POV: Ashley.
Medio acostada en un sillón inmenso y esponjoso, con mi cabeza apoyada en una cómoda almohadilla, cierro mis ojos y disfruto mientras la asistente de la peluquería lava mi cabello. Sus dedos masajean y estimulan mi cuero cabelludo y me dan unas ganas enormes de dormirme; si no fuera porque Esme no se calla un segundo, podría ser posible.
—Me gustaría hacerle un degradado de su tono natural, con un rubio más claro en las puntas —comenta Esme, a la peluquera que prepara todo.
Conversan sobre lo que mejor me quedaría, sin tener en cuenta que yo estoy justo al lado de ellas y no he dicho ni una palabra.
—Después quiero probar unas ondas en su peinado. Su cabello es liso natural, por eso creo que quedaría el cambio más potente —continúa Esme y me provoca una sonrisa.
—Esme... —digo, a la vez que siento el agua clara correr por mi cabello para enjuagarlo.
—¿Ujum?
—¿Y si te dijera que no quiero nada de eso? —pregunto divertida. La asistente seca el exceso de agua con una toalla y toca mi hombro para que me levante. Lo hago a tiempo de ver a Esme poner los ojos en blanco.
—Pues te jodes —replica y suelta una carcajada—, nosotros sabemos lo que hacemos y estoy segura que te encantará el resultado.
—Bueno...si es así —devuelvo, con una sonrisa.
—Manos a la obra entonces —dice la otra chica, la que se ocupará de mi cabello—, te aseguro que te gustará.
—Ok —murmuro, medio nerviosa y tímida.
Me siento, por orden de la chica, en una de las sillas reclinables ubicadas frente a un inmenso espejo. Cubre mi cuerpo, desde mi cuello y sobre mis muslos con una capa negra de nylon para no ensuciar mi ropa.
Acomoda mi cabello y comienza el proceso de mi cambio de look.
Esme está todo el rato al tanto y da indicaciones sobre lo que ella quiere. También, llegan otras chicas para hacerme pedicura y manicura. Cuando todo termina y la peluquera está peinando mi cabello, haciendo ondas perfectas, solo puedo mirarme al espejo y abrir mi boca en una perfecta "O".
—Te gusta, ¿verdad? —pregunta Esme al ver mi expresión sorprendida. La miro a través del espejo y su sonrisa es satisfecha y radiante. Asiento con énfasis—, ahora solo falta terminar la pedicura y estarás lista.
—¿Tú no vas a hacerte nada? —pregunto, confundida.
—No, hoy no —responde y niega con su cabeza—, mi peluquera tenía su día libre hoy. En esta semana vengo otra vez y me retoco el cabello.
La miro y la verdad es que tampoco lo necesita, pero supongo que, en este mundo, la imagen es muy importante. Nos quedamos en silencio unos segundos, hasta que Esme vuelve a la carga.
—William se va a quedar mudo. —Suelta una risita y me mira cómplice.
Mi reacción, primero, es emocionarme ante la idea de que él me vea así de cambiada; pero luego caigo en la cuenta de la conversación que tuvimos por el chat y su salida repentina. Le digo a Esme que me alcance el celular para revisar si llegó a responderme. Ya han pasado más de tres horas, así que, debería ser así.
—Parece que tienes alguna notificación, está encendiendo una lucecita intermitente —dice ella, con mi celular en la mano. Me emociono y al instante estoy desbloqueando el celular para revisar los mensajes.
Y sí, una corriente me recorre completa cuando veo que, efectivamente, es un mensaje de William.
"Disculpa la demora, tuve una visita.
Besos y espero que todo vaya bien."
Sonrío sin poder evitarlo y siento el resoplido de Esme, que debe imaginarse el motivo detrás de mi gesto. Tecleo rápido una respuesta corta, algo que llame su atención y que propicie el inicio de más mensajes. Espero por él.
"Gracias."
Las dos palomitas al momento se vuelven azules y mi sonrisa se extiende, ante la expectativa de volver a hablarnos. Me he dado cuenta que estoy volviéndome dependiente a él y a sus mensajes.
"No tienes que darlas ;)"
"¿En qué nos quedamos? Creo recordar algo, sobre tú mostrándome tu nueva ropa sexy. Pero no me hagas caso, ando medio loco."
Ruedo los ojos, por su intento de regresar al tema de conversación que me sacó de paso antes. Casi suelto la carcajada por su descaro.
"Yo no recuerdo esa parte, debe ser que sí, te estás volviendo loco."
Río con mi respuesta y espero su reacción.
"Puede ser, pero es tu culpa. Tú me traes loco."
Trago, nerviosa ante su nueva provocación. Por más que yo también sienta una locura temporal cada vez que lo tengo cerca, necesito mantenerme enfocada. Intento cambiar de tema, para relajar otra vez las tensiones.
"Estoy en el salón de belleza, Esme puede ser muy molesta si no me dejo hacer lo que ella quiere."
