En la oficina del presidente.
—Señor, mañana Bernardo dará una conferencia de prensa, es una entrevista exclusiva con él, transmitida en vivo a nivel nacional.
El mayordomo Hugo colocó una hoja de la agenda de Bernardo sobre la mesa.
—Y está en la franja horaria de máxima audiencia.
Lucrecio detuvo su trabajo y la recogió para mirar.
—Señor, ya hemos fallado varias veces, esta es una oportunidad única en la vida, usted...
—Sí, lo sé. —dijo Lucrecio en tono indiferente, luego dejó la hoja y siguió trabajando.
—Señor... tiene que dar este paso tarde o temprano...
Hugo no pudo soportarse más. En estos dos meses, Bernardo había hecho su imagen de buen hombre cada vez más perfecta y su obra de caridad había sido aún más exitosa, el cual había viajado por todos los campus para dar discursos, y Lucrecio había perdido varias oportunidades.
Ahora esta oportunidad era realmente difícil de encontrar otra vez...
La mano con la que firmaba Lucrecio se detuvo repentinamente, sus dedos agarrando el bolígrafo con gran fuerza ya se volvían blancos, y las venas se le saltaban gradualmente en su frente, reflejando las emociones que estaba conteniendo en este momento.
Cómo no sabía que se trataba de una oportunidad única, y que tenía que dar ese paso como fuera, pero...
Lucrecio dejó el bolígrafo, se recostó con el cuerpo tenso y cerró los ojos. Llevaba mucho tiempo preparándose mentalmente, pero no había sido capaz de dar el primer paso de todos modos.
—Aunque sea difícil, tienes que hacer, para que no sea en vano lo que has planeado desde pequeño.
Gordon entró en algún momento, su expresión era un poco pesada, lo que era mucho diferente a su carácter habitual pícaro.
Lucrecio supo que era él en cuanto oyó la voz, así que no dijo nada ni abrió los ojos.
—Cuando la adoptaste entonces, obviamente sabías que tendrías que utilizarla, ¿por qué la tratabas tan bien durante tantos años?
Esta pregunta fue como una flecha que salió repentinamente de la oscuridad y rompió instantáneamente las defensas del fondo del corazón de Lucrecio.
Había pensado en esta cuestión innumerables veces. Al principio, había utilizado varias razones para engañarse a sí mismo: mimar y cuidarla tan amablemente sólo era para sentir el placer cuando su enemigo sufriría en el momento de la venganza.
Pero entonces, lentamente reconocía de verdad su corazón. Quería mimarla simplemente porque lo quería, no había otra razón.
—No tiene sentido decir nada ahora —Gordon suspiró—. Sigue con cada paso que debas dar, te ayudaré a cuidarla después de este asunto.
Él se levantó y se dirigió al escritorio de Lucrecio. Sabía lo difícil que era para éste en este momento, pero realmente no quería que olvidara el sufrimiento que había padecido durante tantos años por culpa de una chica.
Aparte de Yolanda, cualquiera que tuviera conocía Lucrecio sabía lo dura que era su vida.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Si es destino estar contigo