Sorpresa de una noche romance Capítulo 211

Después de la cena con Eduardo, Lydia pensó que debía discutir la renuncia con Eduardo, pero como éste la había ayudado a encontrar el colgante, decidió no ir contra él por el momento.

Era mejor encontrar a Tatiana directamente.

—¿En qué estás pensando? —le preguntó Eduardo. Ella volvió rápidamente a la realidad y dijo:

—Nada. Ya que has terminado, voy a volver.

Lydia logró una sonrisa amistosa y quiso ponerse de pie, pero fue detenida por Eduardo.

Lydia miró a Eduardo, pero éste guardó silencio durante mucho tiempo. Confundida, preguntó: —¿Qué pasa?.

—¿No te gustan los niños?

Eduardo no sabía por qué se lo preguntaba de repente. No podía olvidar las píldoras anticonceptivas que había comprado Lydia.

Quería saber si a Lydia no le gustaban los niños o... simplemente no le gustaba él.

¿Por qué ha hecho esta pregunta de repente?

Lydia parpadeó y dijo:

—Me gustan los niños. Son bonitos. En el futuro tendré una hija guapa. Entonces la vestiré con bonitos vestidos todos los días y le compraré todo tipo de muñecas.

imaginó Lydia y dijo. De hecho, siempre había querido tener una hija. Cuando era niña, era tan pobre que sólo podía llevar la ropa que otros habían abandonado. Cada vez que veía a otras chicas con hermosos vestidos, sentía envidia.

Cuando tenía un hijo, debía darle todo lo que tenía.

Cuando Lydia mencionó a la hija, sus ojos brillaron como estrellas, lo que dejó atónito a Eduardo.

—¿Quieres una hija?

—Sí, una linda hija. Una niña siempre es el dulce bebé de su madre, pero un niño es diferente. Los chicos siempre son más traviesos...

—El chico es mejor —Eduardo dijo de repente.

Lydia estaba un poco descontenta. Mientras limpiaba la mesa, replicó:

—No quiero un niño. Será travieso y correrá por todas partes. Es difícil disciplinar a un niño.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sorpresa de una noche