Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 66

— Suficiente de lágrimas, no puedo con ellas, sabes que me incomodan

— Lo sé, es que estoy sensible, emocional y..., la extraño justo ahora

— Dani, yo lo olvidé —se disculpó comprendiendo lo sensible que ha estado toda la noche

— No pasa nada, no pasa nada, cambia la cara, con uno de nosotros arrugado basta

— Ya llegamos

Anunció aliviado. Nunca había sido un viaje tan largo. La reja de acero se abrió y desde ese momento todo se tornó borroso. Bajaron del auto, Nicholas, alzó a Danielle, sobre su hombro y la llevó a la habitación, la soltó sobre la cama y mientras ella se quitaba el cabello del rostro él, se desabrochaba el cinturón y luego el pantalón liberando su dolorosa erección.

— ¿Tuviste eso guardado toda la noche?

— Si y me está volviendo loco

— Tengo sed

Fingió intentar bajar de la cama solo para provocarlo, le encanta cuando pierde el control y se deja llevar por su lujuria, es ardiente.

— ¡Ni lo pienses!

Apoyando una de sus piernas en la cama se inclinó sobre ella con ambas manos en el colchón hundido por el peso de su cuerpo

— ¿Te quitaste la ropa interior?

— No —negó mordiéndose el labio excitada por la perversa mirada oscura que la devoraba

— Te lo advertí traviesa

— Puedes solo dejar de hablar y tocarme de una maldita vez —exigió

Con una sonrisa perversa la agarró de las caderas tirándola hacia su pelvis acomodándola, luego subió el vestido y sin más y haciendo a un lado la pequeña tanga que sabía que llevaba presionó en su clítoris provocándole un gemido que acabó con todo, Nicholas, se agarró la erección y la penetro completamente, que bien se sentía el contacto piel contra piel

— Condón, póntelo —gimió Danielle, intentando no perder la calma

— Voy a acabar afuera, ya no puedo parar

— Nic...

Jadeó recibiendo las primeras estocadas, se sentía tan bien que no le importaba estar sin protección. Sentía que esa noche nada le importaba solo estar con Nicholas, y sentir su deseo, su pasión, Dios, su posesión era un manjar del Olimpo. Su respiración fuerte y excitada, sus ruidos, sus palabras entre dientes que apena entiende, su sudor, sus músculos tensarse, su boca, la parte favorita de su cuerpo. Nunca sabes qué saldrá de ella. Y no solo para dar placer...

Y llegaron a la cima de la montaña más alta, ambos gritando que ya no aguantaban, Danielle, cayó primero y unos segundos después lo hizo Nicholas, saliéndose de ella con un brusco movimiento arruinando su hermoso vestido con el rastro de su explosión de fuegos artificiales.

— Quiero una ducha…

Jadeó Danielle, sin aliento cuando Nic, se dejó caer a su lado en la cama.

— ¿Qué tal un baño en esa tina que mandé a poner solo para ti?

— Suena delicioso —suspiró a gusto

— De acuerdo, pero necesito unos minutos llevaba todo el día aguantándome

— Insaciable ¿qué vamos a hacer en la luna de miel?

— No salir de la cama por supuesto

— Sabía que dirías eso

— Así que ahora lees mentes —soltó fingiendo estar molesto

— No guapo, lo llevas escrito en la frente —rió divertida

— Eso…, sí, debe ser cierto —sonrió con los ojos cerrados—. Vamos hermosa, ayúdame a deshacerme de esta ropa

Estaba completamente vestido, ni los zapatos se había quitado con la prisa, y la de despojarlo de todo a Danielle, le resultó deliciosa. Así que levantándose de la cama pateó sus tacones y enseguida se bajó el cierre secreto del vestido quedándose solo en ropa interior y la diminuta tanga empapada ahora acomodada donde debía. Con la visión de su futura esposa sexy, Nicholas, dejó que le quitara absolutamente toda la ropa y en cuanto estuvo desnudo la jaló sobre su cuerpo para besarla lento, muy lento y apasionadamente hasta recuperarse completamente de su primer round.

Mientras Nicholas, se encargaba de preparar la tina Danielle, buscó entre sus cosas las toallitas desmaquillantes y se quitó el maquillaje corrido, necesitaba refrescarse.

— Iré por un poco de agua ¿quieres algo?

— Que no tardes

— Lo prometo

Envuelta en la bata de Nicholas, y con su cabello acomodado en un rápido recogido Danielle, fue hasta la cocina esperando encontrar a Patricia, y así fue, alimentaba a Muffin.

