Romance Prohibido romance Capítulo 42

Después de unos segundos de penumbra, la voz de Jarod cortó con un silencio que estaba siendo demasiado largo para todos.

—No creo que tengas problema de acompañar a tu esposa, Michael.

El hombre se giró con el rostro muy tenso y su cuerpo a punto de estallar, luego se limpió la frente, pasando los ojos a todas las direcciones sin mirar a alguien en particular.

—No puedo… —su voz salió en forma de susurro, pero la acentuó tanto que la piel de Elizabeth se estremeció mientras dio un giro inesperado.

No pudo evitar pensar ¿qué estaba ocurriendo para que Michael se negara a esto?, su confusión estaba matándola al punto de llevar sus ojos insistentes hacia el lugar de Dereck, y solo en ese entonces, él correspondió su gesto.

Su rostro estaba sereno y feliz, Hunter soltó el aire, y Ellie vio como miró a Carter como si compartiera un secreto. Pero el momento de tensión no había acabado.

—¿Disculpe? —preguntó Dereck haciéndose el desentendido.

En el momento Michael hizo un gesto, como si su carácter se estuviera quebrando, y luego pasó la mano por su cara.

—No puedo acompañarlos, ya estoy comprometido con un negocio personal, si lo hubiese sabido antes, y me hubiesen informado sobre esto…

—No supimos esto hasta ayer por la tarde… —refutó Hunter mientras Michael volvía a asentir.

—Pero puede ir Elizabeth con su padre —esta vez el cuerpo de Dereck se tensó y se giró hacia Jarod escuchando la idea del hombre.

Pero Ellie sabía que su respuesta sería negativa, por todo lo que leyó, él estaba esperando llamadas importantes, como también imaginaba debía reunirse con Benjamín, para buscar el dinero en efectivo de lo que había robado a su propia empresa.

—También estoy comprometido…

La chica por fin vio la mirada de triunfo en Hunter, y aunque la situación era una locura, su cuerpo también reaccionó, ante la idea de irse de viaje, junto a él.

¿Cómo pudo pasar esto?, ¿y cómo pudo Dereck tener la certeza de que todo se daría de esta forma?, Tenía mucha curiosidad, pero antes de ello, podía sentir la adrenalina quemar sus venas, ante la idea de estar sola en toda su vida, y en otra ciudad que no conocía.

No sabía si lo que sentía en su estómago era alegría, curiosidad o miedo. Pero la sensación era indescifrable.

—Bien —ella alzó la mirada y vio como Dereck terminaba por decir con un semblante serio—. Entonces no queda de otra en que Elizabeth nos acompañe… sola —el hombre se giró muy dócilmente hacia la chica y con el ceño fruncido le preguntó—. ¿Puede tener todo listo para despegar hoy por la noche? No se preocupe por los boletos y las cosas técnicas… Carter y yo pasaremos a buscarla si lo desea…

Toda la tensión era demasiado para ella, pero sin pensarlo Ellie asintió.

—No tengo problema, estaré lista.

Ahora Elizabeth entendía a qué se refería con que saldría de aquí con ella. No estaba siendo literal a la hora de terminar la reunión, sino que hablaba directamente sobre ella y su vida.

Cuando fue a colocarse de pie, las piernas le temblaron, todos estaban despidiéndose de la sala. Y al dar un paso, su aliento se cortó cuando Dereck se acercó tanto, y recorriendo su cuerpo con la mirada le susurró:

—Ve y prepárate, te buscaré a las seis. Debemos estar al menos dos horas antes en el aeropuerto.

La chica pasó un trago y luego asintió.

—Iré… a… arreglar todo…

La sonrisa de Hunter se ensanchó y sin esperar se despidió de todos, colocando una mano en el hombro de Carter.

—Aquí vamos… amigo —Hunter le dijo muy cerca a Carter, mientras el hombre negaba y salía por fin de esa mierda de sala que lo tuvo en penumbra.

Ellie vio como Hunter se fue de la sala de juntas, y después de segundos de estar congelada en el puesto, comenzó a recoger sus cosas y a meterlas en el maletín. No se dio cuenta de que su padre y Michael, aunque estaban distanciados, eran los únicos que quedaban, y apresurándose por evadirlos, arrugó algunas hojas y como pudo comenzó a caminar.

—Ellie —escuchó que Michael la llamó, pero vio de reojo cómo su padre caminó rápido a su lugar y una mano reposó en su hombro.

—¿Te sientes bien? —preguntó el hombre obviando a Michael y tomándose un tiempo para reparar en la actitud de su hija.

—Sí, ¿por qué lo preguntas? —ella se atrevió a alzar la mirada y a ver los ojos de su padre con nerviosismo.

—Has estado un poco diferente, y puedo decir que es conmigo nada más…

Por supuesto, me has engañado toda la vida, incluso eres peor que mi propio marido, gritó la chica en su mente y sintió que su garganta le dolía.

—No pasa nada, solo son varias cosas en las que tengo que pensar… —girando su cuerpo y tomando su maleta se separó de la distancia de Jarod—. No quiero ser grosera, padre, pero tengo mucho que preparar. Como sabes, también me enteré hoy de lo del viaje…

—Sí, lo sé, es bueno que te vayas ahora. Por favor, mantenme informado, y comunícame cualquier cosa.

Nunca más, volvió a decir la chica en su mente, mientras le daba una última mirada y asentía.

Justo cuando estaba por salir, su brazo fue tomado de nuevo.

—Quédate un minuto —pidió Michael y luego vio como Jarod pasó por un lado y terminó por despedirse.

Lentamente su esposo miró hacia afuera y cerró las puertas corredizas, indicándole a Ellie que tomara asiento.

—Me quedaré de pie… —ella anunció.

El hombre tomó su brazo y la arrimó contra el escritorio.

—Espero Elizabeth, que todo esto no sea lo que estoy imaginando… —Michael apretó las palabras con furia—. Espero que esto sea muy rentable para nosotros, y espero que, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte…

Esta vez Ellie no tuvo miedo de las amenazas, y soltó su brazo con rudeza.

—Escúchame y presta atención, porque lo diré una vez. ¡Me vale mierda lo que hagas de ahora en adelante, Michael Hansen! ¡Me importa un carajo si imaginas o no, si piensas o no! Nada me importa ahora. Si te enojas o te quieres matar, no sé, ¡has lo que te plazca!, lo que soy yo, después de que llegue de ese viaje, no me volverás a ver nunca más —Ellie dio un paso o dos atrás, ni siquiera tuvo el tiempo para determinarlo cuando lo enfrentó cara a cara—. Cuando llegue a Memphis me iré de la casa, buscaré un lugar para mí, y nada de lo que digas o hagas va a hacer que yo cambie de opinión. ¿Escuchaste? Nada, Michael.

El hombre en definitiva se había quedado mudo, y antes de que ella diera otro paso, volvió a tomarla de los brazos.

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