Nicholas,
La pretenciosa y excesivamente lujosa finca está bañada en blanco, estuvo nevando y el puto abrigo que traigo no es suficiente, hay mucho personal y lujo rodeando cada rincón. Son casi las 11 de la noche así que afortunadamente me he perdido la cena y todo el estúpido discurso y declaraciones compradas de amor y bla, bla, bla. 3 veces el chofer ha tenido que detenerse para enseñar la puta invitación. Nunca confirmé, no pensaba venir a este circo, pero no hay problemas para ingresar.
— Bienvenido Señor Allen
Finalmente he conseguido llegar al salón principal y en cuanto el personal me abre la puerta me siento como la maldita cenicienta entrando al gran baile para conocer a su príncipe, todos se voltean a verme con asombro. Carajo, que incómodo. Tomo un poco de aire y con la frente siempre en alto avanzo, estoy seguro que mi expresión no es la más amigable pero de todos modos me retienen pausando mi cacería de brujas, muchos me saludan con sonrisas falsas, me felicitan por mi hotel, prometen visitarlo alguna vez y blablablá, otros mencionan la “grandiosa entrevista”.
La primera de mi familia en acercarse es Kristall, pero no es para recibirme con agrado, ella me susurra al oído con su “voz amenazante” o eso pretende para no quedar mal ante estos distinguidos invitados
— ¿Qué haces aquí? Ya deja a Vanessa, en paz —acabo de llegar y ya me está corriendo
— Hermanita, que agrado verte, luces fantástica —que tarada están viéndole la cara, me imagino las mentiras que le ha dicho la bruja
— Dime ahora a lo que has venido Nicholas
— Primero compórtate, me han invitado de lo contrario no podría haber llegado hasta el salón —ya no estoy siendo agradable y ella lo sabe, su postura cambia en cuanto escucha mi tono de voz
— Bien, como quieras…
— Y no me mires así, las cosas se preguntan a la cara, no pienso responder a tu mail, de hecho ni siquiera creo que lo hayas escrito tú, esa debió ser la chismosa de Vanessa
— Te equivocas
— En ese caso si tanto quieres saber de mí, sabes donde vivo
Hace una semana Kristall, me envió un mail preguntándome sobre Eileen. Estoy seguro que solo quiere saber qué pasó porque mi mamá no lo recuerda o no quiere reconocerlo. Me sorprendió, sí, mucho, pero luego de meditarlo llegué a la conclusión que si no es ella la interesada debe ser la chismosa de Vanessa, le encanta saber todo lo que pasa a su alrededor, vive para eso.
— Odio los secretos Nicholas
— Kris, abre los ojos, no puedes culparme por el accidente de papá para siempre
— Vete a la mierda
— Una dama hermana, toda una dama, que gusto volver a verte.
A medida que conseguía acercarme hasta los Mitchell, donde Vanessa, colgada del brazo de su hermano, disfrutaba siendo el centro de atención con los amigos del arrogante de Martin. Los obstáculos se lanzaban a mi camino, primero fue Kristall, luego un par de mujeres insinuando que debería llevarlas a mi hotel por un tour personalizado, no gracias. Después hombres que se creían importantes con una mujer colgando de su brazo, luego llegó el turno de mi papá a quien le aseguré que solo necesitaba hablar con Vanessa, no entiendo los motivos de mi familia para creer que si estoy en esta fiesta es solo para causar problemas y eso solo me lleva a pensar una sola cosa
¿Qué mierda les dijo Vanessa?
Nunca he sido un hombre violento, si un arrogante de mierda pero incluso en ese entonces sabía cuándo era oportuno “humillar a alguien”. Una fiesta como esta no se puede arruinar sin perder toda tú credibilidad, sería como condenarme y no necesito mala publicidad justo ahora. Tampoco es como si mi intención fuese golpear a alguien.
Llego a ellos, finalmente. Mamá me vigila a la distancia, no se ha molestado en acercarse para lanzarme su advertencia. Solo quiero ir donde la demente de Vanessa, y averiguar que le estuvo diciendo a mi familia, pero como no, el Señor Andrew o Drew Mitchell, me detiene, me abraza con familiaridad y me aparta del grupito, pide hablar un momento en privado, ya podía imaginarme lo que saldría de debajo del bigote, quiere algo, igual que su hija.
