Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 52

Muchas veces me he preguntado que era la felicidad. La vida me regalaba mil momentos bonitos, y yo seguía sintiéndome solo. A mi alrededor había mucha gente que decía apreciarme, había muchos admiradores haciéndome regalos que me llenaban de lo que yo creía que me hacía feliz, admiraban mi trabajo, me hacían cumplir mis sueños, pero al llegar a casa no tenía a nadie con quien compartirlo.

Las mujeres que se me acercaban, solo lo hacían por interés. Su supuesto amor era efímero y las pocas que han durado a mi lado un tiempo considerable; se hartaban de mi vida nómada causada por el arte, y decidían abandonarme.

Pasaron tantas enfrente de mí, pero nunca le preste atención a la única que había estado a mi lado desde el inicio de todo esto. Nunca había visto a mi mejor amiga como mujer hasta que una noche de borrachera hizo que todo cambiara.

Recuerdo perfectamente aquel amanecer donde ambos nos encontramos desnudos en aquella cama sin saber lo que había sucedido, cuando aquella sabana le hizo una mala jugada y le vi desnuda por primera vez después de lo que había parecido ser nuestra primera noche juntos. Recuerdo perfectamente el estúpido trato que habíamos hecho de no enamorarnos.

Fue inútil cualquier trato, fue inútil aparentar que todo era solo simple sexo. Nos llevó un tiempo admitirlo, nos llevó un viaje a solas y besos que decían lo que nuestras bocas callaban. Junto a ella me di cuenta de que, si nunca fui completamente feliz con otra mujer, es porque ellas no eran como ella. Ellas no me entendían, no me amaban, no eran cómplices de mi locura; Dana si lo es.

La tengo entre mis brazos mientras nos movemos al ritmo de la canción que hemos escogido para nuestro primer baile como esposos y no puedo dejar de perderme en su mirada. Le sonrió, me acerco a sus labios y le beso, y vuelvo a perderme en su rostro.

¿Entonces esto es la felicidad?

Es una increíble sensación de paz al saber que estas con la persona que amas a tu lado. Es sentirla así tan cerca de mí y sentir que ya no somos ella y yo, ahora somos nosotros. Somos uno, y pronto seremos una familia de tres.

Este viaje a su lado me ha enseñado muchas cosas, pero sobretodo me ha enseñado que la vida no es siempre como te la esperas. Fui cometiendo un error tras otro por ser un ciego, fui vagando por la vida en busca de la felicidad cuando siempre la había tenido a mi lado. Hoy la veo a ella y sé que es exactamente todo lo que quiero. En sus ojos veo ese algo especial que espero que nuestra pequeña hija herede de ella. Veo cada detalle de la mujer que ahora es mi esposa, y sé que quiero morir a su lado cuando ambos seamos muy viejitos.

No sé exactamente qué es lo que la vida nos tenga preparado a partir de ahora, solo se que luchare cada día para que seamos felices y aunque a veces el cielo pueda tornarse gris y anunciar la más grande tormenta; tendré siempre el valor de mirarla de frente y arreglar cualquier situación que debamos.

Ella fue ese tablero de ajedrez donde se decidió mi vida, mi felicidad. Ella fue mi sueño que no desapareció, y fue también ese cambio a la hora de amar. Ella hizo que muchas de mis cuadros tuvieran sentido.

Quisimos ser padrinos de despecho uno del otro, pero esa fue solamente la excusa que la vida nos ofreció para unirnos. Quizás nuestro destino siempre fue el de estar juntos, pero fuimos ciegos, tercos, y hasta tontos... nos llevó un juego para llegar a esto y si me preguntasen si lo volvería a vivir; la respuesta sería un gran e inmenso "sí."

—Estas muy callado. — Me dice con una tímida sonrisa y enreda sus dedos en mi cabello —¿En qué tanto piensas?— Pregunta y sonrió ampliamente.

—En lo mucho que hemos vivido juntos, y en lo feliz que me haces cada día. Te amo esposa mía.— Digo con orgullo y muerde sus labios de esa manera que tanto me gusta.

—Y tú me haces muy feliz a mí, esposo. — Dice y se acerca a mi oído —Viviría lo que he vivido contigo mil veces más si el final sigue siendo este.— Me dice y debo mirarla.

—Este es apenas el inicio de todo cariño.— Le corrijo y me acerco a sus labios. —A partir de ahora comienza nuestra vida juntos.— Declaro y le beso con toda la intensidad que esa declaración merece. Ahora es que realmente ella y yo viviremos nuestra historia de amor.

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