Muerdo mi labio inferior, a la expectativa. Si lo pienso bien, creo que sacar el tema de mi nueva imagen no fue lo más inteligente, si pretendo un cambio. El tiempo pasa y él no responde. Comienza a escribir y luego se detiene, así varias veces, hasta que al final, dos simples palabras se leen en la pantalla de mi celular.
"Quiero verte."
Mi corazón se salta un latido y luego continúa demasiado rápido. El calor que siento de solo imaginar su rostro ahora, es infernal. Pienso qué responder. La verdad, si quiero fingir que podemos mantener una amistad, no puedo aceptar peticiones de este tipo y mucho menos, considerarlas, como estoy haciendo.
—Listo.
La voz de la estilista me saca de mis pensamientos y me miro en el espejo. Lo que veo, me da ganas de enviar un mensaje con un grandioso y brillante "SÍ". Le agradezco a la chica por su excelente trabajo y recogemos todo, para irnos. Camino a la salida, Esme me mira conocedora. Siento su mirada y me volteo a verla. Otro mensaje llega y miro mi teléfono.
Río y niego con la cabeza, mi hermana siempre tan inoportuna.
—Aquí fuera, enana —grito, para que ella me escuche. Ashley sonríe con mi apodo para Esme.
Se sienten los pasos acelerados de mi hermana y una fracción de segundo después, aparece en mi campo de visión.
—Hola, Will —saluda y viene hasta mi lugar, me da dos besos y un abrazo. Me mira divertida y agrega—: Te la entrego sana y salva. Espero que te guste cómo quedó.
Me guiña un ojo y yo sonrío en respuesta. Vuelvo a mirar a Ash, de arriba a abajo, para provocar un poco más su sonrojo.
—La verdad, enana, es que me encantó —respondo a Esme, pero mi mirada se mantiene sobre Ashley. Ella me la devuelve, con un brillo diferente en sus ojos—, y todavía necesito saber si Ashley me mostrará todo lo que compraron.
Enfatizo la palabra "todo" y sé que Ashley entiende la razón. Sin embargo, mi hermana tampoco es tonta y suelta una carcajada, antes de decir algo que me deja muy pensativo.
—No te lo aconsejo, Will —dice y se levanta, camina hasta la puerta que da a la terraza, para entrar otra vez a la casa—, te daría un puto infarto. Mejor, esperas.
Guiña su ojo otra vez y se va. Nos pregunta de forma vaga si deseamos tomar algo. Ambos negamos, a la vez. Yo me quedo pensando en sus palabras y en mi cabeza comienza a formarse una idea. Sonrío de medio lado, mientras la miro con intensidad.
—Compraste algo sexy, ¿verdad? —pregunto, divertido.
Puede ser que me esté equivocando, pero la reacción de Ashley me dará la respuesta a mis sospechas. Ella se atraganta con su saliva y comienza a toser. Con mi sonrisa extendida, me acerco y le doy golpecitos en su espalda, para ayudarla. Esta era la respuesta que yo necesitaba.
—Eso es un sí —determino. Ella me mira con sus ojos llorosos por lo sucedido e intenta negarlo. Yo sacudo los hombros y agrego—: Si no me vas a decir, supongo que me tocará averiguarlo mientras trabajamos juntos.
Una nueva ola de tos regresa y yo sonrío aún más. Me encanta ponerla así. Generalmente, no actúo de esta forma tan pervertida; pero Ashley saca mi parte más descarada y calenturienta.
—Estaré bien pendiente de tu ropa —aseguro, con tono divertido.
A pesar de estar molestándola, me visualizo atento a sus movimientos, buscando en las transparencias de su blusa o en lo ajustado de sus faldas, algo que me dé una pista de lo que lleva. Tengo que sacudir la cabeza para despejar mi mente de esos pensamientos pervertidos y, aunque lo hago con mucho trabajo, al final lo logro.
—Mañana comienzas. —Cambio de tema por completo. Ella alza su cabeza y me mira con confusión. Quiero volver a sonreír y preguntarle si quiere continuar con el juego anterior, pero me aguanto—, te voy a dar ahora, antes de que se vayan, unos documentos que quiero revises y la agenda, para que te familiarices con la rutina.
Ashley asiente, un poco más calmada y receptiva de mis palabras.
—Está bien, ya casi tenemos que irnos, no quiero dejar por mucho tiempo a mi madre —murmura, con su voz tranquila. Hasta ahora, no había hablado, solo el saludo inicial, que me parecía un sueño.
Esme regresa, con una taza de café y le dice a Ashley de irse pronto. Aprovecho y voy hasta mi despacho para buscar lo que quiero que Ashley vaya leyendo. Además, la tableta con mi agenda de la semana. Cuando regreso, ellas están cuchucheando algo y se callan al verme. Frunzo el ceño, pero lo dejo pasar, ya buscaré la forma de saber todo.
Tengo la esperanza de que Esme, todavía esté de mi parte.
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