Romance Prohibido romance Capítulo 12

Ellie giró a todas partes sin saber a dónde dirigirse, pero en el momento en que ya comenzó a sentirse desesperada, encontró a un hombre que salía de un ascensor ubicado al final del pasillo.

Gracias al cielo, pensó dentro de sí.

—Buen día. Disculpe… he llegado un poco antes —anunció Ellie mientras caminó hacia el hombre y él hacía lo mismo hacia ella. De forma rápida abrió su bolso y buscó el papel para recordar en qué piso le informó Dereck, y entre tanto lo buscó, terminó por decir—: Debo ir al piso del señor, Hunter… sí aquí esta, es, es…

—El piso número 35 —completó el hombre de seguridad que ya se había detenido frente a ella.

—Sí… —¿Por qué tenía tantos pisos?, se preguntó, mientras en su cabeza pudo agilizar muchas oficinas en solo 10 pisos, era una pérdida de espacios.

—Señorita, puedo llevarla, pero… hay un inconveniente.

Ellie alzó los ojos con preguntas en su mirada.

—¿Cuál es?

—En este edificio se comienza a trabajar a partir de las 8:00 am y muchas veces cuando el señor Hunter viene a la ciudad, llega de 8:30 a 9:00 am.

La ceja de Elizabeth se levantó.

—¿9:00?

El hombre asintió.

—Esto es imposible —susurró la chica, porque estaba a punto de sentirse irritada. Dereck le dejó muy claro que estaría a la 7 en el lugar.

—Aunque… —escuchó que el hombre volvió a decir, pero luego la mirada del vigilante fue a otra dirección—. Hay días como hoy que nos sorprende.

Ellie giró en la trayectoria de su mirada y vio como Dereck estaba entrando al edificio mientras una sonrisa se gestaba en su cara.

¿Por qué sonreía de esa manera como si ella fuese alguien importante para él?

Elizabeth apretó su mandíbula y se dijo mil veces en solo segundo, que debía dejar su estupidez, mientras que Hunter miró su reloj y luego comprimió sus cejas.

—Eres muy puntual. Ni siquiera yo pude ganarte, aún faltan 10 minutos para las 7:00 am.

El aire de Ellie salió de su boca mientras la misma se ensanchaba.

—Soy puntual, sí… aunque tuve miedo hace unos segundos —confesó aún sin saber por qué estaba llevando esa broma.

—¿Miedo? —Dereck miró en dirección del hombre de seguridad y extendió su mano—. Adam buenos días, comenzaremos temprano hoy, ella es Elizabeth… Elizabeth.

Ellie vio como intentó evadir su apellido, pero no reparó en la situación.

—Mucho gusto —dijo rápidamente para tratar de quitar la sensación de incomodidad que se instaló después de que Dereck recortó su nombre.

—Un placer señorita, Elizabeth…

Ellie iba a corregirlo, ella no era una señorita, sino una mujer casada, pero antes de que pudiera sacar una palabra de su boca, Dereck intervino.

—Ella no necesita un pase, ni permiso para entrar Adam, a partir de ahora trabajará con nosotros. Es nuestra socia, ¿De acuerdo? —Ellie no podía quitar la mirada de Dereck, ni tampoco pasó desapercibido en como involucraba a todos sus empleados haciéndoles pertenecientes de su empresa—. Cualquier cosa que Elizabeth necesite, por favor…

—Por supuesto, Señor, estaré al pendiente.

—Gracias, Adam.

Una mano se posicionó en su espalda y el cuerpo de Ellie reaccionó como una bomba. No pudo amortiguar la sensación que la invadió y Dereck evidenció su incomodidad.

—Lo siento, subamos.

Ella quería disculparse por el rechazo que tuvo a su toque, pero no era en esencia un rechazo, era más bien un reflejo.

Cuando entraron al ascensor, sus ojos se posaron en cómo Dereck presionó el botón para el piso 35 y las puertas se cerraron.

De un momento a otro todo el lugar se sintió pequeño mientras sus miradas estaban fijas en el otro. Ellie vio como sus ojos negros intensos y brillosos se oscurecían aún más, y sin decir una palabra ella sintió como si con su mirada hubiese expulsado todo de sí misma en ese instante.

—¿Por qué mencionó la palabra miedo? ¿Aún siente que quiere huir de mí? —La pregunta solo hizo que Ellie se sintiera más ahogada.

