Secreto de amor romance Capítulo 52

Claudia salió de la oficina de Victoria con una expresión sombría. Le temblaban las manos mientras se agarraba el vestido. Nunca pensó que incluso Pedro, un humilde asistente, se atrevería a humillarla. Aunque no arremetió contra él, sabía que tampoco podía pasar por alto ese asunto. Por eso, en cuanto entró a la oficina, no pudo evitar contarle a Alejandro todo lo que le había sucedido. No se quejaba, ya que solo quería que él la consolara, pero el hombre no se movió después de que ella terminó de hablar.

—¿Ale? —Lo miró confundida.

En ese momento se dio cuenta de que él tenía las pupilas dilatadas y parecía estar aturdido a pesar de que estaba mirando fijo el portátil. Claudia lo llamó por su nombre suspirando, solo entonces Alejandro salió del trance y la miró mientras fruncía el ceño.

—Volviste.

Al oírlo, Claudia se quedó muda y pensó: «He vuelto hace un rato y he estado hablando con él todo este tiempo. ¿No se percató de todo esto?». En tanto pensaba en ello, su rostro se tornó un poco pálido y forzaba una sonrisa.

—Sí. Hace bastante tiempo que he vuelto. Te estaba hablando, pero no me escuchabas. ¿Ocurre algo? —preguntó con cautela.

En ese momento, Alejandro ya había vuelto en sí. Al oírla, sacudió la cabeza y dijo:

—No es nada. —Luego, frunció fuerte el ceño al ver que el recipiente que ella tenía en las manos había desaparecido—. ¿Aceptó tu comida?

«¿No la devolvió ayer?», pensó. Al escuchar su pregunta, Claudia negó con la cabeza.

—No, aún no quiere comer lo que preparé. Dime, Ale, ¿sabe mal?

A decir verdad, Alejandro no era exigente con lo que comía. Para él, la comida era solo un complemento para ganar energía. Por lo tanto, no podía decir si su cocina era espantosa o no. No obstante, ya que ella le había salvado la vida, él no le daría simplemente una respuesta; en su lugar, dijo con gentileza:

—No. No lo pienses demasiado. Sin embargo, si ella no aceptó la comida, ¿dónde está?

Al principio, Alejandro solo quería saber qué había sucedido con el recipiente. A pesar de ello, por alguna razón, se sintió tranquilo cuando supo que Victoria se negó a comer lo que Claudia había cocinado; aunque no sabía por qué. Esta volvió a contarle lo sucedido.

—Ya veo. —Tarareó en respuesta.

«Resulta que Pedro comió la comida. No me extraña que volviera sin ella». Después de eso, Alejandro guardó silencio. Claudia esperó un rato antes de darse cuenta de que él no accionaba, entonces lo llamó por su nombre de nuevo:

—Ale...

—¿Qué sucede? —La miró.

Cuando Claudia vio su expresión habitual, no pudo decir lo que quería. Por lo tanto, se contuvo y respondió:

—No es nada.

Al oírla, él volvió a pensar. Entonces, pareció irritarse por algún asunto mientras levantaba la mano y se pellizcaba el puente de la nariz. En ese instante, Claudia vio la marca de una mordedura en el brazo, por lo que enseguida su expresión cambió y le preguntó:

—¿Te lastimaste?

Tras oírla, Alejandro se detuvo y siguió su mirada a lo largo del brazo. Al ver que había mostrado sin querer las marcas, no pudo evitar recordar cómo Victoria le había mordido el día anterior. En ese momento, sintió que le palpitaba la cabeza de dolor, entonces se tiró de la manga y respondió:

—No es nada.

«¡Mentira!», pensó Claudia. Aunque solo había visto la mitad de la herida en el brazo, estaba segura de que era una marca de dientes. «¿Por qué tiene una mordedura en el brazo? Un hombre no podría haber hecho esto, ¿verdad? Eso solo significa...». Ella palideció al darse cuenta de que Victoria no había cumplido su promesa. Al día siguiente, Claudia fue a enfrentarse a ella con el pretexto de llevarle comida.

—¿Así me pagas?

—¿Me he equivocado? Si es así, ¿por qué...?

Antes de que pudiera terminar de hablar, Victoria suspiró y la interrumpió:

—Creo que tengo que dejarte todo claro, Claudia. Como juré cumplir la promesa, no la romperé. Aun así, también espero que entiendas que algunas interacciones entre él y yo son pasivas.

—¿Pasivas? —Al oírla, Claudia se calmó lentamente.

—No podemos exponernos delante de la gran señora Calire antes de que se lleve a cabo la cirugía —dijo Victoria mientras asentía.

—Lo comprendo. No obstante, no es posible que muerdas el brazo de Ale delante de ella, ¿verdad?

—Bueno, tienes razón.

—¿Estás admitiendo que rompiste nuestra promesa?

—No. Si insistes en averiguarlo, solo puedo decirte que lo hice por resistencia. No falté a mi palabra.

En cuanto a por qué Victoria tuvo que resistirse, Claudia tendría que suponerlo. Ya que le había prometido que cumpliría su promesa en la cafetería, estaban en paz. Como era de esperar, Claudia se quedó pasmada cuando la oyó. «Resistencia... ¿Mordió a Alejandro por resistencia? ¿Pero de qué?». Al pensar en ello, abrió los ojos de par en par y a la vez se quedó confundida.

—¿Estás diciendo la verdad, Victoria? ¿Intentas separarnos a Ale y a mí porque nunca quisiste divorciarte de él?

—¿Tengo que hacer eso? —le preguntó impávida—. ¿Crees que sería fácil separarlos cuando le has salvado la vida?

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