¡Se busca un millonario! romance Capítulo 24

Mergulhe nos cativantes capítulos de ¡Se busca un millonario!, um envolvente romance Internet escrito pelo talentoso Internet. Com sua trama intricada, profundidade emocional e personagens inesquecíveis, este romance promete uma jornada de suspense e conexões sinceras. Seja você um amante de enigmas misteriosos ou de contos que aquecem a alma, Internet teceu uma narrativa que se gravará em sua memória. Explore as páginas de ¡Se busca un millonario!, começando com Capítulo 24. Te conozco., e deixe a magia se desdobrar.

POV: Ashley.

Entro a la sala de recuperación y, acostada sobre una pequeña cama, con la cabeza vendada y un equipo a su lado que mide sus estados vitales, duerme mi madre. Mi hermano retiene la respiración por la impresión que le provoca verla así; sé que esto debe ser demasiado difícil para él. Para mí también lo es, aún más, después de las palabras del doctor y su diagnóstico. De verdad quisiera que estuviera equivocado, que sus suposiciones fueran solo eso; pero en mi interior, sé que es la verdad.

Mi madre no está bien; no lo ha estado por un tiempo. Quise atribuir sus excesos de cansancio y fatiga, a los medicamentos y a su vida sedentaria; pero solo estaba intentando tapar el sol con un dedo. Mi madre tiene cáncer; no puedo decir que "otra vez", porque en realidad, nunca se fue. Sabíamos que esto podía pasar, con el paso del tiempo su condición podía cambiar; y aunque esperábamos por un milagro de Dios, no siempre se obtienen respuestas positivas.

Nos acercamos a la cama y mi hermano toma mi mano, supongo que buscando fuerzas para soportar todo esto. Durante el proceso anterior de tratamientos, Chris era más pequeño, por lo que él no vivió nada de esto. Solo yo, asumí toda la responsabilidad y me batí entre hospitales, turnos médicos, la cafetería y mis estudios; además, de los quehaceres del hogar y el cuidado de mi hermano.

—¿Crees que se ponga bien, Ash? —pregunta Chris; pasa su mano por la frente de mamá y le acaricia el rostro.

—No te puedo prometer nada, Chris —confieso, con el dolor de mi alma, pero tengo que ser sincera—. Ya madre pasó por un proceso que la debilitó de muchas formas. Si el médico tiene razón y es una recurrencia del cáncer inicial, puede venir más fuerte e, incluso, afectar otras zonas. Debemos estar preparados para lo peor.

—Lo sé —responde, luego de unos segundos en silencio. Suspira con fuerza y cierra sus ojos—. Pero no podemos perder las esperanzas.

Mis ojos se aguan al ver a mi hermanito llorar; sus lágrimas caen silenciosas por su rostro y verlo así, provoca las mías. Por supuesto que no perderemos las esperanzas, mientras existan posibilidades, haré todo lo que esté en mi mano para proveerle a mi madre la mejor atención. Así tenga que convivir con una deuda enorme, atrasar mis estudios o trabajar a tiempo completo; pero lo haré.

—Ash, respecto a lo que dijo el doctor —habla Chris y duda, con lo que dirá a continuación—, sobre el seguro médico de madre...

—Sí —suspiro—, ya estaba pensando en eso. Tendré que buscar otro trabajo y dejar mi carrera por ahora. Pero no te preocupes, yo te seguiré pagando la colegiatura y asumiré los gastos de madre también.

—Yo voy a trabajar, Ash —dice, determinado. Yo lo miro, agradecida, pero niego con la cabeza.

—No, Chris, tú vas a seguir estudiando —aclaro—. Te agradezco muchísimo que quieras ayudarme, pero yo necesito que tú estudies, que te labres tu futuro y logres estudiar una carrera, algo que te garantice un buen futuro profesional.

—No dejaré de estudiar, Ash —asegura—; pero sí trabajaré a medio tiempo en algún lugar; cuestión de que pueda ayudarte al menos con algunos gastos de la casa.

Cuando voy a replicarle que no es necesario, que de eso me encargo yo, él prosigue terco y habla antes de que yo lo haga.

—Sé que no vas a estar de acuerdo, Ash, pero ya lo decidí. No me voy a quedar de brazos cruzados viendo cómo te sacrificarás día y noche por nosotros —afirma, con seriedad y me hace sentir orgullosa—. Yo tengo dos manos, soy hombre y sé hacer de todo; lo que no, puedo aprenderlo. Siempre viene bien estar preparado para todo.

