Ellie estaba sentada en su bañera con la mejilla puesta en su rodilla mientras recordaba su asombroso día.
¿Cuánto tenía de no sentirse tan… emocionada?
No solo adjudicaba eso a que ahora tenía a un hombre avasallador todo el tiempo a dos metros de distancia, que por alguna razón no podía entender, no se separaba de ella en ningún instante. También podía sumar a que todos en esa empresa la trataban con respeto, con admiración y como si ella realmente fuese una persona importante.
Las lágrimas comenzaron a caer, y no supo por qué estaba llorando ahora, tenía una conglomeración de sentimientos en el pecho que hicieron una unión para hacerse grandes y explotar por toda ella.
Estaba nerviosa, eufórica, pero sobre todo tenía mucho miedo.
No sabía que pensar, no sabía a donde caminar, ni a quien contarle todo lo que se la estaba comiendo por dentro. Necesitaba que alguien estuviese para ella, le urgía que alguien la escuchase por diez minutos y le preguntara qué quería, o simplemente si ella estaba bien.
Todos estos años viviendo en esta casa con Michael, solo le dejaron un vacío que estaba siendo imposible de soportar, todo este tiempo ella había estado de relleno para todos, pero nunca obtuvo algo de regreso.
Unos sollozos se escaparon mientras hundió su cara en las rodillas y sintió las lágrimas calientes en sus piernas. Tenía más de una hora en esa bañera, y el agua ya estaba fría, pero no quería ir a ninguna otra parte, y lo cierto es que tampoco tenía un lugar a donde ir.
También estaba esa culpa, una culpa que estaba intensificándose durante los últimos días. Se sentía desagradable con sus pensamientos, ella literalmente se veía tan mal en este momento que lo que ocupó su cabeza era que se merecía todo lo que estaba viviendo.
Nunca podía imaginar a sus padres viéndola desde lejos con esa mirada inquisitiva por saber que ella tenía a un hombre en su mente todo el tiempo. La sociedad en la que estaba iba a joderse en ella si solo alzara la voz y dijera que su matrimonio era un fracaso, que no quería seguir con su tipo de vida, y que quería hacer todo menos fingir.
Sin embargo, Ellie supo que nunca tendría las suficientes fuerzas para ser tan valiente, ella era un ser lleno de miedo e inseguridades, que jamás daría un paso como ese.
Estaba clara, quería a Michael, de cierta forma aún estaba ese sentimiento por el cual se enamoró de él, no siempre había sido como era ahora, y ella tenía buenos recuerdos de su noviazgo aún. Pero ahora mismo no podía asegurarse que lo amaba, ni siquiera pensaba en él como un hombre, y eso la estaba atormentando hasta hacerla perder el equilibrio.
Ellie tomó un poco de agua en sus manos y lavó su cara mientras un recuerdo vino a ella de repente:
“Elizabeth. Quiero ver a la mujer genuina que hizo que viniera a esta ciudad…”
Toda su tormenta se desvaneció mientras sus ojos se cerraron creando una descarga en su cuerpo. La piel de la chica se estremeció y una puntada se esparció en su centró. Sus ojos se abrieron.
—No, Ellie, no, no, no… —ella puso las palmas en su boca mientras reprimía las negaciones una y otra vez.
—¿Qué ocurre? —ella se movió de forma brusca en el agua derramándola por todo el piso ante el susto de escuchar esa voz.
Michael estaba en el umbral de la puerta desajustando su corbata mientras la miraba con el ceño pronunciado.
No supo por qué, pero por convicción propia juntó sus piernas a su pecho y las abrazó con sus brazos.
—Michael…
El hombre dio unos pasos y luego direccionó la mirada a el agua regada.
—¿Por qué estás aún en el agua? —preguntó mientras se agachaba a tocar la temperatura—. Está helada. ¿Qué pasó? Tienes la cara roja…
Ellie estaba un poco confundida por su evidente preocupación, ahora que había vuelto a la realidad, sus labios temblaron y comenzó a tener frío.
—Yo… solo estoy cansada… ha sido un día largo —fue lo único que encontró para decir.
Michael fue hasta unos gabinetes para tomar unas toallas, y aunque ella pensó que iba por ella, se las arrojó.
—Póntelas, tenemos que hablar.
Las toallas llegaron a su cara y las tomó rápidamente. Cuando vio que el hombre salió del baño ella se levantó y se arropó con ellas.
Después de unos minutos fue hasta su habitación donde lo encontró sentado revisando su teléfono. Estaba a punto de pasar a su habitación de ropa para ponerse algo antes de hablar, pero la mano de Michael atrapó su brazo.
—¿Qué pasó hoy?
Ellie alzó la vista a su rostro, él parecía sereno, pero algo en su aura la incomodó.
—¿Sobre qué? —intentó disuadir, entonces escuchó como su esposo soltó una risa carente de sentido.
—Quiero saberlo todo…
Elizabeth parpadeó varias veces y luego asintió.
