Seducida por un extraño (COMPLETA) romance Capítulo 81

Capítulo 36

Miedos irracionales.

Un fuerte ruido me sobresalta, la luz parpadeante del televisor da contra mis ojos, luego un jadeo y un grito me despiertan por completo, me siento de golpe buscando la fuente del grito y veo a Andrew tendido a medio camino del suelo sobre la cama, una de sus piernas cuelga de la cama, su sudadera esta empapada en sudor, al igual que su rostro, me deslizo hacia el para tocarlo pero en cuanto su cuerpo siente el contacto se estremece y comienza a agitarse con violencia.

Me aparto de su lado ya que está moviendo sus brazos con fuerza, su rostros esta contorsionado por el dolor, su boca se abre y se cierra como si intentara desesperadamente respirar, trato de acercarme a él pero continua moviéndose con desesperación, por los movimientos de su cuerpo, cae al suelo con un golpe sordo, me precipito hacia él y caigo sobre el a ahorcadas, tomo sus brazos con fuerza y empiezo a llamarle.

—Andrew despierta, Andrew despierta por favor abre los ojos.

Sus brazos se agitan con más fuerza de la que puedo contener, por lo que uno de ellos se libera y me da de lleno en la cara, un fuerte dolor irrumpe del lado derecho de mi rostros, pero no le prestó atención, Andrew se mueve con mas ímpetu en el suelo, con más desesperación, su rostros esta tan rojo que pienso que no puede respirar realmente.

Entonces con uno de los fuertes movimientos de sus piernas se impulsa hacia arriba y se da un fuerte golpe en la cabeza con la mesa de noche, me abalanzo sobre el tomando sus rostro y apoyándolo en mis piernas comienzo a llamarlo desesperadamente, está un poco menos violento pero sé que se ha golpeado fuerte en la cabeza.

—Andrew venga abre los ojos, solo es una pesadilla, abre los ojos, Andrew por favor, estás haciéndote daño, vamos amor abre los ojos.

Lagrimas comienzan a descender por mis mejillas y veo como cae sobre el rostro contraído de Andrew, finalmente después de unos minutos de estarlo llamando parece comenzar a despertar y su respiración vuelve a ser agitada, sus ojos se abren con fuerza y grita de repente.

—¡NO!

Es un grito desgarrador lleno de terror, de dolor, de angustia que desgarra mi alma. Se sienta de golpe agitado, lleva sus manos a su rostro y comienza llorar, a llorar incontrolablemente, se me hace un nudo en la garganta y siento que en cualquier momento estaré acompañando su llanto, me acerco a él y lo abrazo, el deja caer su frente sobre mi pecho y continua llorando.

Sus gemidos me rompen el corazón, no saber que decir o que hacer para hacerlo sentir mejor me está matando, siento como todo su cuerpo se contrae en espasmos mientras él no deja de llorar, continua así durante minutos que se me hacen eternos, al cabo de un rato, su sollozos no son tan audibles y su cuerpo está más tranquilo, yo no he parado de repetirle una y otra vez, que todo está bien.

Que solo ha sido una pesadilla, que está bien, que está a salvo en su casa conmigo, que nada malo le va a pasar. Finalmente separa su rostro un poco de mí, en busca de mi cara, en cuanto sus ojos se posan en mi rostro sus ojos se abren como platos y sobresaltado toma mi cara y la gira a un lado y me pregunta.

—¿Esto he sido yo?

Señalando el lugar donde su mano me ha abofeteado mientras trataba de despertarlo, rosa su pulgar contra mi mejilla sensible y un gemido de dolor se escapa de mis labios, inmediatamente retira sus manos de mi cara y me ve con angustia, yo le sonrió ligeramente y le digo con voz entrecortada por las emociones.

—No te preocupes, estoy bien no ha sido nada —sus ojos se fijan en algún punto en el suelo entre sus pies y los míos.

—Estoy echo mierda por dentro Asier, estoy jodido mira lo que te hice yo, yo lo siento.

En seguida me arrodillo junto a él y tomo sus mejillas, las acaricio y tiro de ellas para que me vea, de sus ojos están brotando lagrimas silenciosas, verlo así me destroza, me parte el alma, me acerco a sus labios y le doy un casto y cálido beso y me separo para verlo y le susurro.

—Puede que tengas razón pero esto, no significa nada, no ha sido intencional, estabas dormido Andrew no sumes una tortura más a la lista que tienes por favor, mírame Andrew —sus ojos están evitando mi mirada— mírame por favor.

Cuando nuestras miradas se encuentran, veo lo vulnerable que es, lo destruido que se siente, lo infinitamente pequeño que se siente en este momento, le susurro.

