ROMANCE ALOCADO romance Capítulo 57

Era cierto que Emanuel tenía mucho aguante. No obstante, él no era el único, de todos los que salieron del ejército podían beber. Así que después de tanto alcohol, que podría emborrachar un toro ni hablar la persona, él ya no podía mantenerse de pie.

Al final, Emanuel fue levantado por los compañeros hasta la casa.

—¿Director? Vaya, está borracho de verdad. Déjalo, no vamos a joder a los novios. Catalina, descansad bien, no os vamos a molestar.

—Ah, vale, ten cuidado cuando volváis.

Después de que cerraron la puerta, por fin todo se puso silencioso. Catalina suspiró profundamente. Tras un día de tantas cosas, estaba muy cansada. Vaya tortura la boda.

Emanuel se tumbó en el sofá. Al dar la vuelta, una pierna suya y medio cuerpo estaban fuera del sofá. Estaba totalmente borracho.

—Emanuel —Catalina se acercó y tocó el brazo de Emanuel—, Emanuel, oye, despiértate. Te resfriarás si duermes en el sofá. Oye...

Emanuel no reaccionó nada, en cambio, la pierna que estaba media fuera del sofá se cayó directamente.

—Vaya, vaya, aunque puedes beber, no deberías beber tanto.

Catalina movió la cabeza de lado a lado con desprecio. Ella mordió un poco el labio y de repente dio una patada fuerte hacia la pierna de Emanuel.

Emanuel solo se movió un poco, siguió sin reaccionar.

Catalina se rio.

—Yo no soy capaz de moverte. Cuídate bien —mientras tanto, ella cogió unos cojines del sofá y los puso encima de Emanuel—. Voy a dormir, buenas noches.

Había una luz nocturna al lado de la cama. La luz ámbar creaba un ambiente cálido y cómodo. A partir de hoy, ella tenía que vivir aquí. El armario estaba vacío. Al lado había dos maletas. La negra grande era de Emanuel, y la pequeña rosa era suya. Era ropa que recogieron ellos cada uno desde su propia casa.

Catalina tiró su maleta y lo dejó en el suelo. De hecho, ya estaba todas sus cosas dentro. Como ya era tarde y estaba muy cansada, ella solo sacó la ropa para cambiar e iba a dejar el resto para mañana.

El primer día de la boda acabó así.

El día siguiente, por la mañana, todo estaba oscuro a través de la ventana. La calima de la ciudad volvió y con más fuerza.

Emanuel frunció el ceño, pero tampoco podía decir nada.

Catalina se giró y se río secretamente. «Qué mañana más contenta. Con este hombre no debo estar en contra.»

—Voy a hacer desayuna, ¿tienes apetito? Si no, no te hago tu parte —dijo ella.

Emanuel hizo un hipo, estaba repleto de alcohol, tenía el estómago revuelto.

—Has bebido demasiado ayer. Es mejor un poco de leche. ¿Vale?

—Bien — Emanuel asintió con la cabeza.

—Pues, voy a prepararlo, y tú —Catalina le miró de arriba a abajo y dijo—, dúchate bien, si no, en esta casa ya no puedo vivir.

Emanuel cambió la expresión facial. Obviamente, ella se refería a que él olía mal. Abrió la boca y lo olió, bueno, tenía razón.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ROMANCE ALOCADO