—El edificio queda en…
—Sé dónde queda —le cortó, parecía que quería que ella fuese al punto que él quería, había algo muy extraño en los ojos de Michael.
—El… el señor Hunter solo me mostró el lugar y me presentó a sus empleados. Después de un recorrido, comenzamos a trabajar.
—¿Y eso fue todo? ¿Dónde ubicaron tu oficina? ¿Cómo será el trabajo?
Ella pensó en la posibilidad de decirle que su espacio era el mismo que el de Dereck, pero supo que era imposible.
—Yo tengo mi propia oficina como todos los demás trabajadores… yo, debo ir todos los días, aún no he hablado con… el señor Hunter para pedirle el día que mi padre me necesita.
—Bien… —Michael soltó su brazo—. Es bueno que veas todo lo que hacen, mantente alerta a todas las jugadas, y dime cuando se reúnan con tu padre y qué finiquitan.
—¿Qué? —todas esas directrices solo la aturdieron más.
Pero la mirada que asomó Michael le hizo ver que él estaba enojado por algo más.
—¿Crees que no sé a qué está jugando Jarod?, definitivamente quiere sacarnos de todo esto, y de las verdaderas ganancias.
Ellie dio dos pasos hacia atrás y luego negó.
—Michael, ¿Por qué estás paranoico con ese tema? Mi padre solo quiere salvar la empresa, una que está en pedazos ahora ¿y tú solo piensas en que mi padre quiere sacarlos?
Él se sentó de golpe en el borde de la cama y pasó sus manos por el pelo como si estuviese estresado.
—Creo que nos estamos yendo a la mierda de todos modos… hoy fue un día muy pesado en la empresa y los socios no quieren hacer ningún trato elocuente… es una locura.
Hunter apretó los ojos con las yemas de sus dedos y pasó la saliva. Estaba harto de este plan.
—¿Qué quieres que te diga, Carter? —preguntó Hunter extendiendo sus brazos con la irritación pintada en su rostro.
—Solo la verdad…
Dereck se levantó.
—Ok, sí, no voy a negártelo… Elizabeth es… ¡No sé lo que es! Pero, es como si cuando está cerca, ella… ella necesitara de mí. ¡Y me jode sentirme así! Además, que ¿acaso no la has visto? Es muy hermosa, tanto que, quisieras meterte en ella y tomar todo lo que puedas y…
—Realmente estás jodido, Der.
Hunter soltó el aire.
—Esto no es nada, Carter. Ella me gusta, me siento atraído por ella, es solo eso.
—Der…
—Lo sé… me importa una mierda que está casada, estoy seguro de que solo estaría un par de veces con ella y esto se me pasaría. Incluso mandaría al carajo este negocio, esto solo es un capricho mío que aumentó cuando supe que…
Su amigo se recostó en el asiento y asintió.
—Que pertenece a otra persona… y parece que es un buen matrimonio, he escuchado que ese hombre es todo lo que las mujeres quieren. Entonces solo le causarías problemas.
Dereck achicó sus ojos y mostró dos rayas para su amigo.
—¿Hablas en serio? —preguntó con irritación—. ¿Acaso no lo viste ese día de la reunión?, su único objetivo era aplastar a Elizabeth y sacarla lo más lejos que pudiera.
—Sé que el tipo es un payaso, Der, pero… ¿Y qué? No te incumbe. Sin embargo… —Carter se levantó de su silla y estiró las piernas—. Aquí viene mi consejo. Sé profesional, trátala indiferente, porque lo vi en los ojos de ella también, eso de lo que has estado hablando todo este tiempo, también le está sucediendo a la chica, entonces… huye.
—No seas idiota. Ella ni siquiera se atreve a mirarme a los ojos.
—Der… —las insistentes palabras de Carter fueron interrumpidas porque unos toques en el vidrio hicieron que ambos se giraran a la puerta de entrada.
Dereck había bajado las persianas de su oficina, por lo tanto, no vio venir a nadie, pero cuando alzó la mirada hacia la puerta, aquella mujer del cual estaban hablando, estaba allí de pie.
Tanto él como su amigo se quedaron con las palabras estancadas en la boca, Elizabeth parecía…
—Buenos días —pronunció lento mientras los ojos de Dereck solo estaban fijos en sus labios—. Lamento interrumpir, quería mostrarte algo en lo que pensé anoche…
Carter giró bruscamente y le abrió los ojos a su amigo de par en par insinuándole cualquier tipo de pendejadas con doble sentido ante las palabras de Elizabeth. Y aunque la insinuación de Carter era muy evidente, Hunter no pudo despegar los ojos de una Ellie diferente.
Ella no tenía su traje de color oscuro, con chaqueta y pantalón acostumbrado, Elizabeth llevaba una falda de color vino tinto hasta las rodillas, con una abertura en su pierna que quiso romper enseguida. Aunado a su vestimenta, un body de una sola manga de color blanco que se ajustaba su figura, haciendo que su ante pierna se apretara de nuevo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Romance Prohibido