—Eres un gran chico, enano —digo, emocionada, cuando me doy cuenta que no entenderá a razones—. Mamá hizo un buen trabajo contigo.

—Y tú, mi hermanita —declara y me abraza con fuerza—; tú eres mi ejemplo a seguir.

Limpio mis mejillas, que ya están mojadas de tanto sentimiento encontrado. Esperamos un rato más, pero al ver que mi madre no despierta, decido salir para buscar a Steph, que debe estar preocupada. Dejo a Christopher con mi madre y salgo de la habitación.

Llego a la sala de espera y me quedo en shock.

—William —digo, sorprendida de que aún siga aquí. Él alza la cabeza y al verme, se levanta, para venir a mi encuentro—, pensé que te habías ido, yo siento mucho que estés aquí todavía.

—No es problema, Ash —asegura, con una sonrisa triste—. ¿Cómo está tu madre?

—Todavía está dormida, Chris se quedó con ella para que yo buscara Steph —digo y busco a mi amiga con la mirada.

—Steph fue a la cafetería con Esme, deben estar al regresar —comenta, tranquilo. Yo frunzo el ceño, confundida. William entiende mi gesto y comenta—: Esme es mi hermana.

—Ahhh... sí, la chica que estaba contigo en la cafetería era tu hermana —digo, avergonzada, bajo la cabeza y agrego—: Lo siento por cómo la traté, estaba molesta y la pagué con ella.

—No te preocupes —asegura; da un paso más cerca de mí y con un dedo en mi barbilla, alza mi cabeza—. No pasa nada, Ash, entiendo que estabas molesta conmigo y que mi presencia debe haberte incomodado. Lo siento por eso, pero yo...necesitaba...

Unas voces se escuchan y William se queda callado, me deja con las ganas de saber lo que pretendía decir; un segundo después, Steph y la chica rubia llamada Esme, hacen acto de presencia.

—Uh, ¿interrumpimos? —pregunta Esme y los dos negamos con la cabeza. Ella se acerca entonces a nosotros y extiende su mano hacia mí, para presentarse—. Soy Esme O' Sullivan, la hermana de este imbécil de aquí.

Su presentación me hace sonreír y le acepto el saludo. Ella me pregunta por mi madre y ofrece su ayuda para lo que sea que necesite. Esta chica se ve, con solo hablar dos palabras con ella, que es super dulce y amable con todos. Le agradezco el gesto y le sonrío.

—Por cierto —dice y va hasta una de las sillas—. Aquí está tu bolso, no había podido dártelo.

—Ay, gracias, con el apuro no me acordé ni de buscar mis cosas —agradezco y tomo mi bolso.

Nos quedamos un rato más conversando y Steph me dice que irá a la casa, para buscar algunas cosas que mi madre necesitará para pasar la noche. Le agradezco también que esté al tanto de eso, porque yo ando como si estuviera aturdida, sin reaccionar aún con lo que debo hacer. William le ofrece su auto para que la lleve y la traiga en el menor tiempo posible; Esme se apunta para ir con ella, lo que nos deja a William y a mí, solos.

Una vez a solas, el silencio se establece entre nosotros; pero no es un silencio incómodo.

—Ashley, yo quería... —habla William, dudoso y nervioso, puedo notarlo—, yo quería disculparme, por todo lo sucedido. Mi intención era acercarme a ti, no alejarte más y, creo que eso fue lo que hice.

—William, yo no quiero hablar de eso ahora, ya sabes lo que pienso —murmuro, mirándolo a los ojos—. Me decepcionó mucho todo lo que hicieron y, aunque hayas tenido una buena intención, no quita que no fue la mejor idea.

—Lo sé, por eso te pido mil disculpas —declara—, y entiendo que no quieras hablar de eso ahora; solo espero que algún día me des la oportunidad de acercarme a ti y demostrarte cuanto me gustas.

«Wow, que directo», pienso, sorprendida.

—Gracias... ¿creo? —murmuro, avergonzada y siento mis mejillas arder. Él solo sonríe, todo tierno y sexy—. De igual forma, quiero agradecerte por apoyarme hoy; me volví loca cuando supe todo y no estaba pensando las cosas —confieso y lo miro con calma—. Si no hubieras estado ahí, no sé qué habría pasado. Gracias por traernos y sostener mi mano en los momentos más difíciles.

