Romance Prohibido romance Capítulo 50

Hunter colocó la mano en su espalda y comenzó a deslizarla hasta lo último de su columna, apretó su trasero y con la otra mano, tomó su barbilla. Con sus dedos comenzó a trazar su boca mientras ella lo miraba con ensoñación.

—No me mires de esa forma —le dijo en forma de gruñido muy cerca de su boca—. Me vuelves loco, y me haces pensar que…

Por algún motivo, ambos dejaron de mover sus pies, mientras se miraron intensamente. La chica sabía que no estaba lúcida, y que en este preciso instante la cordura no estaba en ella.

Hunter se reprimió mentalmente por sacar esas palabras que le hacían recodar lo estúpido que fue cuando conoció a Elizabeth, y le dijo que entre ellos no podía haber amor. Notó que los ojos de ella se cristalizaron, y vio como dio unos pasos torpemente, para tomar su copa y vaciarla en su garganta.

De varias zancadas alcanzó el cristal y se lo quitó de sus manos.

—Ven, descansaremos del vino… —en el momento en que se giró, ella retuvo sus manos.

—Quiero más…

—Ellie…

—Quiero más, Der, y te prometo que te contaré un secreto que no lo sabe nadie.

No quería cohibirla de nada, si ella quería beber más, no había ningún problema en ello. Solo que en esta ocasión sentía que ella estaba diferente, había algo que la estaba acongojando, y se preocupó en pensar que el hombre le hubiese dejado algún mensaje.

Elizabeth ya le había comentado que su madre la felicitó, y que sus hermanos le cantaron cumpleaños por videollamada, por lo tanto, había sido enterado que encendió su teléfono.

Renuente ante el hecho, tomó la botella de vino que estaba casi vacía y terminó por llenar la copa con el resto que quedaba. Pero antes de darle la bebida, se frenó muy cerca de ella.

—No necesitas contarme algún secreto —Hunter mordió su labio y luego se separó para mirarla a los ojos—. Sé todo sobre ti…

A Ellie se le llenaron los ojos de lágrimas, bajó la mirada, y luego negó. Tomó un poco de fuerzas porque estaba muy mareada, y su cuerpo no respondía a muchas direcciones que enviaba.

Llevó sus dedos a los labios de Dereck y luego susurró.

—Shuuu… Der… me enamoré de ti… —después de que vio los ojos abiertos de Hunter, ella reprimió su boca para amortiguar el nudo de su garganta—. Lo siento… ¡Lo siento mucho!, yo no… yo luché, Der, lo hice, pero soy una polilla…

La frente del hombre se contrajo mientras su garganta se volvía cruel.

—Ellie…

—¡No!, escucha —Ellie se juntó más hacia él en movimientos torpes, hasta que logró sentarse en su regazo con las piernas abiertas—. La polilla sabe que ir hacia el fuego es… morir. Pero al ver su llama, el color, su brillo y el calor, ella simplemente no puede resistirlo. Y yendo hacia el fuego, se da cuenta de que nació para ello y que era imposible evitarlo, porque Der, ¿Qué sentido tendría vivir sin esto? —las manos de Ellie tomaron las suyas y las llevó a su pecho donde su corazón latía furiosamente contra sus palmas.

Hunter sentía su cuerpo temblar. Las lágrimas de Elizabeth corriendo por sus mejillas solo hicieron que su corazón estallara. Estaba feliz, pero también tenía mucho miedo al saber que él no estaba muy lejos de los sentimientos de Ellie, y que de ahora en adelante nada sería igual en su vida.

Tomó las mejillas de ella y acercó su boca para comer sus lágrimas mientras reprimía sus ojos. Apretó el cuerpo de Elizabeth contra el suyo y pasó los tragos duros que aún permanecían en su garganta.

No supo por cuanto tiempo estuvieron abrazados, pero en algún momento se recostaron para estar más cómodos, mientras una música instrumental suave, resonaba por todo el lugar. El cielo estaba oscuro como una gran manta negra, mientras muchas estrellas luchaban por brillar más que otras, sus manos estaban entrelazadas con las de Ellie, y el sonido de su respiración pausada solo le hizo sonreír.

Sus pulgares recorrieron su rostro, y con el índice delineó su nariz.

—Nunca voy a dejarte —le dijo mientras la veía totalmente dormida en sus brazos—. No vas a poder desprenderte de mí después de hoy Ellie, porque, yo también me enamoré de ti como un loco que no tiene reparo…

Apretando sus brazos, ella se juntó más a su cuello, y Dereck no pudo estar más agradecido en la vida, mientras sus ojos se perdían en el horizonte y en la poca vista que la noche apenas mostraba.

***

—Estoy muy nerviosa, Dereck, no sé qué dirán, además de…

—No tienen que decir nada —Hunter tomó su mano y la miró por un momento mientras manejaba—. No te preocupes, amor.

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