Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 143

— Te doy la oportunidad de ser alguien presente, constante en su vida pero con libertad. Si no quieres un hijo a tiempo completo solo dilo, no te voy a juzgar, nosotros lo queremos

— Llevo 11 años buscando a mi hijo, mis recursos son limitados y me tuve que aferrar a la búsqueda de la policía, pero ahora que lo he visto, que lo he conocido no puedo no luchar por él, ha sufrido tanto que quiero darle el mundo entero

— Está más que bien con nosotros

— Lo sé, te entiendo, es un ángel —sonríe comprensivo

— Es nuestro rayito de sol, deseamos lo mejor para él, y exponerlo a otra decepción en su vida no es algo a lo que estemos dispuestos

— Quiero ser su padre, quiero que viva conmigo, será mi prioridad, te lo prometo, por favor no hagamos que esto se ponga feo con abogados y esa porquería

— Bien, pero voy a pedir que la asistente social me informe de todo y si tienes una sola falta él, regresa con nosotros y definitivamente

— Sí, estoy de acuerdo

Ahora el día finalmente había llegado, Robbie, se ha mudado a la casa de su papá y Danielle, no deja de llorar, no solo ha perdido a Robbie, también a Muffin, el pequeño estaba tan asustado de irse solo a un lugar desconocido que con el dolor de su alma le dijo que la gatita lo podía acompañar para que así no tuviera miedo, eso lo tranquilizó pero a ella la hundió y no dejaba de llorar por la casa, intento no hacerlo para no preocupar a Nic, pero en cuanto se encontraba sola, lloraba y lloraba sola en la cama.

Agobiado de verla fingir que todo estaba bien cuando tenía las videollamadas con el niño, mientras que el resto del tiempo vagaba por la casa con uno de los juguetes de Muffin, en la mano deprimida, hizo algo para remediarlo definitivamente.

— Dani, amor, ya no llores más —pidió al encontrarla nuevamente en la cama al regresar del trabajo

— Estoy bien, solo los extraño…

— Cariño, podemos subir al auto y visitarlos cuando lo necesites —intentó animarla

— Pero entonces tendremos que despedirnos otra vez…, aun no estoy lista

— Oh mi preciosa Dani, traje algo para animarte, para espantar las lágrimas o las sirenitas estarán tan tristes como tu amor, intentémoslo —comentó esperando que eso detuviera las lágrimas de cocodrilo

— Lo siento, sé que ellas sienten todo, pero…, Robbie, era…

— Es, siempre será su hermano mayor, solo vive en otra casa, nadie lo alejará de nosotros ¿está claro?

— Sí señor —suspiró serenándose

— Acomódate, iré por tu sorpresa, cierra los ojos y no hagas trampa

Secándose la cara Danielle, se sentó en la cama y cerró los ojos mientras tomaba largas respiraciones pensando en las palabras de Nicholas, pero extrañaba a su gatita tanto, que sentía un vacío en su corazón, incluso seguía oyendo su suave “Meow”, estaba enloqueciendo, pero entonces algo peludo tocó su mano y supo de inmediato lo que era.

— ¡Nic!

Chilló por la sorpresa. Su esposo, su adorado esposo que detesta los pelos había llevado a casa a no uno sino dos gatitos, dos tigritos de dos meses, unos bebés que lloraban por atención

— Vamos nena, ya no llores más, ahora tendremos a dos pulgosos y podemos llevarlos a visitar a Muffin, la peluda está en un buen hogar, vive con un veterinario, no estés triste

— Pero a ti no te gustan los gatitos —susurró hipnotizada con su intensa mirada negra

— Lo sé, pero a ti sí y a mí me gustas tú mi vida

— Tengo que conseguirte un perrito —suspiró enamorada de este hombre

— En el futuro tal vez, ahora tenemos que ir de compras, “Hipo y Chimuelo” necesitan camas, platitos, juguetes y todo eso

— ¿Quién los nombro? —preguntó con sorpresa pensando en su película preferida “Como entrenar a tu dragón”

— Su nuevo papá

— ¡Son perfectos! —chilló emocionada—. Gracias mi amor

Ilusionada besó a su esposo con cuidado de no aplastar a los bebés, las lágrimas fueron inevitables, pero al menos esta vez fueron de alegría.

