Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 51

20 días después: 20 de enero

Han sido los días más largos, pero más emocionantes, divertidos, y a la vez estresantes de nuestras vidas. Como había escuchado tantas veces; los preparativos de nuestra boda han resultado ser toda una aventura... Una incluso más fuerte que la promoción de la exhibición.

Hemos intentado mantenernos en calma y disfrutar de todo el proceso, pero supongo que no ha sido totalmente así. Ella como toda mujer quería que este día fuera perfecto, y yo... bueno, yo estoy aquí esperándola frente a toda esta gente que ha venido a acompañarnos en este día; y siento que todo ya es perfecto.

Mi familia está sentada en la primera fila de esas sillas plásticas transparentes, que hemos elegido para decorar parte de esta playa. Me miran, sonríen, y sé que están igual de felices que yo. Me estoy por casar con la mujer que ha estado a mi lado gran parte de mi vida; al inicio como mi amiga, luego como una amiga con derecho a roce, y luego como mi novia, prometida, y futura madre de mi hija.

La orquesta comienza a tocar y a medida que el sonido de los violines va haciendo de este momento uno mágico, le veo a ella acercándose al pasillo y yo comienzo a temblar de emoción.

«¿Se puede revivir toda tu vida con ella en tan solo un par de minutos?»

No sé cuál es la respuesta, pero eso es exactamente lo que me está sucediendo ahora al verla con ese deslumbrante vestido de novia que le hace ver como un ángel. En mi mente pasan los recuerdos de nuestro primer beso, de nuestra primera vez, del día que descubrimos que estaba embarazada... cada momento importante que hemos vivido juntos regresa a mi memoria para recordarme que soy el hombre con más suerte del mundo.

Le sonrió, y es recién en este instante en el que me percato que mis ojos se han llenado de lágrimas. Una de ellas se escapa y rueda por mi mejilla haciendo que deba secarla mientras que ella me mira de la manera más especial en la que me ha mirado jamás.

La distancia entre los dos ha desaparecido, ella está frente a mí y solo me dedico a tomar fuertemente su mano y besarla sin dejar de mirarle a los ojos. —Te ves deslumbrante.— La halago y creo que esas palabras no son suficientes para describir la manera que luce en este anochecer.

—Tú también...— Replica en lo que es un susurro y creo que ella está igual de emocionada que yo.

Hemos soñado y conversado de este día por mucho tiempo, y finalmente se está haciendo realidad.

Nos acomodamos frente al cura e intento prestar atención a todo lo que nos está explicando. Nos advierte de nuestras responsabilidades como esposos y lo sagrado que es el matrimonio, pero no creo que deba advertimos de nada. Para mí, el compromiso que estoy adquiriendo el día de hoy con ella no es ninguna responsabilidad de la cual deba preocuparme. Amo cuidarla, amo estar a su lado, es un placer ser en quien ella confié, cada y uno de los días a su lado es un regalo.

Es momento de colocar los anillos y me tiemblan las manos. Es ver sus ojos sobre mí, su sonrisa, es sentir que estoy convirtiéndola en mi esposa, y sentir que esto es lo más hermoso que me ha ocurrido jamás junto a la noticia de que seriamos padres. Ahora comprendo que no hay premio, cuadro, o nombramiento que se comparen a esta emoción que siento ahora. Todo aquello ha pasado a un segundo plano en estos momentos.

Ella me coloca el anillo a mí y la sonrisa que hay tatuada en su rostro en estos momentos es el reflejo de todo lo que estamos sintiendo ahora. Son pocos los segundos que transcurren entre el acto de intercambiar los anillos y la pregunta más importante de toda nuestra vida. El cura nos pregunta si nos aceptamos como esposos y yo soy el primero en responder un gran y firme "sí." Es el sí más honesto, importante, y lleno de sentimientos que he dicho en mi vida. Ella no se queda atrás y dice ese "si" como si fuese vital para respirar.

Es mi esposa... soy su esposo... y por primera vez le tomo por la cintura para pegarla lo que más puedo y que nuestra hija nos permite a mí y le beso. Quiero dejarlo todo en este beso. Quiero que sienta que no es un beso más, es el primer beso que le doy como mi esposa y sé que en nuestro conteo habrá millones más. Pretendo morir a su lado siendo dos viejitos y sé que esto es tan solo el principio de una hermosa vida juntos.

—Te amo esposa.— Digo sobre sus labios y sonríe.

—Y yo a ti esposo.— Replica y debo admitir que esa palabra suena a gloria de sus labios. Una palabra tan común para muchos, pero tan mágica para nosotros.

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