¡SUÉLTAME, DIABLO! romance Capítulo 55

Daniela se apoyó de costado en la ventanilla sin hablar, con los labios que habían perdido la sangre fuertemente fruncidos.

Cuando no oyó su respuesta, José frunció el ceño con desconfianza, luego se sentó en el asiento del conductor y arrancó el coche para dirigirse al hospital más cercano. Le dio una ojeada profunda.

—Daniela, ¿realmente te atreves a morir?

Lo que le respondió fue su continuo silencio.

José no se enfadó, sino que enganchó sus labios en media sonrisa.

—¡Ja, sin duda tienes rabietas conmigo!

No dejaba de preguntar.

Pareciendo quedarse molesta, Daniel con el ceño fruncido bajó la ventanilla de repente, dejando que el ruidoso viento entrara en el coche.

José retiró la mirada y, irritado, estiró la mano para pulsar el botón para que se levantara la ventanilla.

Ella la bajaba mientras él la alzaba. Sus acciones estaban plenas de gran oposición.

Un gruñido bajo transmitía una vaga sensación de enfado.

Al oírlo, Daniela le devolvió la mirada con rabia. Unos segundos después, sin previo aviso abrió la puerta en pleno movimiento para marcharse. Antes de que pudiera moverse, le tiró él de la muñeca y la lanzó hacia atrás con gran fuerza, mientras la puerta del coche estaba cerrada.

En ese mismo momento, el coche se detuvo.

José sujetó con fuerza su muñeca y mostró una risa bastante cruel,

—¿Quieres buscar la muerte de verdad? ¡No has respondido a mi pregunta!

Inesperadamente, Daniela sonrió alelada y levantó los ojos para contemplarlo, preguntando palabra por palabra:

—Si muero, ¿se acabará todo?

En sus ojos inundaron lágrimas.

—¿Cómo te he intimidado hasta este punto?

Una voz tan seductora era tan tierna como un murmullo.

Daniela lloriqueó en susurro dentro del coche y sus emociones se fueron calmando poco a poco. Se enderezó con rigidez y miró hacia él.

José enarcó ligeramente las cejas y preguntó:

—¿Qué quieres cuestionar?

—¿Fuiste tú quien despidió a Jaime? Querías castigarme por no haberte aceptado a mudarme, así que le hizo echarme, ¿verdad? ¿Si querías que pudiera contar contigo cuando no tuviera hogar? ¿Fue esto el encierro que debía soportar como tu amante? ¿Fue causada por Jaime la herida en tu cara?

Ante su agresiva mirada, José bajó los ojos y respondió:

—¡No!

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