— Creo que la familia acaba de crecer

— Eres el mejor, te amo

— De acuerdo, ahora dilo mirándome a mí y no a los gatitos

Carcajeándose cargó a los gatitos y se lo dijo mirándolo a esos arrebatadores ojos oscuros. Y sí, Nicholas, no era amigo de los gatos pero ver la alegría que le provocaban a su esposa era suficiente para intentarlo.

— Oh Dios mío señora Allen, perece que fue hace meses la última vez que la vi

— Buenos días Carly ¿tu mañana ha estado bien?

— Sí, tranquila, el señor Allen, ha estado reunido con sus abogados

— Perfecto, tengo que hablarle de algo

— Ya sabe que es bienvenida siempre que lo desee ¿le llevo algo de beber?

— Gracias, una taza de té estaría perfecto

Apresurándose delante de ella, Carly, tocó un par de veces antes de abrirle la puerta de la oficina y dejarla para ir por su té.

— Buenos días —saludó Danielle, con una sonrisa

— Cariño ¿qué haces aquí?

Sorprendido con la inesperada visita de su esposa Nicholas, se levantó de su silla y se acercó a recibirla. Ni siquiera le importó que sus abogados se encontraran allí, la abrazó y besó como si estuviesen solos.

— Mika, me visitó hace un rato y me comentó que los padres de Vanessa, no quieren verte ¿por qué no me dijiste nada?

— No quería preocuparte, ellos no desean tener nada que ver con todo este desastre

— ¿Qué piensas hacer?

— Primero ven a sentarte ¿quieres un té? —ofreció Nic, ayudándola a tomar asiento frente a sus abogados en la sala frente a su escritorio

— La parte en que accedo a no enviar a la desquiciada a prisión

— Solo la quiero lejos de nosotros

— Bien, sabes que solo haré lo que tú, me pidas —suspiró acariciándole la mejilla

— En ese caso llévame a casa y almuerza conmigo

— De acuerdo

Susurró antes de inclinarse para besarla, le encantaba cuando ella venía y le solucionaba la vida, adoraba como eso lo hacía sentir tan seguro.

Dos días más tarde Danielle, llegó a su cita con la señora Mitchell, se presentó e hizo tiempo hablándole sobre su solicitud para una fiesta de cumpleaños, tomó nota, le hizo recomendaciones hasta que Nicholas, llegó a la casa.

— Señora, el señor Nicholas Allen, se encuentra aquí

— No, dile que no podemos recibirlo —ordenó sin siquiera parpadear

— ¿Hay algún problema Solange? —preguntó Danielle

— Conflicto de intereses querida, continuemos

— De hecho, me gustaría que mi esposo entrara, gracias —pidió dirigiéndose a su mayordomo

— ¿Quién es tu esposo?

— Nicholas, sería bueno que el señor Mitchell, también esté presente

— No, definitivamente esto no va a suceder, Danielle, por favor retírate —pidió levantándose de su asiento lista para marcharse

— Solange, le aseguro que esto le va a interesar mucho, solo escuchen lo que tenemos para decirles y nos iremos

Molesta por el engaño Solange, meditó la situación unos instantes, no podía empujarla fuera de su casa estando así de embarazada y por otro lado no quería a Nicholas, insistiéndole más, así que acabó accediendo y pidiéndole a su empleado que hiciera pasar a Nicholas, mientras iba con su esposo para hablarle de la situación.

— Danielle ¿está todo bien?

— Sí, estoy bien

Preocupado por la demora Nicholas, se acercó a su esposa a asegurarse que se encontrara bien

— La señora no está muy contenta así que no sé cómo reaccionará su esposo

— Drew, es algo más calmado para manejar situaciones, pero eso no quita que pueda estar más que molesto por habernos presentado de este modo

— No perdemos nada con intentarlo

— Toma asiento, tal vez tarden un rato en venir, vamos, no hagas sufrir a tu espalda —pidió señalando la silla junto a ella

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