ROMANCE ALOCADO romance Capítulo 93

—Gracias.

Catalina tomó el pastel.

El jefe, un hombre sencillo a primera vista, se dio la vuelta y tomó la mano de su mujer, envolviéndola en la suya y frotándola y respirando:

—Te he dicho, ¡cómo se va a curar esta congelación!

Catalina giró la cabeza para mirar a Emanuel y preguntó:

—Cariño, si no fueras quien eres ahora, si ambos estuviéramos sin dinero, ¿me querrías tanto como este jefe quiere a su mujer?

—Volviendo a hacer preguntas sin sentido.

Emanuel tenía una mirada de desprecio en su rostro.

—Vamos, contesta, lo digo en serio.

No respondo a preguntas hipotéticas. También estoy serio:

—No contesto las preguntas sin sentido y lo digo en serio —volviéndose hacia su rostro— si existiera esta posibilidad, te seguiría queriendo, igual que ahora.

Con eso, se inclinó y le dio un beso.

—Ja, ja, ja —Emanuel se rió, levantando la mano para limpiar la crema de la comisura de la boca, y dijo con cara seria—. Que creas que te quiero o no es sólo tu sentimiento subjetivo, pero puedo prometerte que, dentro de mis posibilidades, te daré todo lo que quieras.

Te daré todo lo que quieras.

Esa fue su promesa a ella, muy directa, su voto tan verdadero pero no romántico como este hombre que era.

—Hace días que no te bañas.

Era como un cubo de agua fría que se derramaba sobre ella, apagando todos los fuegos de sus emociones. Puso los ojos en blanco y se enfadó,

—No hace falta decirlo. ¿Tenías que revelarlo tan directamente? No me atrevo a ir al gran cuatro de baños de tu campamento, además, no puedo lavarme en mi habitación.

—Vale, vale, no debería haber dicho la verdad, ¿vale? —Emanuel pensó que no se podía ofender a nadie que no fuera una mujer.

—Voy a comprar salchichas —Catalina dijo y se dirigió a la tienda de enfrente.

La mirada de Emanuel siguió la de ella, y por primera vez en más de dos años aquí, esperó con ansias la Nochevieja, y por primera vez fue muy consciente de ello: este frío invierno se hizo cálido gracias a ella.

—Espérame —dijo mientras la siguió rápidamente— ¡No andes por ahí! Si te pierdes, no conoces el camino.

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