Romance Prohibido romance Capítulo 37

—Creo que no es tonto —comenzó a decir Carter, mientras caminaba con Dereck—. Estoy seguro de que solo hace que no presiente nada. Cualquiera que los ve a ustedes dos, saca las mismas conclusiones. Es imposible que alguien no se dé cuenta.

—¡Me importa una mierda! Solo estoy aquí por Ellie.

Dereck vio como su amigo se restregó la cara.

—No puedo entenderte, no sé qué resultará de todo esto. Pero quisiera saber ¿Por qué lo haces?

—No estoy enamorado de ella Carter. Así que no escucharás que te lo diga, sabes que después de Karen, estoy cauterizado. No confío en nadie más para amar, y nunca lo haré. Ellie me gusta y…

—¿Estás escuchándote? —Carter refutó interrumpiéndolo y tomando el brazo de Dereck, para llevarlo a un sitio aislado—. ¿Quién hace esto por alguien que solo le gusta?

—Ella es diferente de cualquier persona que he conocido, —Agregó Dereck explicando—, Trasparente, sincera. Dice lo que siente, lo que piensa, y no busca estar ocultándome nada. Quiero estar con ella en este proceso, ambos estamos claros, ni ella se enamora, ni lo hago yo. Míralo como un apoyo entre dos personas adultas. Yo necesito una mujer como ella en mi vida ahora, y ella me necesita en su vida. Entonces, no hay nada que entender…

Su amigo lo miró detenidamente y solo dejó las cosas como estaban.

Era muy evidente de que Dereck estaba muy lastimado todavía, y que por lo que él veía, nunca superaría aquel episodio, así como él nunca se le olvidaría del momento más crítico por el que tuvieron que pasar en su amistad.

—Carter —Hunter lo llamó, y luego vio como puso el vaso vacío encima de alguna mesa—. Nos iremos temprano. Hay asuntos que debemos hacer y que tú harás directamente.

—¿De qué se trata? —preguntó siguiendo a su amigo mientras se detenían un momento en la puerta, para dar la última mirada a Elizabeth.

—Vamos a ir a un lugar, y creo que te imaginas cuál, haremos un trato, y perderemos dinero.

—¡¿Qué?!

Esta vez la voz de Carter se alzó, mientras ambos caminaron apresuradamente hacia el automóvil.

—Necesitamos perder dinero y luego apostar y apostar de nuevo, solo de esa manera nos inmiscuiremos en los negocios, y podremos proponerle uno a ese maldito de Hansen…

Cuando Hunter arrancó el motor, por fin Carter entendió la lógica del asunto.

—¿Y cuál es el fin del negocio? Connor dejó muy claro que por esos delitos no le harán nada a Hansen, es amigo del Sheriff, lo escuchaste como yo.

—Por supuesto que lo sé. No quiero que lo arresten, necesito que Hansen acepte el trato, justo el día que me llevaré a Ellie de viaje.

—¿Viaje?

Dereck giró su cabeza hacia Carter mientras manejaba, y le sonrió como si él fuera el mejor jugador del mundo.

***

El lunes por la mañana Ellie estaba sentada en el comedor, masticando su comida, mientras los ojos de Michael estaban sobre ella.

El hombre la miraba con miles de preguntas, pero por alguna razón le aterraba no saber que pasaba por su cabeza. Tomó un poco de jugo agradeciendo mentalmente, que comenzaría una semana más, y que la farsa de compromiso se había terminado.

Toda la velada fue extenuante, y más cuando evidenció que Dereck había dejado la reunión sin siquiera avisarle, de que ya no estaría allí con ella. Le había escrito varios mensajes cuando se encontró sola en su habitación. Pero no pudo saber si su mensaje fue respondido, ya que tuvo que apagar su móvil cuando escuchó que Michael estaba tocando su puerta.

No podía reconocer la faceta que había experimentado en la noche de ayer. Pero tampoco entendía que clase de persona, odiaba su presencia, pero a la vez quería tenerla cerca. La noche había sido un calvario para ella. Ya había pasado algún tiempo desde que su marido no la buscara para un encuentro sexual, así que verlo entrar en su habitación exigiéndole que cumpliera con su deber, había sido el agua derramada para ella.

Pasó la vista por sus brazos, se podía evidenciar las marcas que estaban volviéndose moradas. Allí estaban de nuevo, allí en su cuerpo estaba evidenciando la clase de persona de la que quería huir, esa, a la que estaba aborreciendo con el alma, y que, si no hubiese sido por su fuerza de voluntad, quizás Michael la hubiese violado.

Los gritos habían alterado a las personas que quedaron en su casa, que por supuesto no era ninguno de sus familiares. Solo pudo ver en como Tom y Emma llegaron hasta su estancia, y le quitaron de encima a Michael, que aparte de estar ciego por la ira, estaba borracho.

Podía sentir la mirada de Emma en ella, incluso, podía adivinar los pensamientos que emanaba la mujer, mientras le colocaba uno que otro pan en la mesa. Pero esta vez ella no alzaría la mirada, ni tampoco respondería a ninguna pregunta que le hicieran. Esta misma semana buscaría un lugar para alquilar, y así se le cayera el mundo encima, no iba a desistir de irse de esta casa por completo.

—Estaba un poco ebrio anoche… yo… nunca fue mi intensión agredirte… —le escuchó decir a Michael, entonces, levantando la mirada, tomando la chaqueta que estaba en su espaldar, se levantó y luego miró a Emma con una disculpa.

—Se me quitó el hambre Emma, discúlpame.

La mujer mayor asintió, y luego vio como Elizabeth comenzaba a caminar en dirección de la salida. Después de que la puerta se cerró, solo pudo ver como los platos y todo lo que había en la mesa, fueron derrumbados por el señor Michael, y que rojo de ira se había levantado ir hacia la salida también, haciendo un estruendo en la casa al cerrar con fuerza.

Ellie revisó sus muñecas maltratadas y luego colocó la cabeza en el asiento soltando el aire. Era preferible respirar que ponerse a llorar, ya tenía los ojos lo suficientemente hinchados, por el trasnocho y por el llanto, como para contribuir con su mal aspecto. Y luego de que estuvieran los suficientemente lejos de su casa, recordó que su padre había llegado de Texas, y que había olvidado por completo lo de ir por los documentos.

Tenía tantas cosas en su cabeza que lo había pasado por alto, entonces revisando su rostro con ojeras en el retrovisor, supo que para el bien de Dereck sería mejor que no la viera en ese estado.

—Tom, ¿puede llevarme a la casa de mis padres? —le preguntó mientras encendía su celular.

El hombre asintió, pero no demoró en preguntar.

—Sin embargo, señora Elizabeth, creo que nadie estará a esta hora en casa. Su madre está llevando a los chicos a la escuela, y su padre ya estará rumbo a la empresa.

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