Lydia se quedó paralizada por un momento, y todo su cuerpo fue empujado por Eduardo. Mucha gente cercana miró sorprendida. La espalda de Lydia golpeó la pared del probador, y las dolorosas lágrimas fueron repentinamente forzadas a salir.
—Lydia, ¿de verdad crees que eres mi esposa? ¿Te atreves a tocar cualquier cosa?
Eduardo dijo con frialdad.
Sus ojos estaban salpicados de llamas, y parecía estar muy enojado, y sus manos seguían moviéndose. Primero le quitó el vestido de los hombros, y luego estuvo a punto de estirar las manos para quitarle el vestido que tenía en el cuerpo, su pálida piel estaba desnuda, Lydia reaccionó y lo empujó.
—¡Eduardo! ¡Lo creas o no, te demandaré por agresión!
Lydia miró a Eduardo con fiereza como un ciervo asustado.
¡Era una humana, una humana!
¿No era algo intimidado?
—Yo...
—Puedo quitármelo yo misma.
Lydia respiró hondo, sus pestañas temblaron levemente por la emoción, mostrando su emoción y susto en ese momento.
El pequeño probador se volvió más estrecho por culpa de Eduardo, y Lydia apartó obstinadamente la ropa frente a Eduardo.
El vestido que llevaba era muy caro y hermoso, pero para ella, no era lo suyo que nunca pensó.
Se quitó lo más rápido posible y se puso su propia ropa, no le importaba que Eduardo viera su cuerpo.
—Lo siento, presidente Eduardo, te causé problemas, me voy ahora.
El último rastro de autoestima sostenía a Lydia, ella tomó la ropa en sus manos y se la entregó a Eduardo, en ese momento Eduardo se había calmado, miró a Lydia asustada y frunció el ceño con fuerza.
Él no lo recogió, así que Lydia puso la ropa directamente sobre el armario, se dio la vuelta y salió corriendo como una loca.
No sabía qué pasó en la carretera, así que gruñó de dolor.
—Señora, ¿qué le pasa...?
Miranda se lo había prometido, sólo podía seguir sus instrucciones y Miranda se cubriría en la empresa en el futuro.
Eduardo les dio una mirada fría, Javier inmediatamente se acercó y tomó el vestido en la mano de Eduardo, y dijo sorprendido.
—Este vestido de señora, ¿no está guardado? ¿Quién...
Javier puso una expresión sombría.
Alicia quería argumentar que esta es la ropa que envió la marca la última vez, ¡¿cómo se convirtió en... la ropa de la madre de Eduardo?!
Miranda enarcó la comisura de la boca.
Ella simplemente reemplazó la ropa similar de la marca por otra genuina por adelantado, y Alicia sólo podía ser la responsable.
—Presidente, la señora salió corriendo, ¿necesita perseguirla?
Esta vez la señora que dijo, era Lydia.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sorpresa de una noche
Final sin sabor...