— Buenas noches Danielle

— Hola Pats, gracias por cuidar a mi Muffin

— No hacen falta las gracias, es un placer, me encantan los gatitos y hace años no veía uno pequeño

— ¿Crees que puedas cuidarlo esta noche? Aun no le digo a Nic, que está aquí

— No faltaba más, con gusto me la llevo

— Genial

— ¿Le preparo algo para comer o beber tal vez?

— Solo vine por un poco de agua

— ¿Le apetece un vaso de limonada?

— ¡Ay sí!

Sin darse cuenta Danielle, estuvo media hora hablando con Patricia, mientras jugueteaba con su gatita hasta que apareció Nic, con sus pantalones de pijama colgando de sus caderas

— Así que aquí es donde te entretuviste

— Oops, lo siento Nic…

— ¿Cuándo llegó el bicho pulgoso?

— ¡Nicholas! No la llames así

Protesto Danielle, abrazando a su gatita contra su pecho.

— Bien, ya dásela a Patricia y volvamos a la cama

— De acuerdo, pero si vuelves a llamarle “bicho” te las vas a ver conmigo

— Ya, ya gatita rabiosa

— Patricia, consíguele donde dormir y esas cosas, buenas noches

— Con gusto, que descansen

— No prometo nada —bromea besándola en los labios silenciando su protesta

— Theo, me dijo que tenemos que escoger telas y hacer pruebas, necesita saber la fecha para “crear” el diseño del vestido y muchos detalles que me aturdieron

— ¿Fue mucho?

— No estaba preparada para ese tipo de preguntas tan pronto

— ¿Qué más dijo?

— También puede ocuparse de tu traje, dijo que le encantaría, aunque creo que es muy pronto para todo, acabamos de comprometernos hace unas horas..., mierda..., está pasando, no dejo de darle vueltas a eso —suspiró soltando el aire lentamente

— Si, finalmente está sucediendo—vuelve a besarla en los labios

— Ahora si siento que es el momento ¿sabes?

— Lo es amor y en cuanto a la fecha..., será pronto, después de navidad, en cuanto el jardín del Garden florezca

— Oh… —jadeó de pronto nerviosa

— Sabes que la paciencia no es una de mis virtudes

— Vaya que lo sé —afirma acariciando su mandíbula áspera por la barba creciendo

— Pero aun así me esperaste Dani... —suspira pensando en el tiempo que estuvieron separados y todo lo que le sucedió

— No Nic, tú me esperaste a mí y me alegra que me hayas encontrado, había perdido las esperanzas de volver a verte, sentía que no lo merecía después de lo que pasó

— Tonterías. Y eso es una razón, una buena para que sea pronto, no quiero que te arrepientas

— Creo que es de lo único que no me arrepentiré nunca Señor Allen

— Que bien se siente escuchar eso…, futura Señora Allen

— Sonamos a un par de viejos —ríe emocionada

— Mañana vas a llamar a ese Theo, y le dirás que nos casamos en primavera

— ¿Primavera? Eso es como en 6 meses

— Casi 7 mi amor, la paciencia no es una de mis virtudes

— Una boda es mucho que planear y…

— Y nada. Tendrás todo lo que necesites para conseguir que nuestro día sea perfecto, quero que sea lo que desees

— Ya hablaremos de fechas, la próxima semana inicio las clases y supongo que para entonces tendré mis horarios y fechas

— Te quiero aquí todos los días después de clases señorita

— Ya lo veremos gruñón

Divertida lo empujó contra el colchón para recostarse sobre él y poder besarlo, se sentía hambrienta de felicidad luego de escucharlo tan entusiasmado con el hecho de casarse con ella. Se va van a casar y esta vez es por las razones correctas.

Esta fue la primera noche que Danielle, se sintió tan abrumada de felicidad que pudo pensar en un futuro, no solo en el presente, despierta en la cama abrazada a su prometido no hizo más que imaginar en cómo serían las cosas de ahora en adelante, con la universidad, comprometida con Nicholas Allen, con un trabajo que le gusta mucho y sus amigos siempre cuidando de ella. Solo faltaba sanar la herida que dividía su corazón.

Esta fue la primera noche que se atrevió a hablar con Jazmín. Lo necesitaba para poder dormir, para poder seguir adelante, así que sin sueño se levantó cuidadosamente para no despertar a Nicholas, y de sus cosas tomó la libreta púrpura que había comprado y habló con su tía, le contó cómo se sentía. Era la única que lo entendería.

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