¡SUÉLTAME, DIABLO! romance Capítulo 133

Pero su corazón no podía ignorar la espina que tenía clavada.

—¡Antonio, averigua dónde está ahora!

—¡Sí, señor!

Un momento después, Antonio encendió su ordenador y estaba buscando algo cuando su correo electrónico mostró de repente que había recibido un email.

Lo que le sorprendió fue el sujeto del correo electrónico: ¡100,000 de euros a cambio del secreto entre Daniela y Gabriel!

—¡Señor, hay un correo electrónico aquí!

En este momento, el rostro hosco de José era una vaga señal de enfado.

Antonio abrió el correo electrónico.

Hubo un largo silencio.

José abrió los ojos con impaciencia,

—Antonio, ¿qué dice?

Antonio aguantó la respiración un momento antes de levantarse y acercar el ordenador a José.

—Señor, el correo electrónico dice que la señora Moya y Gabriel se reunieron hace un año y que hubo un acuerdo entre los dos para...

Las palabras fueron interrumpido por la mirada fría de José.

José se quedó mirando el ordenador durante un instante, con la respiración distorsionada por el más mínimo atisbo de odio que se desplaza, y sonrió,

—Qué trato, Daniela...

¡Le había mentido!

¿Realmente le estaba mintiendo?

—¡Señor, no es demasiado tarde para terminar la relación con la señora Moya!

Preguntó Antonio con incertidumbre.

José cerró los ojos y sonrió fríamente,

—¡Señor, la señorita está aquí!

En ese momento, Antonio, que estaba delante de la puerta del despacho, se marchó.

Leticia se acercó con sus talones, mirando amorosamente al apuesto hombre tras el escritorio, dijo con la voz dulce:

—¡Señor González, hace tiempo que le espero aquí, pero no me ha visto!

—No te vi deliberadamente, ¿y no puedes adivinar por qué?

Al oír esas palabras, José levantó lentamente los ojos, su mirada la penetró con una seducción convincente y cautivadora.

Leticia reprimió el corazón que latía desenfrenadamente en su pecho, mordiéndose ligeramente el labio mientras preguntaba con cuidado:

—No lo sé... si he hecho algo malo...

—¡No has hecho nada malo, excepto que estoy rompiendo contigo!

La suave voz de José tenía un matiz de determinación.

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