Secreto de amor romance Capítulo 51

A pesar de que Victoria había rechazado a Claudia el día anterior, esta igual insistía en llevarle la comida. Mientras Victoria la observaba actuar como una buena persona, no pudo evitar encontrarlo divertido. Si bien no quería exponer a Claudia, tampoco quería hacerle un reconocimiento.

—Victoria, debes estar débil por la enfermedad. Te preparé un poco de caldo de pollo. ¿No quieres probarlo?

Victoria apoyó la mano en el mentón al escucharla mientras la observaba. «No hay nadie aquí, así que ¿por qué sigue actuando? ¿No está cansada?». Al pensarlo, dejó el bolígrafo y la miró.

—¿No estás cansada?

A pesar de que le preguntaba si estaba cansada de fingir ser una persona que no era, Claudia ignoró la insinuación de Victoria y cambió de tema.

—¿Por qué lo estaría? Es una sensación maravillosa cocinar para alguien que amas y ves cómo termina tu comida. —Parecía que quería enfurecer a Victoria, así que ella agregó—: Cuando tengas a alguien que te ame, sabrás a lo que me refiero. Estoy dispuesta a cocinarle el resto de mi vida si tengo que hacerlo —dijo y miró a Victoria intentando ver si perdía la calma.

Sin embargo, ella estaba muy tranquila después de escucharla.

—Oh, ¿en serio? Muy bien, entonces, espero que tu deseo se haga realidad pronto.

En ese momento, Claudia sintió que había dado un puñetazo en el aire y estaba frustrada por la sensación de vacío. «¿Por qué siempre me sucede lo mismo? Sigo cruzando la línea, pero ella siempre mantiene la calma. Me pregunto si soy la única que se preocupa por esto».

Jazmín entró a la oficina. Cuando vio a Claudia, estuvo a punto de decir algo, pero recordó el motivo por el cual Victoria la había regañado antes. Por consiguiente, se contuvo y dijo:

—El señor Leiva vino a verla, señorita Victoria.

—Haz que pase.

En cuanto Pedro ingresó en la sala, se mostró encantado al ver a Claudia.

—¿También está aquí, señorita Juárez?

La mujer se quedó un poco sorprendida ante su entusiasmo. «¿Está de mi lado porque ayer lo invité a comer? Si ese es el caso, esa comida no me costó mucho».

—¿Volvió a preparar el almuerzo? ¿Se lo dará a la señorita Selva?

A pesar de que Victoria no sabía qué sucedía entre ellos, pudo suponerlo al observar la reacción de Pedro; sin embargo, no estaba enfadada al respecto. Como solía decirse: una persona talentosa escogería a un patrón de integridad. A juzgar por lo que sucedía, todos podían darse cuenta de que Claudia sería la señora Calire definitiva. Por lo tanto, era normal que intentaran acercarse a ella, así que Victoria no podía enfadarse por ello.

Sin embargo, lo que Pedro hizo a continuación no fue lo que ella se imaginaba. De repente, el hombre señaló el recipiente con la comida y preguntó:

—La comida de la señorita Juárez es la mejor, señorita Selva. Todos en la oficina dicen que es deliciosa. ¿No quiere probar un poco?

—No, gracias. Ya comí —respondió Victoria negando con la cabeza.

—Si usted no quiere comerla, ¿puedo hacerlo yo?

Victoria se quedó atónita al escucharlo, puesto que no esperaba que él le pidiera eso. Luego, miró a Claudia y asintió.

—Adelante.

—¿Quién quiere comer su comida? Es toda comida procesada, pero afirma que la prepara ella misma —dijo Pedro con desdén.

—Si ese es el caso, ¿Por qué…? —Victoria no terminó la pregunta.

Puesto que sabía que la mujer estaba confundida, Pedro sonrió y respondió:

—La estoy ayudando, señorita Selva. Solo la apruebo a usted como la señora Calire.

Victoria se quedó boquiabierta al escucharlo. Después de todo, Pedro era un hombre bueno. Puesto que ambos eran asistentes, trabajaban de manera independiente y tenían cargas de trabajo exigentes. En ocasiones, incluso iban a viajes de negocios juntos. Pedro era un colega extrovertido y bueno, pero ella no se imaginaba que estuviera de su lado.

—No se preocupe, señorita Selva. Siempre creeré en usted sin importar lo que los demás digan. No me falle ahora.

En ese momento, Victoria no sabía qué decir, dado que sabía que lo decepcionaría. Además, él ofendió a Claudia con sus palabras. Por fortuna, tenía algo de autoridad del lado de Alejandro, así que no lo castigaría por lo que hizo. Sin embargo, al pensarlo mejor, podría haber una posibilidad dado que Claudia había salvado a Alejandro antes.

—No seas tan imprudente con esto en el futuro —le dijo ella de inmediato tras pensarlo.

Pedro se quedó atónito cuando la escuchó.

—No tiene que preocuparse por mí, señorita Selva. No creo ser imprudente. Además, no le hice nada; quería invitarme a comer y tenía buen sabor. Dado que creo que es bondadosa, le hice una propuesta y ella la aceptó. Nadie puede decir nada malo de mí.

—¿Y qué? —Victoria frunció el ceño—. ¿Crees que eres inteligente al hacer esto? Conoces la personalidad de Alejandro, ya que has estado junto a él durante muchos años. No vuelvas a hacer algo así en el futuro y ya no digas que estarás de mi lado.

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