—No quiero que te sientas culpable por esto, no te hagas más daño pensando que has sido culpa tuya, porque no lo he es el problema aquí es que yo soy demasiado debilucha.

Una sonrisa se desliza de mis labios y él sonríe apenas un poco y susurra en tono de burla pero bajo.

—En eso tienes razón —me despego un poco de su rostro y lo veo con fingida indignación.

—Oye no te pases ¿sí?

Luego le sonrió cálidamente y o abrazos, siento como sus manos rodean mi cintura y como su rostro se entierra en el espacio que hay en mi cuello, permanecemos así unos minutos.

—¿Cómo está tu cabeza? —el responde en un susurro bajo pegado a mi cuello

—Duele, pero no sé porque —sonrió.

—Yo sí, cuando te caíste al suelo, te impulsaste con tus piernas hacia arriba y te diste un fuerte golpe con la mesita de noche —lo siento sonreír en y responde.

—Ah con razón siento como si me hubiese caído una tonelada de rocas en la cabeza, Asier eso fue antes o después de —hace una pausa suspira y continua— de golpearte —yo niego con la cabeza porque se siente culpable.

—Después, ¿crees poder ponerte de pie? quiero revisar tu cabeza y buscar hielo para ponértelo.

El asiente en mi cuello pero no se separa de mí, lo siento como un niño aferrado a su madre temeroso de que algo pueda pesarle si lo libera de su abrazo protector, no lo presiono, pero no espero mucho más quiero ver el golpe, me preocupa que haya sido muy fuerte y le insisto.

—Andrew, cariño déjame revisarte ¿sí? —lo escucho reír y se separa de mi con sus ojos brillantes y una sonrisa tonta en la cara.

—¿Cariño? —lo veo sonreír un poco más y justo se me apetece ser odiosa pero me contengo.

—Si cariño ¿te incomoda? —el niega con la cabeza y me susurra.

—Venga has de enfermera y revisa que no me haya partido la cabeza.

El agacha su cabeza y me permite revisarla, paso mis manos sobre su cráneo y justo cerca de la coronilla lo siento, un enorme chichón, cuando lo toco de sus labios sale un gemido de dolor y su cuero se contrae como repuesta al estímulo, me levanto y le tiendo la mano para que se ponga en mí.

Apunto con mi cara a la cama para que se siente y salgo a la cocina a buscar hielo, cuando regreso, lo encuentro con sus codos apoyados sobre sus rodillas y su rostros oculto entre sus manos, al escucharme acercarme a él, levanta su cabeza y me dice.

—Porque soy un puto Dios —esta vez es mi turno de reír a carcajadas y negar con la cabeza, luego de dejar de reír.

—Vamos a tumbarnos en mi cama y a dormir juntos otra vez ¿sí? tenía años que no me dormía tan rápido y tan tranquilo —asiento contra su pecho y le respondo divertida.

—Pero solo a dormir ¿ok? —de sus labios se desprende una sonrisa pícara y me responde con arrogancia.

—A menos que me supliques que te haga el amor, solo así pasara algo más entre nosotros.

Estampo mi mano sobre su pecho, que hace un fuerte sonido al chocar contra la piel desnuda, una de sus cejas se eleva como respuesta y le espeto riendo.

—Eres un imbécil Andrew.

Él se ríe y sin soltarme me acerca a la cama, me suelta y deja que me acomode sobre ella, el me sigue y toma exactamente la misma posición que teníamos cuando nos dormimos, comienzo acariciar nuevamente su cabello y el mantiene sus ojos fijos en mi rostro y le digo divertida.

—¿Siempre llevas el cabello corto? —el me ve con curiosidad.

—Desde hace algunos años que lo llevo así, ¿por qué? —entonces sonrió.

—Me gustaría verte con el cabello más largo.

—¿Qué gano a cambio de complacerte Scott? —una de mis ceja se eleva y le digo en un susurro con picardía

—¿Qué quieres a cambio? —él sonríe ampliamente y responde divertido.

—Te gusta jugar conmigo aunque siempre pierdas hermosa —lo veo mal y le doy un pequeño tirón de cabello que lo hace reír— no sé, déjame pensarlo y te digo cuando lo sepa, me gusta pensar bien las cosas —sonrió.

—Calculador —él sonríe.

—Sabionda.

—Imbécil —esta vez se ríe un poco más fuerte.

—Me has jodido no tengo nada que refutar respecto a eso, lo soy.

Comienzo a reír, mientras niego con la cabeza, el cierra sus ojos y disfruta de mis caricias sobre su cabello.

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