—No tienes nada que agradecer, Ash —declara, mientras con sus dedos acaricia mi rostro—, eres increíble y, créeme, puedo dar fe de ello.

—Ni siquiera me conoces —farfullo.

—Sí, lo hago —asegura y sonríe, coqueto—. Llevo tres años viéndote cada día, hermosa, pensando y planeando la forma para acercarme a ti.

—No me mientas —río, desestimo sus palabras porque en verdad, nunca creí que él estuviera interesado en mí.

—¿Quieres que te lo demuestre? —pregunta y yo alzo los hombros; quiero fingir indiferencia, hacer como si esas palabras no me hubieran alegrado un poco el día, pero es casi imposible. Asiento—. Cuando sonríes, te sale un hoyuelo en tu mejilla derecha y tus ojos brillan; casi siempre lo haces, por lo que me encanta ver y disfrutar de esa pequeña muesca en tu rostro. Atiendes a todos tus clientes por igual, pero tienes afinidad por las personas mayores y por los niños; buscas la manera de sorprenderlos con algo que ellos no pidieron; ya sea un libro o un caramelo. Puedo dar fe, que muchos de los clientes habituales, vamos solo para verte, algunos con otras intenciones menos sanas.

Suelto una carcajada y a la vez mis ojos se aguan; es una mezcla de emociones lo que este hombre me está haciendo sentir.

—Te gusta ayudar y disfrutas haciéndolo. Te he visto trabajar en la librería y puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que es tu sitio preferido junto con el hermoso jardín del fondo —continúa, sus ojos me miran profundamente y es como si estuviera leyendo mi alma—. Cuando te enojas, te frustras, te irritas... ruedas los ojos hasta casi ponerlos del otro lado de la cabeza. Eres directa y social. Amable. Y hermosa.

Me sonrojo con sus últimas palabras y bajo la cabeza; siento sus dedos ponerse otra vez bajo mi barbilla, para levantarla.

—Por pura casualidad entré un día a la cafetería de Adelfa; recuerdo que tu sonrisa fue lo primero que me impactó. Desprendes luz, Ashley, donde quiera que estás. Sobresales entre todos, porque eres un alma pura —declara, con sus ojos fijos en los míos y su boca demasiado cerca de la mía—. Solo me bastó conocerte, Ash, para saber que te querría en mi vida.

Yo cierro los ojos, porque sus palabras son demasiado intensas, significan mucho y quiero tener la oportunidad de pensar en todo esto sin que me ciegue la atracción que siento por él.

—Y espero, algún día, poder ganarme tu corazón —termina, roza con sus dedos mi rostro, el contorno de mis labios. Me estremezco.

Pasamos unos minutos así, en silencio; hasta que siento una terrible necesidad de abrazarlo. Y lo hago.

Lo abrazo, me aferro a él y siento cómo me sostiene. Su olor inunda mis sentidos y su calor me recompone. En sus brazos, vuelvo a llorar. No sé, si será porque necesito aliviar las tensiones y junto a él, me siento segura de hacerlo; o porque le agradezco que sea mi sostén en un día tan difícil.

—Me preocupa mi madre, William —digo, expongo mi mayor miedo—, no estoy lista para perderla.

Una lágrima solitaria cae por mi mejilla y él, la seca con la yema de uno de sus dedos.

—Todo estará bien, Ash —asegura y luego agrega—: Estaba pensando hacerte una propuesta, una con la que puedes no estar de acuerdo, pero solo quiero que sepas que lo hago con la mejor intención.

Lo escucho y asiento.

—Yo puedo ayudarte con tu madre, no necesitarías el seguro médico, ni asumirían una deuda enorme con el hospital —comenta, seguro de sus palabras, pero cuidadoso de mi reacción—. Déjame ayudarte. Por favor.

—William...yo —intento hablar, le agradezco el gesto, pero no pretendo aceptar—, te agradezco por todo, pero no será necesario.

—Por favor, Ash, no seas terca. Tu madre necesita atención avanzada y se la pueden brindar en la clínica especializada de la ciudad. Yo correría con todos los gastos —pide él, dolido con mi respuesta.

—Yo... necesito pensar, William; dame unos días, ¿sí?

Él asiente, con una sonrisa hermosa. De igual forma no tengo pensado aceptar, pero por ahora es buena justificación.

—Cuando quieras, preciosa. Sabes que aquí estoy.

Asiento y volvemos a abrazarnos.

Quiero, al menos por un día, creer que con mi sacrificio será suficiente.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!