Sorpresa de una noche romance Capítulo 160

El cálido sol de primera hora de la mañana inundaba la habitación. Lydia abrió los ojos lentamente. Eduardo no estaba aquí. Lydia sabía que debía haber salido a correr como siempre. Lydia admiraba mucho su perseverancia. Siempre encontraba tiempo para correr, aunque tuviera un trabajo bastante ocupado. De repente, recordó lo que había sucedido el día anterior, pero algo importante que había olvidado, por ejemplo, ¿cómo llegó a casa? Obviamente, volvió durante un apagón.

Entonces miró hacia abajo y se encontró con un pijama.

—¡Ah! —exclamó ella, con cara de sorpresa. Recordaba claramente que anoche se había puesto un vestido. ¿Quién le cambió la ropa? ¿Eduardo?

¡Menudo imbécil! Una oleada de ira se apoderó de Lydia cuando pensó que tal vez Eduardo había visto su cuerpo desnudo mientras estaba borracha. Bajó corriendo las escaleras, con los ojos ardiendo. Justo en ese momento, Eduardo volvió, con una toalla en el cuello.

Parece más joven y enérgico con un traje deportivo. No se dio cuenta del enfado de Lydia y dijo:

—Buenos días.

Lydia sintió que se le hacía un nudo en la garganta ante su tono amable. De todos modos, tenía que dar rienda suelta a su ira. Hizo acopio de lo que le quedaba de valor y se acercó a él. Levantó la mano y pensó en agarrarlo por el cuello, pero se detuvo, porque no tenía las agallas para hacerlo.

Había pequeñas gotas de humedad en la cara de Eduardo, que bajaban hasta el cuello y la nuca, lo que le hacía parecer más sexy...

Lydia retuvo la mano y preguntó:

—¡Yo... tengo que preguntarte algo, Eduardo!

—Adelante —dijo Eduardo secamente. En el momento en que recordó lo que ella había dicho anoche, puso cara de piedra.

La actitud despreocupada de Eduardo hizo que Lydia se enfadara más. Ella había pensado que él se sentiría un poco culpable por haber visto su cuerpo desnudo sin su consentimiento, pero resultó que ni siquiera lo sentía con ella.

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