de huellas de zapatos de Alonso.

—Lo siento mucho, papá, mamá... Pero realmente quería casarme...

Sí, ella había estado queriendo casarse, deshacerse de Alonso y alejarse de esta familia donde nunca sería su real hogar.

Al ver el aspecto tan triste de su hermana menor, Alonso también sintió algo de angustia y se adelantó para decir:

—Caty, déjalo a ese tipo sinvergüenza venir a nuestra casa hoy para que lo conozcamos primero. ¡Ojalá no sea un gilipollas como Isaac!

Laura ya estaba llorando lamentablemente a un lado. Román le regañó a su hijo:

—Vete a un lado. ¡¿Con qué tono estás hablando?!

Después, se dirigió a Catalina con seriedad:

—Caty, no hagas caso a los disparates de Fonsi. Tu mamá y yo somos mayores y tenemos más experiencias de vida que tú, por eso podemos distinguir mejor si una persona es decente o no. Pues déjalo a tu marido venir a nuestra casa para que lo conozcamos un poco. No te preocupes, no le tenemos ninguna mala intención y solo queremos ver cómo es nuestro yerno. ¿Te parece?

Catalina no estaba segura de si podía venir o no, pero ya que su padrastro se lo pidió, no tenía motivos para rechazar:

—Bueno, entonces le llamaré a ver si está libre hoy.

Alonso dijo con enojo:

—Tendrá que aparecer en nuestra casa aunque no tenga tiempo libre. Si no viene, significa que este tipo no tiene respeto a nuestra familia...

Román le interrumpió a su hijo:

—Basta ya. ¡Cierra tu boca y vuelva a tu habitación!

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