Elena regresó a la sala de estar alegre, se sirvió una taza de té lentamente y añadió algunas rosas sin flores.
—¿Todo listo?
Carmena bajó encantadoramente con un cheongsam de color azul y blanca, al ver a Elena, le preguntó.
Elena sonrió,
—Mamá, dije que se haría con éxito, es solo una perra. ¿Por qué le tienes miedo?
—Elena, la intimidaste sin escrúpulos, ¿y si se queja con Eduardo?
Carmena seguía siendo sensata. Lo que quería era la propiedad de la familia León. Desde que se casó con Ignacio, había sabido lo mucho que Ricardo valoraba a Eduardo. Para su hijo, le odiaba a Eduardo mucho.
Pero no se atrevía a provocar a Eduardo directamente.
—¿Y qué? Soy la hermana menor de Eduardo, ella es solo una ajena, ¿mi padre y mi hermano podrán ayudarla?
Elena arrojó la taza de té sobre la mesa enojada.
Ella y Eduardo no eran hermanos reales, estaba enamorada de Eduardo hacía muchos años, pero ahora se lo robó una patana, estaba bastante enojada por eso.
Al ver la cobardía de su madre atados, Elena dejó la llave en la mesa de café,
—Mamá, no te preocupes, la cerraré por dos horas, nadie morirá.
Carmena conocía bien a su hija, así que no la detuvo.
Pero aun así agregó,
—No tengas nada demasiadas alas.
—Ya veo.
En cuanto la madre e hija terminaron de hablar, Jaime entró sudando profusamente. Miró a su alrededor, pero no vio a Lydia, él frunció el ceño,
Eduardo escuchó las palabras de Javier y frunció el ceño profundamente.
—Señor, ¿qué vamos a hacer ahora? Creo que debe ser alguien haciendo algo deliberadamente. Tal vez solo quiera estar en contra de la señora Lydia. —dijo Javier.
Él preparó la conferencia y, naturalmente, sabía que muchas personas estaban celosas de Lydia y codiciaban el puesto de la esposa del presidente.
Eduardo se pellizcó las cejas, pensando en algo en su corazón.
Según el ingenio de Lydia, era imposible ser intimidada, la única la que podía estar en contra de ella era Elena.
También podía ser Erick. Pensando en los sentimientos de Erick sobre Lydia, Eduardo se sintió muy molesto por primera vez, recogió el traje de la silla y se dirigió directamente hacia la puerta.
—Señor...
—Volvamos a la casa. —ordenó Eduardo.
Si Erick hacía daño a Lydia, entonces vengaría de él sin duda.
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Final sin sabor...