Ellie tomó una respiración profunda antes de responder:
—Quizás… quiera respirar aire fresco en el jardín… —la voz de ese hombre se esparció por todo su cuerpo. Allí estaba de nuevo, tratando de buscar una salida para ella y a la vez metiéndola en un agujero.
—Gracias… —respondió Elizabeth mientras Hunter asintió con la cabeza y le dio una sonrisa para que ella continuara su trayecto.
En segundos ella escapó del comedor, mientras en pasos apresurados llegó hasta el jardín donde nadie pudo verla. Sacudió sus manos y las pasó por su vestido para secar el sudor. Soltó el aire varias veces y luego llegó donde estaba un árbol que literalmente arropaba la casa y recostó su espalda allí.
Sus ojos se cerraron.
¿Qué me está pasando?, ¿Qué es todo esto, por el amor de Dios?, se preguntó mientras acompasaba su respirar. Con la yema de sus dedos rozó el roble detrás y luego negó.
¿Cómo iba a trabajar con ese hombre?, ¿Cómo podía seguir pensando en una persona que no era su esposo?, ¿Cómo lograría estabilizar todo lo que ahora se le salía de sus manos?
Debía hablar con su padre, necesitaba salir de todo esto, ella simplemente no podía hacer este trabajo.
No puedo.
—Elizabeth… —esa voz conocida resonó en todo el espacio y de un solo golpe sus ojos se abrieron para visualizarlo a solo dos metros de su lugar.
Solo respira, ¿de acuerdo?
—Señor, —de forma lenta Ellie despegó su cuerpo del árbol y se puso lo más erguida que pudo.
—¿Es mi impresión, o estás huyendo de mí? —la pregunta de Dereck solo hizo que todos los vellos de su cuerpo se erizaran.
En la batalla por saber cómo responder ante esa pregunta repentina, Ellie soltó un soplido y trató de reír.
—¿Huir? —preguntó con un disfraz de sonrisa, pero por dentro estaba vuelta mierda—. ¿Por qué voy a querer huir… de… usted, señor Hunter?
Después de que ella contraatacó con una sonrisa que Dereck supo era fingida, sintió una leve irritación por lo desesperada que se escuchó. Eso, aunado a que el nombre “Señor Hunter” en cada palabra estaba colmando su paciencia. Apretó su mandíbula y luego llevó sus dedos a su frente para tratar de hacer un círculo con ellos.
—Elizabeth… vine aquí porque es importante que me escuche.
—Le escucho —la voz de Ellie vibró sin esconder sus nervios.
Dereck dio unos pasos más, hasta que ese olor a vainilla mezclado con algo parecido a frutas se impregnó en sus fosas nasales, haciendo que tuviera que pasar un trago antes de enfrentarla.
—No es necesario que quiera huir de mí cada vez que estoy a su lado. ¿Cómo vamos a trabajar de esa manera? —preguntó Dereck mientras observó en cómo la chica abría sus ojos un tanto impactados—. Para mí es muy importante que nos centremos en todo lo que hay que hacer, y créame, se viene mucho trabajo.
—Yo… lo sé, señor Hunter.
Dereck rodó los ojos y luego pasó las manos por su rostro.
—¿Puedo pedirle un favor? —La pregunta volvió a confundir a Ellie, pero al contrario ella asintió—. No me llame señor, se lo pido, se vuelve muy impersonal, y Elizabeth, necesito tener la suficiente confianza con usted para todo lo que vamos a hacer… en el trabajo.
Ellie pasó un trago duro y volvió a asentir.
—De acuerdo, lo siento.
—Bien… ahora. Estoy aquí porque quiero ser muy claro en este asunto, y también porque le debo una disculpa.
—¿Una disculpa?
Él asintió mientras su semblante cambió a uno duro.
—Es evidente que, hay una tensión… un tanto extraña entre nosotros. No me gusta andar con rodeos, Elizabeth, soy una persona que va de frente en todo.
—Sí, pero…
—Escuche —Hunter la interrumpió rápidamente y dio otro paso. Ellie retrocedió otro más, aunque no pudo evitar también aspirar el aroma que ese hombre emanaba sobre ella, que parecía aplastarla.
Era como un alucinante, algo que colocaban en su nariz para que su cuerpo se estremeciera, en estos momentos ella solo se preguntaba una cosa. ¿Quién era este hombre? Pero por, sobre todo, ¿Quién era ella ahora? El estremecimiento de su cuerpo le indicó que quería saber que se sentiría rodear sus brazos en su cintura, sí, ella quería abrazarlo, pero… No podía hacer algo como eso.
—Yo, obviamente me equivoqué —Ella escuchó de nuevo—. Quiero disculparme porque desde que nos conocimos, envié información equivocada al dirigirme de cierta forma a usted Elizabeth, y en su posición, fue irrespetuoso de mi parte.
Ellie quería hablar, quería decirle que ella tuvo la culpa por no colocar límites desde el principio, y sobre todo por consentir la forma en que él la miró. Pero ahora que abrió su boca para decir algo, nada salía. Nada.
