Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 103

Nicholas,

Todo acaba muy rápido, solo le marco a su papito y en 30 segundos me dejan entrar y me escoltan directamente al despacho de Andrew. Me anuncian y enseguida me encuentro con mi papá junto a Martin y la tarada esa. Todos me miran con una extraña expresión pero al menos Andrew, me saluda reconociendo lo que hice la noche anterior por su tonto hijo que creyó las mentiras de su hermana menor. Me ofrece un café y me comenta acerca de lo agradecido que sigue, Martin, se contiene, puedo ver como sus puños están tan apretados que sus nudillos se vuelven blancos. Mi papá por su parte me saluda y me recomienda tomarlo con calma, al menos aún reconoce cosas en mí, cortésmente le pido que nos deje así me quedo con el papá y sus dos joyas.

— ¿Comenzamos?

Pregunto fulminando a Vanessa, por supuesto que eso provoca que Martin, suelte una especie de gruñido y que Andrew, le llame la atención. Nadie dice nada más.

— Muy bien, yo hablo ahora. Andrew, es lamentable tener que hacer esto frente a ti pero lo de anoche fue un triste intento por parte de Martin, de “proteger la integridad de su hermana”. Al parecer Vanessa, estuvo manipulando la verdad nuevamente, se inventó todo un largometraje sobre como yo la he usado para mi beneficio propio, estaba bastante borracho y honestamente no le di importancia pero para que te quede claro Martin —me giro para mirarlo directo a los ojos, que reconozca mi enfado—. Tu familia jamás me ha dado dinero para mi hotel, así que esa es la primera mentira de tu hermana. La segunda es que yo jamás la he utilizado para nada, al contrario, casi pierdo a mi prometida por “ayudarla”, insistía en meterse en mi casa sin avisar y entrar hasta mi habitación, incluso se atrevió a amenazarme

— ¿Vanessa, qué carajo? —al menos Martin, tiene la decencia de sorprenderse

— ¡Eso es mentira! Todo lo que dices es falso Nicholas, toda mi vida no he hecho más que apoyarte, ayudarte en todo y sin esperar nada a cambio —la muy perra quiere el Oscar, hasta suelta lágrimas

No quiero gritar pero ya estoy al límite. Me controlo y me acerco al escritorio de Andrew, dejo los documentos sobre la mesa bajo su atenta mirada.

— Esto es todo lo que busco Andrew

Saca sus gafas del cajón y comienza a leer mientras a un lado Vanessa, le susurra a su hermano histérica para que le crea su patética historia y nuevamente habla mal de mí. Demonios, ya entiendo por qué Danielle, la detesta tanto, es una demente.

— ¡No metas a mi papá! Esto es entre tú y yo Nicholas, ni la zorra embarazada tiene que ver. Pero claro, estás cegado por esa estúpida, vas a arruinar tu vida amarrándote a la pobretona inestable y todos sus amigos “hombres” ¿seguro que el mugroso crío es tuyo? Me impresionaría si la tarada esa te metió la excusa más barata del mundo para retenerte

— BASTA —suelto con brusquedad, esto se acaba ahora—. A mí puedes llamarme como se te plazca pero a Danielle, no, no voy a permitir que hables mal de mí futura esposa, ni de nuestro bebé, eso es bastante patético

— Es una zorra manipuladora ¡estás cegado por sus tetas! Eso no es amor —me mira como si acabara de revelar una tremenda verdad—. Si me das una oportunidad no te voy a decepcionar, puedo darte todo lo que quieras y además estar conmigo sería beneficioso para tu imagen, mi familia tiene la mejor reputación, contactos y amigos en la política. Yo puedo encargarme de mucho y sobre todo de tus necesidades básicas

— Ya escuché suficiente ¿no tienes vergüenza? Te estas arrastrando y frente a tu papá ¿dónde quedó tu orgullo? Ser petulante no te va

Las expresiones tanto de Andrew como Martin, eran de no creerlo, escuchar a su hija y hermana ofrecerse literalmente a un hombre que no la quiere con tanta desesperación es una vergüenza, indignante y lo sé por cómo se ruborizan y apartan la mirada de mí

— Sé que con esto voy muy lejos pero quiero dejarlo claro, no tengo un interés “romántico” ni mucho menos físico en ti. Cuando éramos adolescentes intentaste seducirme y ni siquiera en esa etapa me sentí atraído hacia ti, siempre te respeté intentando dejar claros los límites, pero estabas cegada con la idea que algún día eso cambiaría

— No quiero seguir escuchando cómo mi hermana se ofrece y se arrastra por un hombre ¡no voy a volver a creer una maldita palabra de lo que me digas! ¡ESTÁS LOCA!

