—Tú... ¡de verdad eres tan cruel!
La mirada que Daniela tenía hacia él volvió a ser triste y temerosa.
José percibió una palpitación fuerte al corazón y maldijo enojado en voz baja.
No había intentado amenazarla... Obviamente estaba preocupado por ella, pero no pudo controlar sus palabras.
—Daniela, no quise hacer eso. Si te hubieras comportado, no habrías sometido a tanto dolor.
—Ja, ¿me comporto? No soy un juguete...
—No te he obligado hasta ese punto, ¿no?
—¡Me estás encarcelando!
—¿Cuándo te he hecho así?
José se puso ligeramente ceñudo mientras miraba en dirección a la puerta y de repente hizo una risa,
—¿Tu suicidio repentino fue porque pensabas que te estaba encarcelando? Daniela, la puerta sólo está cerrada, ¡puedes abrirla y tener la libertad de salir de aquí!
Daniela se rio irónicamente y sacudió la cabeza,
—¿Libertad? ¡Mi libertad no puede escapar de tus garras!
—Eres mi amante, ¡naturalmente no puedes dejarme!
—He sido muy obediente... eres tú quien no ha cumplido las promesas...
—¿Por Leticia?
José originalmente no quiso explicar, pero al ver su resistencia a él, tuvo que contarle:
—¡Daniela, la conocía mucho antes de conocerte! Todo lo que hice con ella no tiene nada que ver contigo, y menos aún es un plan deliberado.
Daniela no lo creía,
—¡Leticia nunca ha mencionado de ti!
—Es porque no le he dado una oportunidad. No niego que fue después de conocerte cuando tuve más contacto con ella.
—No... yo también fui llevada a la podredumbre por ti.
Lo que dijo Daniela parecía a una venganza.
José levantó lentamente la vista y dibujó una sonrisa ambigua:
—¿Nunca podré dejar este lugar podrido, o tu llegada me hará posible ver algunos cambios? Daniela, ¿todavía me odias tanto? ¿Tanto que quieres morir?
—¿Los hay?
—¿No te he explicado lo de Leticia?
«Entonces ¿sigue existiendo la razón para odiar?»
Se preguntó a sí misma Daniela, y la respuesta que obtuvo fue afirmativa.
José se limitó a mirarla y consiguió leer su mente, le intentó persuadir paso a paso:
—Daniela, ¿todavía recuerdas lo que te dije la primera vez que pasaste la noche en la Finca Sena? De hecho, no quiero que nuestra relación se vuelva tan desagradable. Siempre que sigas siendo mi amante obedientemente, ¡no te haré más daño!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡SUÉLTAME, DIABLO!