— Estás es un gran momento en tu carrera, creo que ya es hora de sentar cabeza Nicholas
— Lo es, el momento indicado —sé exactamente lo que me va a decir
— Mi hija está más que preparada para asumir toda la responsabilidad que casarse con un hombre como tú demanda, sabes, desde que se hicieron amigos que me los he imaginado a ustedes dos juntos
— Pero Vanessa, solo es una amiga ¿qué me estás diciendo? —bruja mentirosa, les miente a todos
— Tú y ella han sido amigos toda una vida, esperaba que eso cambiara al madurar
— No quiero ser grosero pero estoy comprometido y enamorado de una mujer maravillosa
— Con que eso iba en serio —hace una mueca de desagrado, odio esa mueca
—Siempre voy en serio Señor Mitchell, en mi vida ahora mismo no hay espacio para juegos
— En la vida de ningún hombre respetable debe haberlos Nicholas
— Siendo este el caso, usted debería comprender que no se trata de absolutamente ninguna estrategia publicitaria
Me escruta con la mirada por unos instantes, luego mira más allá de mí, supongo que a su hija querida, luego regresa a mi mirada y soltando un extraño suspiro me pregunta:
— ¿La amas? Porque hoy en día los jóvenes se apresuran con los compromisos y es normal que los rompan en algún punto
— Vamos a ser padres, por nada del mundo quiero romper el compromiso, estoy emocionado, ansioso y muy determinado a hacerlo bien
— ¡Pero que noticia traes! Un hijo es una bendición sin importar las consecuencias adversas de la vida, es la sangre —algo cuerdo finalmente
— Si y me gustaría hablar con Vanessa, para que lo entienda, ha estado evitándome hace un par de semanas y he decidido venir hasta aquí solo para arreglar las cosas de la manera correcta
— Un hombre de palabra, tú estás hecho a la antigua, me gusta eso
— Gracias, intento mantener mi palabra
— Mañana, llega antes del brunch y acabamos con esto sí tanto lo deseas
— Estaré aquí a las 9 de la mañana
— No seas fastidios, a las 10am está bien
— Muy bien Vanessa, mañana me tendrás aquí por la mañana, por favor no prolongues esto
— ¡Sonríe! Nos observan y no pienso dar explicaciones de tu cara larga
— Buenas noches.
Bien, solo quiero largarme de aquí y llamar a Danielle. Espero que este no sea otros de los trucos de Vanessa, porque yo también tengo algunos y estoy muy dispuesto a utilizarlos.
Satisfecho doy media vuelta y de camino a la salida le escribo al chofer para que me recoja en la entrada, solo quiero tomar mi abrigo y largarme de este lugar, hasta mañana cuando sea la última vez que lo haga.
La mañana siguiente mi despertador no suena, creo que inconscientemente lo desactivo. Detesto retrasarme. Estoy furioso. Frustrado. Desanimado y desesperado por regresar con Danielle. Toda la idea de venir aquí con la intención de entrar a esa fiesta y pasar desapercibido fue una pésima, pésima decisión. Anoche el insolente, prepotente, altanero y mediocre Martin Mitchell, se atrevió a buscarme en mi hotel. Él infeliz golpeó mi puerta y se atrevió a intentar darme un golpe. El idiota estaba tan borracho que no dio una y en su lugar cayó al piso.
No tenía la intención de hacer nada pero cuando comenzó a acusarme y a “defender a su inocente hermana” mi paciencia... No. mi inexistente paciencia estalló.
—“Tú, la maltrataste. La usaste como a una muñeca nueva. Te dio dinero para tu hotel de mierda. Le quitaste su boutique y te apareciste en nuestra fiesta para presumir tu éxito frente a todos nuestros invitados”
¿De qué puta película me habla? Yo…, no sé si tirarle agua y hacerlo reaccionar para que se dé cuenta de la clase de perra que es su hermana, porque una cosa tengo clara y esa es que Vanessa, se inventó una gran historia de víctima utilizada y vulnerada. Así que solo lo observo y medito
El antiguo Nicholas, lo habría echado a patadas, habría llamado a su papá y descargado toda su indignación en ese hombre. En cambio este Nicholas, no. Este llamó a su papá y solo le dijo haber encontrado a su hijo borracho en el hotel. Le ofreció meterlo a una habitación o enviarlo en un taxi de regreso.
Incluso yo me sorprendí de este Nicholas. El no haber sacado su carácter implacable a relucir con la indisciplina del hijito/orgullo familiar. Sería material suficiente para obtener lo que quisiera de los Mitchell.
Pero este Nicholas, no lo hizo. En cambio lo levantó del piso, lo dejó en el sofá de su suite y esperó a que lo recogieran. Este Nicholas, mantuvo la puta calma
¡Carajo!
Me contuve. Me controlé y me siento malditamente orgulloso de esto. Sí.
Ahora un nuevo día, un nuevo problema.
Llego a la finca de los Mitchell, y no me dejan entrar. La perra de Vanessa, borró mi nombre de la lista y les ordenó que si intentaba entrar llamaran a la policía... pero, yo realmente no sé si le dio un puto derrame cerebral o realmente es muy estúpida.
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