Los ojos de Eduardo se oscurecieron.
—¡Hah, lo tengo!
Al momento siguiente, Lydia se había puesto de pie, jugando con el teléfono. Eduardo sintió un calor en su cuerpo. Maldita sea, ¿realmente se desmayó por una chica? Y una chica que... no estaba nada caliente ni nada parecido.
La mirada de Eduardo pasó por la leve hinchazón del pecho de Lydia, mientras ésta permanecía ajena. Rubén le había enviado un mensaje, preguntando «¿Qué pasa?»
Por supuesto que algo pasaba. Algo grande que tiene que ver con su futuro.
Lydia sonrió y estaba a punto de responder cuando sintió un cambio en la atmósfera. Un grupo de sombras pareció aparecer ante ella...
Pensó que era Eduardo, pero cuando levantó la cabeza, vio innumerables cámaras apuntando hacia ella por la ventana del coche.
Lydia nunca había visto una escena así y casi se le cae el teléfono. Se sobresaltó y se dio cuenta de que todas las personas con cámaras y micrófonos que había allí eran periodistas.
—¿Qué están haciendo? —Lydia tragó saliva, mirando a Eduardo a su lado. La cara de Eduardo no registró nada más. Parecía acostumbrado a esas cosas.
—¿Qué debemos hacer, señor?
El conductor dudó. No es que no se haya encontrado con situaciones como ésta, pero normalmente se limitaba a conducir el coche directamente al garaje subterráneo, donde rara vez le seguían los periodistas.
Pero Eduardo no pensaba hacerlo esta vez.
Miró a los periodistas que estaban fuera. No eran demasiados, en realidad. Una veintena de hombres y mujeres, cada uno de ellos con ganas de buscar noticias.
Si querían noticias, él se las daría.
—No hay necesidad de conducir. Saldremos aquí —dijo Eduardo. En el momento en que terminó, escuchó a Lydia tartamudear,
—No bajemos, Eduardo, podríamos escondernos aquí...
Pero Eduardo había tomado una decisión, y ¿quién podría cambiarla? Su mano ya estaba en la puerta...
—Oye...
Habían querido hacer todas esas preguntas en el anuncio, pero debido a su miedo a la presencia amenazante de Eduardo, no se habían atrevido a preguntar nada. Ahora, parecía que Eduardo estaba de buen humor, así que estaban siguiendo esa cuerda hasta el final.
—...
Lydia estaba abrumada por la serie de preguntas. Había olvidado todo lo de la noche anterior, y no había recordado nada esta mañana, pero con los periodistas preguntando sobre ello, las imágenes pasaron por su mente.
Un hombre de unos treinta años había brindado por ella, y se había quedado inconsciente tras una copa de champán...
Entonces parecía haber hecho una escena, y Eduardo la salvó...
Ella no tenía ninguna impresión de eso.
—Espera —Eduardo hizo una señal a los periodistas, y luego acarició la cabeza de Lydia con dulzura, con una expresión suave.
—¿Qué tal si les explicas lo que pasó anoche, Lydia?
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Final sin sabor...