Romance Prohibido romance Capítulo 49

Al fondo había comenzado una música, su madre colgó la llamada y luego Ellie entre sorprendida y confundida, vio que había una nueva llamada en su teléfono, pero esta vez con video.

Su sonrisa se amplió, deslizó el dedo por el táctil, para luego ver a su pequeña y a su hermano junto con su madre, cantándole cumpleaños con un pastel de chocolate que ella no probaría.

Todos cantaban con un gorro de cumpleaños, y le enviaron besos y felicidades. Su padre no estaba con ellos, y le parecía muy extraño que sus hermanos no estuvieran en la escuela. Entonces rápidamente fue a ver la hora en el extremo derecho de su móvil y casi se muere de un infarto al saber que eran las once y media de la mañana.

Cuando terminaron la canción y dieron un aplauso, Elizabeth les envió un beso con la mano.

—Los amo, muchas gracias. Por cierto… —recalcó—. ¿Por qué no están en la escuela?

—Mamá nos dijo que no fuéramos, no sabíamos en qué momento ibas a aparecer para felicitarte —respondió Emy inocente, y ella hizo un gesto lastimero.

—Lo siento mucho, se me pasó el tiempo y …

—¡Oye…!, tu hotel es muy bonito, es una habitación muy grande —esta vez fue Eliot el que se acercó más al móvil para ver el interior, pero su madre e Emy también lucharon por ver los alrededores.

El celular casi se le cayó de las manos por los nervios y luego se dio la vuelta para dar con una pared blanca.

—¡Chicos!, ¡Mamá! ¡Se me hizo tarde! Debo irme…

—Está bien, cariño —dijo Helena y todos se despidieron con la mano, y al instante Ellie finalizó la llamada.

Puso el celular en su pecho mientras trataba de acompasar su agitación.

—Eso estuvo cerca —se dijo así misma, y sin esperar más, conectó de nuevo su teléfono al cargador y lo dejó para salir de la habitación, y así descubrir que había pasado para que ella durmiera tanto.

Apenas tenía una franelilla y un cachetero que cubría su cuerpo. Estaba haciendo frío, pero en cuanto salió de la habitación y puso la mano en el comienzo de las escaleras, su boca se abrió tan grande que pensó que su mandíbula se había quedado estancada.

Toda la sala estaba llena de globos, entre blancos, tonos rosas muy pálidos y algunos más brillantes. En el sofá reposaba un oso gigante con una cara muy tierna, y muchas cajas de regalos de color rojo, que se esparcían por todo el lugar.

Por más que veía hacia todas partes, ella no veía a Dereck por ningún lado, así que rápidamente bajó las escaleras y se posicionó de frente a la mesa donde había una nota, con una caja diminuta encima.

Las manos y el cuerpo le temblaban entero. Estaba realmente impactada en saber que él sabía que era su cumpleaños y que estuviera planificando todo esto sin que ella lo supiera.

¿Qué haría ahora? ¿Cómo podía vivir sin Dereck en su vida si él decidiera irse de su lado?

Parpadeó varias veces cuando sus lágrimas se arrejuntaron en sus ojos, y tomó la cajita junto a la hoja, que por supuesto él había dejado para ella:

“Ellie, sé que todo esto es un cliché, estoy seguro de que no es esto lo que más te emociona, pero no pude evitar comprarte todo lo que se me antojó. Míralo como los regalos de cumpleaños en los que nunca estuve, y en los que llegué tarde. Quizás no pueda compensar todo de lo que te has perdido, pero no tenemos el control de los terceros ¿O sí? ¡Celebro tu vida! Y celebro que para este tiempo ambos hayamos llegado para el otro.

Y antes de abras esta pequeña caja… ten por seguro de que te explicaré el significado en un rato. Puedes colocarte lo que quieras, a las 12:30 pasaran por ti.

Nota: No es que no haya querido estar contigo para ver tu cara ante la sorpresa, es que, si no hago las cosas yo mismo para ti de acuerdo de lo que tengo preparado, ¿Qué significado tendría que las hiciera otra persona?”

Ellie llevó la hoja a su pecho mientras amortiguaba la sensación de querer gritar, llorar y correr al mismo tiempo. Aunque no tenía ningún sentido llorar, sus lágrimas cayeron por sus mejillas sin ser controladas.

—Te amo, Der…

Con sus dedos temblorosos comenzó abrir la caja roja, y sus ojos fueron iluminados por una cadena muy fina y delicada que tenía un colgante en forma de estrella de seis puntas. No sabía cómo, pero cuando la levantó y la luz se reflejó dentro de esa pequeña estrella, las paredes del apartamento hicieron la forma de la misma, creando una especie de proyección.

El corazón de la chica comenzó a latir con fuerza, y supo que no había nada más hermoso que este regalo.

Caminó muy rápido tomando algunas bolsas y luego corrió escaleras arriba, para arreglarse y estar lista antes de la hora.

—Señor Hunter. Todo está listo —Una mujer lo hizo retirarse del vidrio y se giró para evidenciar que había exagerado un poco.

Él asintió para ella, y recibió una sonrisa de su parte para verla ordenar a las demás personas de que se retiraran de inmediato.

Con las manos en los bolsillos negó y luego dio unos pasos sintiéndose muy pequeño en el lugar. Había alquilado toda la planta 31 de The View of DC, “El mirador de Washington”, como mucha gente lo llamaba, y pasaría la tarde y la noche entera aquí, solo para ellos dos.

Con una sonrisa en sus labios tomó su móvil y luego hizo una foto enviándola al privado de Carter.

Contó diez segundos y luego escuchó una notificación.

“Después de esto, me revuelco en mi propia mierda ¡¿Cuánto dinero has gastado?! ¡Y no me jodas diciéndome que has alquilado esto para ti! ¡Te mataré!”

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