—Solo temí porque usted fuese muy impuntual…

Las puertas del ascensor se abrieron y ella parpadeó rápidamente mientras con una sonrisa, Dereck dio largos pasos para salir de allí asomándole la mano.

—Este es nuestro piso —en el momento en que lo dijo se mandó a la mierda él mismo—. Quiero decir… donde trabajaremos de ahora en adelante.

—¿Puedo hacerle una pregunta?

—¿Me preguntas con otra pregunta?

Ellie sonrió.

—¿Cómo es que tiene este edificio si acaba de llegar a esta ciudad?

—¿Quién dijo que acabo de llegar? —contraatacó Dereck.

Ellie asintió entendiendo muy rápido y luego giró hacia toda la planta.

Esto ni siquiera se asemejaba a su lugar de trabajo. Este edificio era unas 100 veces más grande que el suyo y eso sin mencionar a que todo parecía de lujo.

Elizabeth era delgada, y de tez blanca. Su estatura era un poco más alta de la mujer promedio, pero la hacía ver estilizada y muy llamativa. Sus curvas no eran muy pronunciadas, pero ella parecía que se cuidaba en su alimentación porque toda su vestimenta le quedaba perfecta a su talla.

Aunque no lo predijo, el cuerpo de Dereck se tensó y justo cuando su mirada se posicionó en los labios de la chica, entonces sintió como su entrepierna palpitó.

Ok, esto es perfecto.

Sin pensarlo mucho, fue hasta su lugar, tomó una silla y se sentó sin que ella se lo pidiera. Necesitaba de forma urgente disimular el problema de allá abajo.

—Ellie, si deseas podemos comenzar a colocarnos al día.

—Por supuesto —Elizabeth se quitó su chaqueta y el cabello cayó encima de sus senos firmes. Ella llevó algunos mechones atrás de su oreja y luego puso sus manos en la mesa de madera—. Debo decir que el lugar es estupendo, y quiero agradecerte de nuevo.

Por alguna razón, esa sonrisa placentera en ese rostro de ángel, hacía que el cuerpo de Dereck vibrara de anticipación. Es como si ella se sintiera complacida con lo que él le ofrecía, y era una sensación bastante satisfactoria.

Tenía mucho que decirle. Había muchos puntos que debía dejar claro, sin embargo, nada más contrario salió de su boca.

—¿Prefieres que te llamen Ellie? —el rostro de la mujer asomó el rubor acostumbrado.

—Creo que, sería mejor que me llamaras como te sientas cómodo.

¿Por qué siempre tiene que ser tan complaciente?, pensó Hunter. La situación en varias ocasiones le incomodaba, aunque no se refería a este momento, le estorbaba la forma en como siempre aceptaba las cosas sin más.

—Bien, me gusta Elizabeth —informó el hombre un poco más serio que hace unos segundos, lo que hizo preguntarse a Ellie ¿qué mal había dicho?

—Eso está bien para mí —respondió ella tratando de mantener la armonía, pero las cejas de Hunter se fruncieron más—. ¿Pasó algo?

La mirada del hombre se intensificó y luego asintió con la cabeza.

—Elizabeth, no sé qué tipo de relación acostumbras a llevar en tu vida, no soy nadie aquí para cambiar eso. Pero quiero que en nuestro ámbito no aceptes todo lo que digo.

Ella parpadeó varias veces totalmente perpleja a la información que estaba recibiendo.

—No… no entiendo…

Dereck soltó el aire y arrimó su silla haciendo que su cuerpo grande la hiciera sentir minúscula en ese espació. Hunter apoyó los codos en la mesa y se aproximó todo lo que pudo hasta que ella logró sentir su cálido aliento esparcido en toda su cara.

—Me gustaría… tratar con la Elizabeth que está allí adentro —el hombre apuntó con su dedo su pecho sin tocarla, pero ella sintió como si lo hubiese hecho, mientras con sus ojos negros volvía a desestabilizar su cordura.

La boca de la chica se abrió mientras sus labios temblaron, aunque quiso decir algo en su defensa, él comenzó hablar de nuevo.

—Quiero que refutes mis ideas, que asomes un no en grande cuando no estés de acuerdo conmigo, necesito que me lleves la contraria cuando sea necesario, y por encima todo, necesito que seas tu misma, Elizabeth. Quiero ver a la mujer genuina que hizo que viniera a esta ciudad…

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