Victoria se sentía un poco perdida al ver la mirada de Alejandro. «¿Y no estaba con Claudia cuando salí a almorzar? ¿Por qué ella no está en la oficina ahora?».
Mientras estaba absorta en sus pensamientos, Noel le hizo una pregunta, lo que hizo que enseguida recobrara los sentidos antes de responder.
Después de que terminó el informe de trabajo, Noel estaba listo para irse. En respuesta, Alejandro asintió de forma indiferente.
En cuanto se alejó, Alejandro fijó la mirada en Victoria, quien había estado de pie detrás de Noel, lo que la había ocultado de algún modo, pero en ese momento, no había forma de esquivar su mirada.
Noel, quien estaba por salir, se dio vuelta para mirarla.
—Victoria, ¿debería venir a buscarte de nuevo mañana al mediodía?
Tras escucharlo, ella enseguida quedó estupefacta y, al mismo tiempo, Alejandro se dio cuenta de que sucedía algo y levantó la ceja.
—¿Le molesta si hablo con la señorita Selva por un momento, señor Calire?
Ella frunció el ceño. «¿Qué planea?».
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Alejandro dijo con un tono apático:
—Es mejor que no, ya que estamos en horas laborales.
—¿Oh? —El hombre parecía un poco sorprendido por la respuesta, pero no discutió—. En tal caso, la buscaré después de trabajar.
Se fue después de hablar.
En ese instante, la oficina quedó tan en silencio que se podía escuchar el más mínimo sonido.
Una vez que Noel se fue, Alejandro la miró de forma más penetrante y parecía que tenía un dejo de molestia.
—¿Saliste con él al mediodía?
La mujer asintió debido a que no tenía sentido negarlo, ya que ella y Noel eran completamente inocentes.
Al ver que asentía, el hombre frunció el ceño.
—¿Qué hicieron?
—Almorzamos y conversamos sobre el trabajo de ayer.
Tras la mención del almuerzo, frunció más el ceño, pero en el momento en el que la escuchó decir «conversamos sobre trabajo», se relajó un poco. «Bien, los dos trabajan para mi compañía, así que es normal que hablen de trabajo».
Sin embargo, seguía sintiendo un poco de molestia.
—Si alguien los vio hablando sobre trabajo durante el almuerzo, podrían creer que te maltrato —dijo con los labios fruncidos.
—¿Crees que no lo has hecho? —respondió por instinto.
En cuanto habló, los dos quedaron atónitos.
La mujer volvió a sentir la necesidad de contenerse, lo cual era una señal de su frustración.
Era probable que fuera porque se había criado con él, que podía decir lo que pensaba y no ocultaría su verdadera personalidad cuando estaba con él. También podía ser porque él había sido testigo de su costado más desagradable e infantil cuando eran jóvenes.
Mientras ella pensaba, él de repente se puso de pie y se acercó. Si bien era alto y delgado, emitía un aura de opresión, posiblemente por ser una persona dominante.
Por instinto, ella dio unos pasos hacia atrás.
Al verla, él la sujetó de los hombros y la empujó contra la pared fría. Con un brazo le bloqueó el paso y con el otro la rodeó para inmovilizarla.
—¿Qué estás haciendo? —Estaba confundida y respiraba con dificultad.
Si bien quería escapar, el hombre le sujetaba el cuello. Luego, sintió el aliento caliente cerca del rostro.
—Dime, ¿qué te hice? —La voz era ronca y grave.
Cuando hablaba despacio, la voz era muy seductora.
—¿Mañana?
—Sí, has estado enferma en el último tiempo, así que usa tu licencia anual para descansar por un tiempo; también puedes tomarte la licencia para mejorar tu humor.
Decía eso porque se había dado cuenta de que había estado de mal humor esos días, además de tener fiebre alta, así que decidió dejarla descansar temprano.
Sin embargo, Victoria lo interpretó de forma muy diferente, ya que esencialmente no se tomaría la licencia anual en ese momento. Él también lo sabía, pero le pedía que la solicitara. «¿Me está advirtiendo que me deshaga del bebé durante mi licencia?».
Como eran amigos de la infancia, lo conocía muy bien. El hombre no diría ni haría nada si no tenía un objetivo. Si bien sabía que era solo una posibilidad, se sintió débil, como si se hubiera quedado sin energía.
Solo después de un momento recuperó la voz y pudo responderle:
—Bueno, lo haré. La solicitaré mañana.
Cuando Sabrina se enteró de lo que había sucedido, se enfadó y casi rompió la vajilla en el restaurante.
—¿Qué d*monios? ¿Es humano? ¿Se ha olvidado de la relación que has tenido con él? ¡Esto es inaceptable!
Victoria sabía que gritaría por la furia, así que había reservado una sala. Como solo estaban ellas dos, nadie podía escucharla sin importar cuán fuerte maldijera.
Comparada con la furia de Sabrina, Victoria parecía mucho más tranquila. Si bien estaba serena en apariencia, no había probado bocado. Solo seguía bebiendo té, el cual ya casi no tenía color después de llenar la taza con agua varias veces.
Como Sabrina estaba furiosa, Victoria incluso la tranquilizó.
—Serénate. Tendremos que pagar si rompes algo.
—Ay, cierto. —La mujer enseguida dejó la copa que tenía en la mano. Como si volviera a pensar en ello, se puso frente a Victoria y la sacudió de los hombros—. ¿Cómo puedes estar tan tranquila después de lo que sucedió? ¡Mira cómo te está tratando!
Victoria estaba un poco mareada por el sacudón, así que dejó la taza.
—¿Qué debería hacer entonces? ¿Llorar? ¿Causar un escándalo? ¿O amenazarlo con que me mataré? ¿Quieres que él, Claudia y todos los demás vean a mi familia como un hazmerreir? —Después de una pausa, sacudió la cabeza—. Además, mi relación con él fue solo un trato desde el comienzo. Cuando nos separemos, también deberíamos hacerlo con dignidad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secreto de amor