Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 62

Danielle

— Y yo conducía..., fue mi culpa y..., las perdí a ambas, ojalá me hubiera ido con ellas

— Danielle, no digas eso ¿aún lo crees, que deberías haber tenido el mismo destino?

Se alarmó, y no lo culpo, eso sonó algo “suicida”, no fue mi intención, solo pienso en eso, soy demasiado cobarde para intentar algo como eso

— No lo sé, anoche me sentí tan feliz y…, normal que quise mejorar, quiero hacerlo pero…

— Continúa, quiero escucharte

— ¿Qué más quiere que le diga Doctor? Ya le dije que lloraba, gritaba y pateaba a todo quién intentara decirme algo amable, fui horrible, fui horrible y acabé amarrada a la cama como una loca

— ¿Por qué querías tanto a Jazmín?

— Porque ella me quería, me cuidaba, cuando me quedé sola ella me encontró y ya nunca me dejó

— Tienes miedo a quedarte sola ahora que ella no está y tú embarazo no fue exitoso ¿querías un bebé?

— Lo quería porque era de Nicholas…, estaba tan enamorada de él…, pero no deseaba ser como mi mamá, lo último que quería era que mi niña creciera en una familia fría y toxica, como yo

— Como padres o dueños de nuestra vida sentimos el deber de no cometer los mismos errores, pero en ocasiones no obsesionamos tanto o lo intentamos con tanta fuerza que de un modo u otro caemos. Ahora puedes reconstruir tu vida, Nicholas, te demostró que ha cambiado, tienes una nueva oportunidad. Darle una nueva oportunidad a la maternidad, demuéstrate a ti misma y a tú tía que puedes cuidar de un bebé tal y como si ella estuviera a tu lado

Volví a llorar, pero era distinto, se sentía diferente. Te extraño y hablar de ti me entristece y no quiero que sea así. Ya no quiero entristecer a mis amigos, quiero que Nic, sea quien es, y no me malinterpretes, este hombre dulce y preocupado es un caramelo pero no es él, mismo. Me muestra solo una parte, el resto lo oculta de mí. Ya no quiero que nadie finja estar bien a mí alrededor, quiero que me digan las cosas sin suavizante. Creo que estoy lista

— Quiero dejar todas las píldoras

— Es lo que espero que ocurra, pero debes estar lista primero

— Anoche no tuve pesadillas

— Me alegra escucharlo, pero debemos ir paso a paso, reduzcamos las dosis, creo que las clases pueden ayudar

— De acuerdo

— ¿Vamos a mejorar?

— Sí, por Jaz…, ella…, ella me odiaría si me viera así

— No soy un hombre religioso, pero creo en todo y como dicen…, ella sigue vigilándote aunque no esté presente

— De acuerdo.

— Habla con ella ¿iniciaste el diario?

— Sí, lo hice

— ¿Cómo te sentiste?

— Bien…, le encantaba que le contara mis cosas…

Tres horas pasan muy rápido, estoy segura que el Dr. Kaen, solo me dejó descargarme, era lo que quería aunque con un poco de miedo a regresar a mi humor lúgubre, pero no ocurrió Jaz, me sentí ligera, mejor. Realmente..., mejor

Después necesité un rato a solas, ya sabes para pensar. Me fui al apartamento, extrañaba a Muffin, está tan regordeta y peludita que no puedo permitir que toque el suelo con sus patitas, la cargo todo lo posible (y todo lo que me permite) le gusta meterse al cajón de mis calcetines y usarlos como juguete, te encantaría Jaz, es más divertida que mirar la Tv.

Me la llevé a casa de Nicholas, la cargué metida dentro de la chaqueta la extrañaba a ella y su ronroneo, además si iba a pasar el fin de semana con mi novio entonces mi peludita también. La expresión de Patricia, cuando me abrió la puerta y vio a Muffin, fue para recordarlo, su sonrisa se extendió tanto que tuve que dársela para que la cargara, pero ya no me la regresó, dijo que le daría leche y algo de comer, olvidé completamente ese detalle…, y la cajita de arena, espero que no se haga en la inmaculada habitación de Nicholas

— Vaya, suena como una propuesta

Intenté bromear porque eso fue lindo y me puso nerviosa, me embriagué en sentimientos por el hombre que no parpadeaba frente a mí contemplándome con amor…, no dejé de suspirar.

— Entonces lo es

— Nicholas —fue lo único que conseguí decir, no puso nerviosa

— Danielle, eres la única capaz de conseguir todo de mí, por la única persona que cedo, que consiento, que me preocupo…, que amo con todo lo que tengo

— Me vas a hacer llorar —el nudo en mi garganta comenzaba a crecer con sus lindas palabras

— Solo quiero hacerte feliz, quiero que me hagas feliz aceptando ya mismo ser mi esposa, mi mujer, mi compañera…

— Estás hablando demasiado lindo, podrías convencerme —siento que mis mejillas arden

— Entonces te voy a convencer

Mi copa seguía en mi mano, aun la alzaba en el aire y ni cuenta me había dado. Nic, la quitó de mi mano y la dejó en la mesa, deslizó su silla hacia atrás, se levantó y entonces todas las luces del restaurante se apagaron por 15 exactos segundos antes que pequeñas velas se encendieran en cada mesa a nuestro alrededor dando una iluminación íntima, fue…, wow, ni siquiera pude decir nada, cuando acabé de mirar a mi alrededor me di cuenta que Nicholas, estaba junto a mi inclinado, con una rodilla en el piso y un hermoso anillo de compromiso…, una maravillosa piedra roja… ¡un rubí! La joya me observaba y esos ojos negros me hipnotizaban y su voz, suave pero firme me sacaron del shock

— Desde la primera risa que oí. Desde la primera mirada que me diste o la primera vez que me llamaste “niño rico” supe que me volverías loco, que habías llegado para no marcharte jamás, pero lo hiciste. Fue mi culpa y hoy te prometo que nunca, nunca, nunca voy a volver a cometer ese error

— … ya me hiciste llorar

— Señorita Ross ¿me haría el honor de aceptar ser mi esposa?

GRACIAS MAQUILLAJE A PRUEBA DE AGUA.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)