Michael estaba llamando insistentemente, y aunque la llamada caía, él volvía a enviar la llamada, haciéndole saber que no desistiría hasta que ella contestara.
Ellie giró rápidamente mientras buscaba una manera de hablar sin que Dereck no la escuchara, pero sería demasiado evidente.
—Puedes responder, estaré en silencio ¿de acuerdo?
Ellie asintió y pasó un trago duro mientras deslizó la llamada y colocó el auricular en su oído.
—Michael… —dijo tratando de parecer normal, pero su voz se había quebrado con mucha evidencia y cerró los ojos llevando las yemas de sus dedos a la sien.
—¿Dónde estás? —esa fue la contestación de su marido.
Ellie llevó los ojos nuevamente hacia Dereck mientras sus labios temblaron.
—Estoy en un bodegón cerca de Midtown… el que…
—¡¿Por qué mierdas estás allá?! —gritó interrumpiéndola, aunque Ellie pensó esconder el auricular, Dereck pudo escuchar el grito, pero disimuló muy bien para no colocar incomoda a Elizabeth, y sobre todo para saber qué tenía para decir su marido.
—Michael, hablaremos en casa ¿de acuerdo?
—No te atrevas a colgarme, Elizabeth, ¿Qué pretendes? ¿Qué toda la ciudad sepa que andas paseando con tu nuevo jefe?, ¿acaso pensaste en cómo me veré frente a la gente? ¡No soy un idiota, Maldita sea!
La mano de Elizabeth apretó el teléfono mientras su respiración se aceleraba.
—Esto es trabajo, no entiendo por qué motivo estás de este modo.
Escuchó como su esposo soltó una risa, pero ella sabía muy bien a que se debía su gesto. Estaba loco de ira, y ahora estaba pensando en cómo podría lidiar con ese hombre de nuevo.
—Elizabeth… escúchame bien… esto no se quedará así, esto…
En cuestión de segundos, Ellie sintió como su teléfono fue arrancado de su oreja, y pudo divisar de forma incrédula en como Dereck colgaba la llamada.
¿Acaso se había vuelto loco?
—¿Qué haces?
El hombre terminó por apagar su teléfono y luego lo metió en su bolso.
—Deberás perdonarme una y otra vez, pero no pude evitar escuchar, y si va a seguir insultándote ¿para qué seguir escuchando? De igual forma tendrás un problema ¿no? ¿Qué te parece si hablo con él? Si le explicamos que esto se trata este trabajo, parece que no lo ha entendido…
Elizabeth abrió más sus ojos quedándose sin palabras.
—¿Hablas en serio? No conoces a Michael…
—Elizabeth, olvídate de que él estará molesto todo el tiempo, vamos a hacer nuestro trabajo y llega a tu casa como cualquier otro día, igual no has hecho algo malo ¿no es así? No debes temer por todas tus acciones, no puedes vivir de esa forma.
Ellie alzó sus hombros y luego asintió aún sin saber por qué estaba haciendo caso.
Tanto Dereck como Ellie se miraron un par de veces, pero sus silencios fueron más que necesarios mientras la letra de la canción daba vueltas en su cabeza.
Fue un momento totalmente extraño, por un momento Ellie sintió como si todo estuviera saliendo de ella, y pensó, en definitiva, que se estaba volviendo loca.
De un momento a otro la canción terminó y Dereck decidió apagar la música, estacionó frente a su edificio y luego vio en como Ellie se apuraba en despedirse.
—Nos… veremos mañana ¿no es así? —preguntó mientras ella soltaba su cinturón.
—Claro, debemos concentrarnos en el diseño…
—Bien —respondió Dereck con el rostro serió y cuando vio que ella estaba abriendo su puerta, su mano se apresuró por tomarle la muñeca—. Elizabeth… todo estará bien… por favor no olvides lo que hemos hablado. No tengas miedo, deja que la Ellie que amas, viva en este mundo.
El cuerpo de la chica sintió un cosquilleo de muerte, su respiración se volvía errática de nuevo, y si no fuera porque aún le quedaba un dedo de razón, ella se hubiese quedo allí clavada en esa mirada que la hacía olvidar de todo, incluso de ella misma.
Después de que pasó la saliva, ella asintió enviándole una sonrisa, y antes de levantarse ella tomó la mano del hombre y la apretó.
—Gracias, Dereck, muchas gracias…
Hunter extendió su sonrisa asintiendo también, mientras sus dedos se fueron separando dejando una marca invisible en caricia, que Ellie pensó no desaparecería en mucho tiempo.
Cuando se montó en la acera, vio que el auto de Hunter arrancó mientras ella lo veía desaparecer en la avenida. Soltó el aire de su pecho y luego buscó su teléfono para volver a la realidad, una a la que no deseaba volver.
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