¡Se busca un millonario! romance Capítulo 43

POV: Ashley.

Salgo del vestidor, mirándome los pies y acomodando la falda negra elastizada.

—Wow... —ovaciona Steph—. Creo que este es el elegido.

La miro y tiene sus pulgares arriba. Ruedo los ojos y resoplo, con sus palabras.

—Steph, has dicho lo mismo de los últimos cinco conjuntos —comento, un poco frustrada.

—Es que todos son geniales y te quedan hermosos —dice, con un puchero—, pero este —señala mi cuerpo— es el indicado para tu primer día.

Levanto una ceja ante su seguridad y voy camino al espejo. Steph me alcanza la chaqueta negra a juego con la falda y la coloco por encima de la blusa blanca medio transparente. Al ver mi reflejo, soy consciente, al fin, del cambio tan drástico que estoy experimentando.

—Sí, sí, se siente raro —comenta Steph, al imaginar lo que estoy pensando. Hace un gesto con su mano y se acerca, para arreglar mi cabello—. Me encanta tu nuevo look.

Sonríe y comienza a hacer lo que quiere con mi cabello. Hace una coleta alta, una coleta baja, un recogido más formal, luego lo deja suelto.

—Steph, solo voy a trabajar. —Ruedo los ojos por su insistencia.

—Sí, pero con William —replica, como si eso fuera suficiente para pasar horas frente al espejo—, debes estar impecable.

—Como si él no me hubiera visto durante tres largos años, con una coleta deshecha y un uniforme sencillo de camarera —ironizo.

Steph me mira por el espejo y alza una ceja. En sus labios se forma una sonrisa intimidante.

—Más razón, amiga —susurra—, más razón.

Guiña un ojo y sigue a lo suyo. Yo me quedo pensando en su punto de vista. William nunca me ha visto arreglada, aun así, él ha dejado más que claro su interés por mí. No es que ahora vaya a cambiar mi forma de ser por tratar de adaptarme a su mundo. Puedo cambiar mi imagen, pero sigo siendo la misma.

—Déjalo en la coleta alta —digo, segura y con una sonrisa—, es lo que llevaré mañana.

—Por lo menos, dime que llevarás ondas y un poco de maquillaje —ruega, con otro puchero.

Frunzo el entrecejo y me quedo mirándola. Alzo los hombros, despreocupada.

—Puede ser.

Un resoplido sale de sus labios y se va, para buscar unos zapatos que combinen con mi ropa. Luego de eso, me ignora todo el tiempo.

Yo solo río divertida con su actuar infantil y caprichoso.

(...)

Después de la sesión de modas, Steph y yo bajamos al salón para pasar el rato con mi madre y Christopher. Ellos ven una peli, mientras yo me encargo de hacer la comida; me encanta hacerlo y esta nueva cocina me entusiasma mucho más. Preparo toda una variedad de platos italianos, los que son mi especialidad y mis favoritos, además.

Nos sentamos juntos en la terraza y degustamos algunos bocadillos, mientras disfrutamos de las vistas y conversamos de temas al azar. Luego de comer, nos despedimos y cada uno sigue a lo suyo. Mi madre y Steph se dirigen a sus respectivas habitaciones para dormir, Christopher se queda viendo algún programa de deportes en la TV y yo, pretendo seguir estudiando los documentos que me dejó William y que dejé a un lado cuando Steph se presentó más temprano en mi habitación.

—Hasta mañana, odioso —murmuro, para despedirme de mi hermano.

—Hasta mañana, Ash —dice, sin despegar sus ojos de la TV.

Niego con la cabeza y subo las escaleras, divertida. Al entrar a mi cuarto, voy directo a cepillarme los dientes y luego arreglo lo que me pondré mañana, en una percha justo al lado del espejo. Entro al vestidor y es todo un caos, que no voy a recoger hoy, lo dejaré para mañana porque todavía me falta estudiar.

Busco mi teléfono y reviso que no tenga mensajes de William. Me decepciona un poco no ver al menos uno dando las buenas noches, pero me digo que estoy exagerando. Ya mañana nos veremos y estaremos, sí o sí, en la vida del otro.

Recojo la carpeta que había dejado sobre el pequeño escritorio, ubicado a un lado de los ventanales de vidrio. Voy hasta la cama y me siento con los pies cruzados sobre el colchón.

Antes ya había revisado la primera parte, donde se describen los principales procesos de la compañía, la estructura de sus departamentos y las ramas principales; así que voy directo a la cartera de clientes y proveedores y comienzo a estudiarlos todos. De alguna forma, ya sea directa o indirecta, tendré que interactuar con ellos y quiero estar informada.

Son unos cuantos, pero hay algunos que llaman mi atención por encima de los demás; el nivel de compenetración que tienen esas compañías con la nuestra, es digna de mención.

El primero es Textiles Green, dirigido por Blake Green. Se adjunta una ficha con información importante sobre la compañía y sobre su dueño. Lo leo a detalle y me informo de que la compañía pasó en herencia a su actual dueño y que luego de esta transición, ha alcanzado sus mejores indicadores de venta. Desde hace años mantiene contratos de compraventa con O' Sullivan Enterprises y es su mayor proveedor de productos textiles hasta el momento.

Paso al siguiente nombre en la lista y me llama la atención, por el alcance a nivel mundial que demuestra. Alessandro Berlusconi, licenciado en negocios internacionales y considerado el “Príncipe del comercio”; transporta las mercancías de la compañía en aguas internacionales y es consejero directo de William en los procesos de negocio con inversión extranjera.

Hay muchos más, algunos enfocados solamente a la rama que dirige Esme, sobre estrategias de negocio o, con los gemelos, que se encargan de los proyectos con pequeñas y medianas empresas, principalmente. Con todo esto, me doy cuenta que funcionan cada uno a su forma, pero al final, se complementan. Uno le aporta al otro y completan un ciclo, donde todo queda en familia.

Avanzo cuánto puedo y cuando ya no aguanto más, lo dejo a un lado y preparo la cama para dormir. El colchón es tan suave y esponjoso, que caigo rendida al apoyar mi cabeza sobre la almohada.

(...)

Un sonido de notificación me despierta. Levanto como puedo mi cabeza de la almohada. Busco a tientas mi teléfono en la mesilla de noche y cuando al fin lo encuentro, mis ojos se achican al ver la luz de la pantalla.

Me giro boca arriba y desbloqueo el teléfono, esperaba que fuera la alarma que puse para despertar, pero resulta que para eso falta una media hora todavía. Sin embargo, hay una notificación de mensaje que hace saltar ni corazón.

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