—No quiero entorpecer nuestro trabajo —continuó Dereck ante su silencio—. Por favor, trabajemos en comodidad, es la mejor forma para que esto avance. Sé qué, como para mí, esto es importante para usted, Elizabeth.
—Lo es… —Respondió Ellie con las mejillas encendidas—. Siento mucho que nuestra entrada haya sido…
—Acalorada —completó Dereck con una sonrisa, arrancándole una a ella de forma espontánea.
Después de mucho tiempo la tensión dio un vuelco y la adrenalina se dispersó por su cuerpo, y aunque no supo por qué, una risa salió de ella de forma natural mientras negó.
Dereck miró su boca mientras la mujer pegó la lengua a sus dientes, su cuerpo se congeló y en respuesta su rostro cambió de inmediato por una mirada seria.
Ellie evidenció su cambio repentino y temió por haber hecho algo mal. De un golpe cerró su boca y cerró su sonrisa, para dar pase a un rostro preocupado.
—¿Hice algo malo? —preguntó un tanto preocupada. De un momento se había relajado cuando Dereck tomó la iniciativa de dejar su tensión en una bandera blanca, que, a su percepción, fue lo mejor que pudo sucederle. Pero allí estaba de nuevo esa mirada.
Lunes por la mañana.
El día llegó.
Elizabeth estaba sentada en el comedor terminando su café mientras miraba a la nada. Eran las 6:30 de la mañana, pero ella ya estaba vestida para el trabajo y lista para salir.
Aunque estaba nerviosa y algo ansiosa, dejó que su careta permaneciera intacta mientras vio como su marido, pasaba hacia la cocina sin dirigirle, aunque sea unos buenos días. Soltó el aire, colocó la taza de café en la mesa y se levantó tomando su bolso y su portátil.
—Espero que tengas buen día, cualquier cosa, te llamaré —dijo en dirección de Michael, pero él ni siquiera se movió para responder a su mensaje.
Ellie ya sabía de esa forma en que su esposo hacía berrinches cuando estaba enojado por algo; en un pasado su voluntad fue quebrada cuando por horas pedía que hablaran, cuando de forma constante buscaba el modo de que ambos estuvieran en paz, y en como su corazón sangraba cuando Michael la rechazaba de forma constante.
Sin embargo, ya había pasado mucho de eso, y al darse cuenta de que su marido no iba a responder a ninguno de sus buenos deseos, asintió y caminó hacia la salida.
Saludó a su chofer y luego le indicó la nueva dirección que Dereck había dejado para ella en un papel, desde ayer. Ahora miraba esa letra que había dibujado en un pedazo de papel roto, y se estremeció en recordar como sus dedos habían tocado la palma de su mano.
Colocó la cabeza en el asiento y arrugó el papel fuertemente tomando toda la aspiración posible. Este era un nuevo comienzo. Sabía que no sería fácil, y entendía que debía tener su mente clara para que la empresa de su familia saliera a flote. Esa era su preocupación y su ocupación principal a partir de ahora.
Después de unos minutos, revisó su móvil y divisó en cómo tenía cientos de mensajes sin leer. El grupo de sus amigas iba en 1000 mensajes y contando, pero ella no podía detenerse a estas alturas de la vida, a sentarse para escuchar situaciones que para ella ya no tenían sentido.
Cerró su móvil y vio la carretera mientras dejó que su mente imaginara en cómo sería el ambiente en su nuevo trabajo.
—Llegamos —la voz de Tom hizo que Ellie parpadeara varias veces y ella mostrara una sonrisa en su dirección.
—Gracias, Tom, te avisaré para que vengas a buscarme, por favor.
—Por supuesto —ella escuchó mientras él abría la puerta de su lado.
Cuando Ellie puso su pie en el suelo, solo pudo acostar la cabeza hacia atrás, para ver el edificio de ventanas tipo espejo que estaba frente a sus ojos. No era para nada parecido a la construcción en el centro de la ciudad, donde se ubicaba su empresa. Ahora se encontraban en una parte de Memphis donde solo se hallaban empresas de categorías altas y reconocidas en todos los Estados Unidos.
Vio como un logo se enmarcaba en el punto alto de la torre, y si no estaba equivocada, parecía un signo de infinito, porque lo vio en toda su carrera.
Con la mano se despidió de su chofer mientras verificó la hora en su reloj. Aún faltaban 15 minutos para entrar, pero no podía quedarse como una tonta allí parada esperando que llegaran las 7:00 am.
Entró al edificio y nada más abrió la puerta, el aire acondicionado se impregnó en su piel. Todo olía a perfecto en este lugar, y aunque supo que debía ir a la parte donde visiblemente decía “información”, supo que era una pérdida de tiempo, ya que nadie se encontraba allí.
Ahora podía sentirse avergonzada. Pero ¿quién se sentía apenado por llegar 15 minutos antes de la hora?
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