— Martin, espera ¡no lo escuches, miente!

Le ruega y ruega tirándolo del brazo para que no se marche, pero Martin, está avergonzado, sigue sin mirarme. Se va y Vanessa, llora y monta toda una escena culpándome

— ¡Tú tienes la culpa de esto! ¡Tú vienes aquí para hacerme quedar mal con mi familia! ¡Eres nefasto, NEFASTO! —espero que esta habitación esté aislada porque sus gritos son de locos y comienzan a alterarme

— Vanessa, ya basta eres un maldito adulto, no vas a conseguir nada llorando —intento hacerla razonar—. Solo seguir humillándote, esta obsesión que tienes te nubla el juicio. No sabes lo que es el amor, te obsesiona llevar una vida vacía, jamás serás feliz si sigues insistiendo conmigo, abre los ojos

— ¡Tú eres el responsable de mi infelicidad! Nunca me tomaste en serio solo me usaste, te aprovechaste de mi haciendo que me enamorara de ti, así que el único responsable eres tú y si yo no puedo ser feliz entonces tampoco lo serás tú

— Cuidado con las amenazas, no basta con tirarlas tienes que ser capaz de llevarlas a cabo —no soporto mirarla, es despreciable

— No te preocupes querido, soy muy capaz de arruinarte la vida y sin sudar.

— Asume las consecuencias si decides interferir en mi vida, eres un desastre, no eres una adulta como le haces creer a todos

— ¡¡Púdrete Nicholas!! —grita fuera de sus cabales. Otra vez

— ¡Silencio! —vocifera Andrew—. Vanessa, ya es suficiente llegaste al límite, ve a tu habitación y empaca, regresaras a la ciudad de inmediato

— ¡Noo! Tengo que asistir al brunch ¡qué va a decir la gente! —demonios, suena igual a mi mamá

— Lo que yo les diga, ahora fuera Vanessa —insistió Andrew

— No me voy a mover, no voy a firmarte una mierda estúpido ¡jódete tú y esa zorra!

Con la carta en la mano me apresuro a la habitación para verla, se ve hermosa con esa sonrisa embriagadora, comienza a acercarse pero se detiene a medio camino con terror, pánico al darse cuenta de lo que tengo en la mano

— Dani, amor yo..., cuanto lo siento ¿te encuentras bien?

— ¿Dónde la encontraste? ¿Revisaste mis cosas?

Está furiosa, ofendida de algún modo por el hecho de haberme metido en sus cosas, pero eso no me importa, tengo que decirle algo así que acabo de acercarme y en respuesta ella me arrebata la carta de la mano

— Ahora entiendo todo Dani

— ¡Cállate! No lo digas, no quiero escucharte ¿que estabas buscando?

— Danielle, basta te hace daño, no lo reprimas

— No quiero hacer esto, no puedo hacerlo Nic

— Cariño… —me rompe el corazón verla sufrir

— ¡No! Te dije que no voy a hacer esto, yo solo venía a saludarte

— Espera, no te vayas Dani

— Me esperan, adiós

Angustiado por lo que acababa de enterarme y definitivamente poniéndome en los zapatos de Danielle, dejé que se fuera, necesitaba espacio seguía guardando ese secreto para sí misma, no estaba lista.

Solo me contuve 45 minutos y entonces llamé a Wes, necesitaba saber dónde estaba, me lo dijo, estaban en un concierto. Cuelgo la llamada y le marco a mi publicista para que me consiga una entrada mientras me cambio, no voy a dejarla sola aunque sea lo que me ha pedido, no voy a decir nada, esperaré a que ella lo haga pero voy a estar a su lado apoyándola en todo momento.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)