POV: William.
Sus labios impactan con los míos, para sellar su respuesta. El beso que nos damos, esta vez, tiene un sabor diferente. Sabe a felicidad. Sabe a seguridad.
Mi corazón retumba fuerte en mi pecho y mis manos no dejan de moverse de su rostro a su cintura, sosteniendo con fuerza su menudo cuerpo, que se mantiene pegado al mío. Arrodillados.
—Te amo —susurro contra su boca, cuando los gritos de los invitados retumban en la cafetería.
Entre sonrisas que no puedo ocultar, sencillamente porque soy demasiado feliz, y unas ganas enormes de demostrarle a Ashley todo lo que siento, me levanto con ella abrazada a mi cintura. El bajo de su vestido se enreda entre la tela de mis pantalones y me hace recordar lo hermosa que se puso para mí.
La miro a los ojos. A esos pozos marrones y expresivos que me gritan tantas cosas, que me confirman que se siente como yo. Enamorada.
—Te amo —susurra, sin prestar atención a nada más, solo a mi mirada—. Gracias por una propuesta tan hermosa. Me encantó cada detalle.
Suspiro, aliviando los nervios que me tenían loco desde que decidí cómo sería todo. Busco con la mirada el punto en el suelo donde quedaron la rosa y el libro. Me agacho un segundo y los recupero. Y cuando mis ojos se cruzan otra vez con los suyos, la conexión es tan mágica que me hace vibrar.
—Cada detalle tuvo un significado —explico y el brillo en sus ojos refulge—. Estuve todo un mes preparando todo.
—Y yo estuve mes y medio esperando por este momento —confiesa y yo frunzo el ceño, entre divertido y confuso. Ella decide sacarme de mi miseria, explicándome—. Me pediste en sueños que fuera tu esposa, amor.
Me quedo en shock primero, luego suelto una carcajada y la rodeo con los brazos otra vez. Deposito un beso suave en su cabeza.
—Soy un soplón, entonces —murmuro.
—Pues sí —responde, con su risa hermosa haciendo eco.
Y ese sencillo sonido me hace, otra vez, el hombre más feliz del mundo.
—Quise que fuera perfecto…
—Lo habría sido de cualquier forma —me interrumpe, con sus ojos aguados de emoción—. Incluso esa noche, rendida entre tus brazos, te hubiera dado el sí que esperabas.
Mi pecho se aprieta por la sinceridad en sus palabras. Por su entrega.
—Lo sé, preciosa —susurro, con mis labios cerca de los suyos y mi dedo pulgar acariciando su mejilla—. Pero quise reunir cada mínimo detalle desde que nos conocimos. Todo lo que nos hizo llegar hasta aquí.
Señalo con mi brazo todo a nuestro alrededor, a las personas detrás del cristal, a los detalles de la petición.
—Este lugar me cambió la vida, preciosa. Porque aquí, te conocí a ti.
Ashley intenta reprimir un jadeo de emoción, pero yo no la dejo. La beso, otra vez. Con más fuerza que las anteriores. Con una promesa mezclada entre nuestros alientos.
De la familia de Ashley, la primera en acercarse es Clarisse. Es increíble cómo ha sabido soportar con tenacidad todos los obstáculos; aunque puedo decir que el amor ha sido un buen incentivo. Ella nos abraza a los dos a la vez y con lágrimas en sus ojos, nos felicita, agradece por hacerla feliz a ella también. Ricardo la acompaña y debo decir, que nunca antes le había visto tan feliz como cada vez que mira a su mujer; la forma en que está al tanto de todo, la forma en que la sostiene, cómo le sonríe. Christopher, como todo un hombre, se acerca y abraza a su hermana; luego me abraza a mí. No necesita decir nada, en los mejores momentos, su silencio es su mejor expresión.
Por último, Steph, la arquitecta cautelosa de todo esto.
—Te amo, Ash…eres mi única familia —susurra, abrazada a Ashley, después de desearnos todo lo bueno—. Y mereces todo lo que la vida te tiene preparado.
Y de verla, solo puedo pensar en una cosa.
—Steph —llamo, poniendo una mano sobre su hombro. Ella alza su rostro y me mira, con sus ojos aguados—. No, ahora tienes una familia aún más grande.
Me mira con sus ojos verdes llorosos y sonríe con tristeza. Sé que recuerda lo que me pidió en aquel loco trato que hicimos y que nos trajo tantos dolores de cabeza. Le hago un asentimiento, que espero que entienda, para hacerle saber que yo sigo cumpliendo mi palabra. Lo que me pidió, todavía está vigente.
Ashley no sabe lo que Steph ganaba con el acuerdo, pero entiende que algo importante debe ser. Me sonríe, orgullosa de que su amiga, su hermana de vida, tenga lo que sea que me pidió.
Durante todo ese tiempo que pasamos rodeados de nuestros seres queridos, yo no suelto la mano de Ashley, no dejo de tocar el anillo en su dedo. A pesar de todo lo bueno que hemos vivido, la seguridad que tenía de que ella me daría un sí, es como si pensara que en cualquier momento despertaré de un sueño. Pero es solo ver sus ojos, hacer contacto con los míos, cuando suspiro tranquilo.
Ella es mía. Y pronto será oficial.
Porque no hay dudas de que la boda, será pronto.
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